𝒮𝓅𝒶𝓇𝓀𝓈 𝒶𝓃𝒹 𝒯𝒽𝑜𝓇𝓃𝓈

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En la oscuridad uno se encuentra y lo demás uno se pierde...

La chica que se movía con fuerza bajo el agua mientras intentaba llegar a la superficie. El agua salada le quemaba los ojos y la garganta, y el frío le calaba los huesos. Intentaba nadar hasta la cima, pero las olas la volvían a hundir. Era como si la vida le jugara una mala pasada, arrastrándola hacia el abismo sin darle una oportunidad de escapar.

...lo que era uno de antes siempre regresará a ti.

Empezó a cerrar los ojos poco a poco, aceptando que jamás volvería a vivir. Recordó su pasado, las personas que había conocido, las cosas que había hecho, las ilusiones que había tenido. Todo se desvanecía en su mente, como si nunca hubieran existido. Solo quedaba una frase, una frase que alguien le había dicho una vez, y que ahora resonaba en su cabeza.

Gu-won, todo esto es por ese maldito nombre, salvación.

Su cuerpo dejó de moverse, y se quedó flotando bajo el mar, inerte y silencioso. La luna, que brillaba en el cielo nocturno, la iluminaba con su luz plateada, como una testigo de algo que no se sabía.

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Yeon-seo despertó con un ahogo, escupiendo agua salada mientras se arrastraba por la arena húmeda. Al abrir los ojos, vio a Gu-won a unos metros de distancia, mirando su muñeca con una mezcla de horror y asombro. Con dificultad, ella se incorporó y escaneó la playa, buscando alguna señal de lo que había pasado.

—Ya no está... —murmuró Gu-won con voz temblorosa.

—Estamos vivos —dijo Yeon-seo acercándose a él, sin prestar atención a sus palabras.

Gu-won se volvió hacia ella, y ella, al examinarlo de pies a cabeza, notó que sus ropas estaban mojadas. Al llevarse la mano a la cabeza, sintió una herida abierta.

—Creí que iba a morir...

Antes de que pudiera terminar la frase, Gu-won le arrebató la mano derecha, que estaba presionando su herida, para inspeccionar su muñeca. Yeon-seo lo miró con enfado por su brusquedad, mientras Gu-won le devolvía la mirada con incredulidad. En su muñeca, ella llevaba la cruz de él, intacta y brillante.

En ese instante, una ola gigante se alzó sobre ellos y los envolvió como una cúpula de cristal. Yeon-seo observó la ola detenerse en el aire, pero para su sorpresa, no los empapó. Se mantuvieron secos, como si una fuerza invisible los hubiera protegido del agua.

𝓛𝓪 𝓗𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓪 𝔂 𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓶𝓸𝓷𝓲𝓸 | 마이 데몬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora