Perfecto

821 48 50
                                    

*Viernes 5 de septiembre*

João

Me desperté en una cama ajena a la mía, pero supe donde estaba en cuanto vi a Gavi abrazado a mí durmiendo plácidamente, me fijé en sus facciones relajadas, en su pelo alborotado, en sus mejillas algo coloradas por el calor, y en sus labios, esos labios que me había pasado besando toda la noche, a eso debido el que estuvieran algo hinchados y rosados.

Él se movió encima de mí.

— Deja de mirarme— dijo con la voz un poco ronca y poniendo su mano en mi cara para girarla.

— ¿Por qué?— pregunté riendo.

— Porque estoy muy feo— dijo escondiendo la cara en mi cuello.

Una carcajada floja salió de mi garganta.

— Pablo, tu nunca estás feo— salió de mi cuello y me miró— ¿Que?— pregunté por si había metido la pata.

— Me has llamado Pablo...

Me di cuenta y entonces hablé.

— Perdón, no me he dado cuenta.

A él le salió una risilla.

— Que no pasa nada bobo, me gusta que me llames así.

Yo solté un suspiro y sonreí.

Después se subió encima de mí a horcajadas y me revolvió el pelo sonriéndome.

— ¿Que?— susurré sonriendo cuando se quedó mirándome a los ojos.

— Nada— susurró de igual manera.

Bajó su cabeza hasta mi pecho y empezó a darme besos por el pecho y el abdomen pero sin cortar el contanco visual conmigo. Me reí cuando me dió primero un beso en un pezón y luego en el otro.

Fue bajando hasta mis abdominales también dejando pequeños besos y cuando llegó al borde de mis boxers agarró la goma con los dientes y le pegó un tirón pequeño haciendo que riera con nerviosismo y mordiese mi labio inferior.

De repente tocaron al timbre de su casa y Gavi se levantó con cara de confusión, dejó un beso en mis labios antes de bajar abajo.

Escuché como hablaba con alguien y después cerraba la puerta y escuché sus pasos volver.

— Era Pedri— dijo desplomándose encima de mí.

— ¿Que quería?— pregunté acariciando su pelo.

— Me ha dicho que se le ha roto el móvil y que Ferran lo está enviando de casa en casa para avisar de que quiere que vayamos a comer todos juntos. Pero dice que ya está hasta la polla y que tu casa está muy lejos, así que que te envié yo un mensaje, pero bueno, ya lo sabes.

Ambos reímos.

— ¿A que hora te ha dicho de quedar?

— A las dos.

— Son las una— dije mirando el techo.

— Ya.

— Pues me voy a mi casa, me cambio y vuelvo a por ti ¿Te parece?

— Nooo, no te vayas— dijo pataleando como un niño pequeño.

— Gavi, me tengo que cambiar.

Él bufó.

— Vaaale, pero no tardes.

Yo asentí y le di un beso en los labios antes de bajar las escaleras y marcharme. Cogí mi coche y conduje hasta mi casa. Una vez allí, me pegué una ducha rápida, me puse una sudadera azul oscuro con unos dibujos detrás y unos pantalones crema y peine mi cabello aún húmedo con los dedos.

El Último Partido (João Félix X Gavi)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum