Ella era la heredera de una de las compañías más poderosas y millonarias del mundo, pero había un precio que pagar: Debía casarse con un hombre que no conocía ni amaba. Ella no creía en el amor, pues siempre le había traído dolor y decepción. Por es...
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Yeon-seo abrió la puerta y Je-ha entró. Do-hee estaba ayudando a su secretaria a organizar las cosas.
—No sabía que estaban aquí, Da-jeong y Do-hee —saludó el chico.
—Vinimos porque el señor Jeong se mudaba hoy —aclaró Do-hee con una sonrisa—. Mi verdadero cuñado.
Yeon-seo frunció el ceño ante el comentario y la aparente confianza entre Je-ha y su hermana.
—Ya veo —respondió él, echando un vistazo a las pantuflas y jabones en conjunto.
Yeon-seo fulminó con la mirada a su hermana, y ella simplemente barrió con la mirada al chico.
—¿Hablamos en el estudio? —propuso Yeon-seo.
—Claro.
Yeon-seo y Je-ha fueron al estudio, donde estarían solos sin interrupciones. Yeon-seo le ofreció un asiento y Je-ha se sentó frente a ella.
—¿De qué se trata? —cuestionó la chica mientras le entregaba una botella de agua.
—¿Gu-won se mudó oficialmente? —preguntó el joven mirando las cajas de mudanza.
—¿Vienes a meterte en mi vida privada o vas a hablar? —preguntó con algo de dureza. Cuando se dio cuenta de su tono, lo cambió—. Perdón... todo esto de la mudanza es para evitar rumores. Bueno, ahora sí. Dime, ¿Gu-won se metió en problemas?
—Yeon-seo, ¿cuánto sabes de él? —preguntó él mirándola con seriedad.
—Bueno... —suspiró mirando el techo—. Parece que no hay mucho que saber de él.
—¿Lo investigaste bien antes de casarte con él?
—¿Hablas de su familia o de su educación? —preguntó ella tomándolo con burla.
Je-ha asintió.
—Tengo algo que mostrarte. —de su portafolio sacó un sobre, el cual puso en la mesa frente a él para mostrarle a Yeon-seo unas fotografías—. Es la ceremonia de construcción del Teatro Sunwol en 1977. —mostró las fotos—. Mira esto. Gu-won está aquí.
Yeon-seo se acercó y vio la imagen que le mostraba. Era claro que era Gu-won, Yeon-seo lo reconocería en cualquier lado. La menor miró a Je-ha; era peligroso que él supiera que Gu-won era un demonio. Debía fingir no saber nada.
—Es la viva imagen de su abuelo —comentó ella con una sonrisa—. Este es el exdirector ejecutivo —aclaró la chica tratando de ser convincente.
—¿De verdad piensas eso? —preguntó el joven frente a ella.
