10: Herrera

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Al llegar a casa, subí rápidamente las escaleras hasta el segundo piso, no estaba familiarizada con las habitaciones de esa planta, ya que rara vez tenía motivo para subir, sin embargo, en esta ocasión, tenía que encontrar la habitación de Leah. Todas las puertas de las habitaciones del piso, excepto una, estaban sin seguro.

Toc Toc

— ¿Quién? — Pregunta desde el otro lado de la puerta

— Yo ... — Contesté — ¿Abres?

— No.

— Okey ... — Murmuré mientras me sentaba frente a su puerta — Yo puedo esperar.

Me quedé sentada frente a la puerta de Leah, esperando pacientemente durante casi una hora, todo ese tiempo, jugué con el anillo que llevaba en mi dedo, lo giraba entre mis dedos mientras observaba con la luz se reflejaba sobre este, ya que me había olvidado el celular en el coche y no tenía nada más para distraerme. 

Finalmente, la puerta se abrió y Leah salió, me miró de arriba abajo con una expresión seria.

Extendí el libro "Orgullo y prejuicio" hacia ella.

— Es tuyo. — Murmuré levantándome — Lamento lo de ayer ...

Leah tomó el libro entre sus manos, examinándolo con curiosidad.

— ¿De dónde lo sacaste? — Inquirió — Ayer no saliste y a esta hora recién están abriendo los centros comerciales y librerías.

— Mi abuelo. — Conteste antes de bajar

Fui hacia mi coche, abrí la puerta y tomé el celular que había dejado en el asiento del copiloto, con en este en mano fui hasta la cocina a preparar el café en la cafetera, en lo que esperaba aproveché en revisar mi correo electrónico, para mi sorpresa, no había ningún mensaje en mi bandeja de entrada, lo cual es extraño.

— ¿No vas a ir a la oficina? — Preguntó y yo negué guardando mi celular — ¿Y eso?

— Mi papá. — Conteste sacando las tazas — ¿Estamos bien?

— Lo estamos. 

— Okey ... ¿Café?

Desayunamos en silencio, cada una en lo suyo, Leah leía el libro que le había regalado, mientras yo revisaba mi celular. Después de un rato, levantó la vista de su libro y me miró con una sonrisa, no sé cómo, pero me convenció de ir al centro comercial, tenía ganas de comprar ropa nueva y más libros para su colección. 

Nos dirigimos al centro comercial en coche, con la música sonando suavemente en el fondo, durante todo el trayecto, Leah se concentró en leer su libro, no intercambiamos palabras lo que me gusto. Al llegar al centro comercial, apagué el coche y Leah guardó su libro con cuidado.

— ¿A dónde? — Pregunté

— A la librería.

Nos dirigimos hacia la librería, caminando juntas por los pasillos del centro comercial, ella miraba las tiendas y yo ella, no conocía bien el lugar y no me quería perder, el camino no fue muy largo.

— ¿Tiempo? — Pregunté observando la librería 

— El necesario, ¿tienes pensado comprar algo? 

Negué con la cabeza — ¿Cuánto es "necesario"?

— No sé, ¿por qué lo preguntas? No es como si tuvieras algo que hacer. — Contestó con una sonrisa — Solo siéntate y esperame, ¿de acuerdo? Haré lo posible por no tardar mucho.

Mentira de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora