4: ¿Qué hice?

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Estoy de camino a la oficina después de haber desayunado en una cafetería cercana sola, a mi abuelo le surgió algo de último momento y tuvo que cancelar nuestra salida.

Al llegar a la oficina, me encontré con Mauro pálido, esperando por mí, su expresión preocupada me hizo acelerar el paso y acercarme rápidamente a él.

— ¿Qué tienes? — Le preguntó

— Kayla ... — Comenzó a negar — La jodiste grande, la jodiste en verdad.

— ¿Qué jodí? ¿Qué hice?

Mi mente se llenó de posibilidades y escenarios negativos, tratando de encontrar una explicación a sus palabras, quería entender la magnitud del error que había cometido y cómo podía remediarlo, pero este idiota no podía decir más.

— Está en la sala de juntas con tu abuelo, tus padres, y su padre de ella ...

— ¿El padre de ella? ¿Quién ella, Mauro?

— Señorita Kayla, su padre la manda a llamar. — Dijo mi asistente desde la puerta — Dice que vaya ahora mismo.

A medida que me acercaba a la sala de juntas, el sonido de voces se volvía más fuerte, podía distinguir la voz de mi padre, llena de seriedad y enojo.

Al abrir la puerta de la sala de juntas, me encontré con mi abuelo, mis padres y una chica desconocida acompañada por el señor Herrera, todos parecían serios, excepto la chica, que parecía estar relajada y despreocupada.

— ¿Qué hace el señor Herrera aquí? — Pregunte sería

— Kayla, siéntate. — Pidió mi abuelo serio — Por favor.

Mi padre me miraba molesto y yo me sentía confundida por la situación, asentí con la mirada a mi abuelo y tomé asiento a su lado.

— ¿A inicios de mes estuviste en Las Vegas? — Pregunto mi papá sin siquiera verme

— Sí, un día después del cumple años de Mauro. — Conteste confundida — ¿Cómo sabes que fui? Ni se lo he dicho a él.

— Porque el señor Herrera afirma que esa noche, en Las Vegas, te casaste con la señorita que está a su lado, su hija Leah.

— ¿Qué? No. — Respondí interrumpiéndolo y levantándome de mi asiento — A ver, yo no soy homosexual para empezar, papá.

— Oh, para nada, solo te besas y acuestas con chicas. — Dijo con ironía la chica — Eso no parece para nada homosexual.

— Cierra la boca que contigo nadie está hablando. — Le dije molesta

— Kayla, escuchanos. — Hablo mi abuelo — No nos importa si te gustan o no las chicas, lo que nos importa es saber si lo que dice es verdad.

— Abuelo, yo no la conozco, no sé quién es ni sé por qué dice esas cosas de mí. — Le expliqué — Tal vez me pasé de copas esa noche, estaba dolida y triste, pero casarme con una desconocida y peor con una Herrera, eso nunca. No podría hacerles eso.

— Mi hija no es una mentirosa, señorita Kayla. — Dijo serio el señor Herrera — Y tampoco hubiera venido hasta aquí si no estuviera completamente seguro de que hubo una boda entre ustedes dos en Las Vegas.

Todos los ojos se posaron en mí, esperando una respuesta.

— Señor Herrera, no tengo ningún recuerdo de haberme casado con su hija ni de haberla conocido hasta hoy. — Respondí — Para ni una de las partes grato estar aquí y mucho menos con un tema como ese.

Mentira de amorWhere stories live. Discover now