11: Noche en casa

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De repente me percaté de que había un inusual silencio en la casa. Normalmente, Leah siempre está haciendo ruidos, ya sea escuchando música, viendo películas o simplemente moviéndose por la casa, pero no era el caso, había mucho silencio.

Caminé por el pasillo y llegué a la sala de estar, donde la encontré sentada en el sofá, con un libro en mano y lágrimas en sus ojos.

— ¿Qué paso? — Pregunté  

— Él sacrificó su vida por ella. — Dijo entre lágrimas — Murió por ella.

— ¿Estás llorando por un libro?

— No, estoy llorando por su historia de amor. — Me corrigió — Él no debió morir, debió ir a rehabilitación.

— Si sabes que es ficción, ¿no? Nadie murió en realidad, de hecho, el personaje ni siquiera existe.

Agarro el cojín más cercano y con molestia lo lanzo hacia mí, voló por el aire y, para mi sorpresa, terminó golpeándome en la cara.

— Si no quieres que haga estos meses que nos queda un infierno, hablaras bien de Luke Howland.

¿Por qué todas las personas que han leído ese libro defienden al mismo personaje? No lo entiendo, pero al parecer Leah sí.

— Eres masoquista. — Señalé, recogiendo el cojín y dejándolo en un sofá — Te leíste el libro sabiendo el final y aun así tienes el descaro de llorar y enojarte conmigo por no entenderte.

— Si, ¿algún problema?

Negué con la cabeza — Solo señalé lo evidente. — Conteste volviendo a mi habitación — En el segundo libro se va a casar y tendrá dos hijos, uno se llamará Luca en su honor.

En ese momento, lanzó otro cojín hacia mi dirección.

— ¡Largo! — Exclamó, claramente molesta

— A su esposo le gusta el café, algo que a Luke no. — Añadí con una sonrisa antes de cerrar la puerta

Pude escucharla gritar de frustración y enojo, parecía estar molesta por el hecho de que no había empezado a leer el segundo libro y yo ya se lo había spoileado.

Decidí ponerme los auriculares y poner música para bloquear el ruido que hacía. Luego, abrí el estuche de colores y empecé a pintar en el cuaderno que había compre el otro día en la librería.

Después de terminar de pintar dos hojas, me sentí un poco estresada por tener que haberme mantenido dentro de las líneas del dibujo, pero al mismo tiempo me gusto el resultado final. Me levanté de mi escritorio y salí de la habitación. Caminé hacia la cocina y me serví un vaso con agua.

— ¿Puedo preguntarte algo?

Miré a mi alrededor para asegurarme de que no había nadie más en la habitación. Me señalé a mí misma y asintió con la cabeza.

Asentí — ¿Qué quieres saber?

— Si London te hubiera elegido, ¿realmente habrías dejado la empresa y divorciado de mí?

— ¿Nos escuchaste?

— Lo hice, ahora responde.

Bajé la mirada y pensé en su pregunta. Esa noche estaba ebria y dolida, y aunque parte de lo que dije era verdad, no todo lo era.

— Sí y no. — Conteste — Me habría divorciado, pero no habría dejado la empresa.

— ¿Le mentiste?

Mentira de amorWhere stories live. Discover now