5: Casa de Mauro

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— ¿Para siempre? — Confirmó con la cabeza — ¿A dónde?

— Barcelona ...

— ¿Cuándo? — Pregunté con miedo

— Mañana a primera hora. — Respondió — Kayla, se va y no hay nada que puedas hacer para evitarlo, míralo así, podrás sacártela de la cabeza, la distancia a veces es lo que uno necesita para sacarse de la cabeza, algo que no quiere salir del corazón.

— Mauro ...

— Es lo mejor, Kayla, para ti y para ella.

— Tal vez, pero ... ¿Por qué no puedo ser feliz? Ella me gusta y ... Si tan solo me diera una oportunidad, vería que la merezco, que soy la correcta para ella, pero ... ¿Qué tiene ella que yo no tenga? ¿Qué puede ofrecerle su novia en España que yo no pueda ofrecerle aquí?

— Estabilidad ... Lo siento, ¿sí? Pero creo que lo mejor es que se vaya de una vez, estás casada y ella por comenzar una nueva vida.

— Mauro ...

— Ella se irá y tú como buena amiga, porque es lo que eres ante los ojos de todos los que no saben la verdad, estarás feliz por ella y su decisión de querer un futuro mejor, no harás nada por evitarlo y la dejarás ir deseándole lo mejor, Kayla.

— Bien ... Pero hay que hacerle una fiesta de despedida, ¿no? — Pregunte viéndolo — No quiero que se vaya sin verla por una última.

— Sí, me parece una buena idea, estaba pensando en eso, no tenemos mucho tiempo, así que será algo al vuelo. — Señaló — En 2 horas puedo tener una fiesta.

No pude evitarlo y dejé de escucharlo organizar la fiesta, volví a sentir esa sensación tan familiar, el nudo en la garganta, esa sensación de no poder respirar, esas ganas llorar de impotencia y/o de dolor, esa presión en el pecho y sobre todo, esa sensación de insuficiencia. Intenté respirar profundamente, buscando desesperadamente un poco de alivio, cerré los ojos e intenté encontrar un rayo de esperanza en medio de todo lo que me dijo Mauro, pero no había, ella se iría para siempre y yo me quedaré aquí, hasta que logre olvidarla.

— Kayla, ¿estás bien?

— Sí ... — Mentí con una sonrisa más falsa que mi matrimonio — Es que estaba pensando que el lunes empiezo en la nueva oficina y aún no voy a verla.

— ¿Segura? 

Asentí levantándome de su sofá — Tengo que regresar. Comenzará a sospechar que es la razón por la que no voy a dormir a mi casa.

— Creo que ella ya lo sabe, tres días es mucho.— Contestó con una sonrisa burlona — Aún no puedo creer que te hayas casado en Las Vegas, de todos en esa fiesta tú eras la más "correcta".

— A veces hacemos locuras con el corazón roto. — Respondí con una sonrisa sincera — Me voy, vengo más tarde, Mauro.

— ¿Vendrás con ella? — Pregunta acompañándome a la puerta, alce la ceja al no entender a quién se refería — Con tu esposa.

— Ah, ella ... ¿Quieres que la invite?

— Por supuesto, tienes que empezar a incluirla en los eventos que vas para que nadie sospeche que es un fraude su matrimonio.

— Pero lo es. 

— Pero ellos no tienen por qué saberlo. — Explico con una sonrisa de diversión, mi desgracia lo hacía feliz — En dos horas, ¿sí?

— Dos horas ...

Después de despedirme de Mauro con un beso en la mejilla, me dirigí a mi coche y conduje hasta mi casa, que se encontraba a pocos minutos de la suya. Al llegar, noté que todas las luces estaban apagadas, excepto por la luz tenue que provenía de la sala, tomé un momento para suspirar y luego bajé del coche, caminando lentamente hacia la entrada de la casa.

Mentira de amorWhere stories live. Discover now