7: Mañana con Leah

72 7 0
                                    

Desperté lentamente, parpadeando mientras me acomodaba en la cama, mi celular estaba a mi lado cargando, lo tomé para revisar las notificaciones, pasé varios minutos deslizando el dedo por la pantalla, contestando los correos y mensajes que me habían llegado la noche anterior y hoy.

— Tengo que levantarme. — Murmure sin ganas — Tengo que ir a la oficina.

Con desdén y desgano, me levanté de la cama, arrastre mis pies por el pasillo dirigiéndome a la cocina.

— Hasta que te despiertas. ¿Cómo dormiste?

Volteé a ver a ambos lados, pero no vi a nadie cerca.

— ¿Me hablas a mí? — Pregunté confundida

— ¿A quién más? — Señalo con sarcasmo

— No lo sé ... — Murmure mientras preparaba café — ¿Qué estás haciendo?

— El desayuno, ¿no es obvio?

¿Por qué esta chica, en todo lo que dice, usa el sarcasmo?

— Eso lo sé, la pregunta es: ¿Por qué? — Cuestioné

— ¿Todas tus preguntas son otras preguntas que esperas que descifre? — Inquiere apagando la estufa — Si es así es extraño.

— Bueno, ¿qué te digo? Estoy acostumbra a que los demás no me entienda y hablar así. — Mencione sin darle importancia

Rio suavemente — ¿Tu familia habla tu idioma? Si es así, les pediré que me enseñen, ya que no logro entenderte la mayor parte del tiempo. — Dijo buscando los platos — Nunca comes aquí, de hecho nunca te he visto cocinar o comer algo, así que decidí cocinar algo para ti.

— Okey ... Eso es nuevo. — Dije sirviendo el café en mi taza — Una pregunta: ¿Cómo preparaste panqueques si no he ido al supermercado en un tiempo? 

— Existen los aplicativos, ¿sabes? —Señalo con sarcasmo — Pedí lo necesario para el desayuno.

— Bien, otra cosa, ¿esto será algo común? 

Okey, no me entendió. ¿Cómo lo sé? Ella es demasiado expresiva.

Suspire — ¿Vas a cocinar algo todos los días? 

— ¿Acaso tú no lo harás? — Preguntó sorprendida

— No, no tengo tiempo. — Respondí — Como al parecer así será, tendremos que hacer las compras, ¿tienes tiempo después de comer para ir?

— A las diez recién estaré desocupada.

— Está bien, eso es en tres horas ... — Masculle para mí misma — De acuerdo, te dejo hacer tus cosas, adiós.

— Espera. — Dijo antes que me vaya con el plato de panqueques — ¿Trabajaras y comerás a la vez?

Asentí — ¿Por?

— Eso no es saludable, no puedes hacer dos cosas a la vez, debes elegir entre comer o trabajar. — Menciono notoriamente molesta — ¿Cuál harás? 

— ¿Es otra de tus bromas? — Pregunté confundida, pero ella negó — Okey ... ¿Has fumado o tomado algo? — Volvió a negar — ¿Entonces?

— ¿Entonces qué?

— No lo sé, dímelo tú, actúas extraño, ¿acaso tuviste un accidente?

— No, ¿tú sí?

— Aparte de nacer, ninguno que recuerde.

Me senté frente a ella y comencé a desayunar en silencio, tengo que admitir que sabe cocinar, nunca disfruté tanto una comida como lo he hecho con esta. Después de terminar el desayuno, me levanté de la mesa y lavé todos los utensilios que había utilizado, dejando la cocina limpia. Me dirigí a mi oficina y me encerré en ella para comenzar a trabajar.

Mentira de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora