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La velada musical de lady Bridgerton resultó ser una reunión indiscutiblemente artística, lo cual no siempre es la norma en este tipo de veladas. Esta Autora se lo puede asegurar. La intérprete invitada no era otra que Maria Rosso, la soprano italiana que tuvo su debut en Londres hace dos años y que ha regresado tras un breve periodo en los escenarios vieneses. Con su espeso cabello azabache y centelleantes ojos oscuros, la señorita Rosso demostró tener tanto encanto en su voz como en su figura. Y más de uno (de hecho, más de una docena) de los denominados caballeros de la sociedad encontraron dificultades para apartar la mirada de su persona, incluso después de que hubiera concluido la actuación.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN

27 de abril de 1814

El lunes por la noche había llegado y eso quería decir que en la mansión Bridgerton se celebraba un baile.

Anthony se encontraba en su estudio bebiendo una copa y divirtiéndose, viendo a la gente llegar con sus carruajes. Seguía mirando por la ventana cuando vio salir de un carruaje a Charles Sinclair, no sabía qué hacía ahí, según le había dicho su madre seguía fuera de la ciudad.

La noche justo acababa de empezar y a él ya se la habían fastidiado con una simple presencia.

Llegó a la sala, al inicio de la pieza cantada por la soprano Maria Rosso – con la que compartió un agradable interludio la última vez que había estado en la ciudad –, intentando hacer el menor ruido posible se sentó cerca de su familia y justo al lado de Annette, al ver dos asientos libres, uno al lado de Colin y el otro de la chica, tuvo la necesidad de estar a su lado.

Observó a Annette, sus ojos brillaban maravillada, la chica era una gran apasionada de las artes en todos sus aspectos, siempre que podía iba a museos, a la ópera o a obras de teatro.

Estaba preciosa esa noche, en realidad siempre lo estaba, pero no sabía que era exactamente, si el vestido, el peinado o simplemente ver su emoción al escuchar a Rosso cantar que hacía que estuviera más deslumbrante que nunca.

Desvió su mirada hacia la soprano, necesitaba dejar de pensar en ella, pero Annette no ayudaba si cada día estaba más bella.

Se dio cuenta que Maria Rosso no paraba de mirarle, descaradamente, le lanzaba públicamente con la mirada invitaciones sensuales. Entonces pensó que tal vez debiera considerar reanudar su amistad. Si la sensual belleza italiana no conseguía quitarse a Annette de la cabeza, nada lo haría.

Annette estaba molesta. Desde que había llegado Anthony, vio como sin decoro alguno la soprano miraba al hombre, de una manera sensual que a él no parecía molestarle, sino disfrutar. La sensación que tenía en el pecho le estaba fastidiando la actuación y si de por sí ya estaba lo suficiente molesta al ver al hombre disfrutar de las miradas de esa mujer, el no poder disfrutar la pieza todavía más.

Pero ¿por qué le molestaba?

Se había dado cuenta que le importaba demasiado lo que Anthony hacía o dejaba de hacer y no creía que eso fuera bueno.

No sabía cómo descifrar sus emociones respecto al hombre y eso también le molestaba.

Todo lo relacionado con Anthony le producía una enorme molestia y a la vez una grande decepción.

—¿Está bien? — preguntó en un susurro Sinclair, sacándola de sus pensamientos.

La chica se giró hacia él y asintió con una sonrisa.

Cuando acabó la interpretación, no pudo evitar advertir que la soprano, tras aceptar graciosamente los aplausos, se dirigió con el mayor descaro hacia el vizconde y le ofreció una de esas sonrisas seductoras. Anthony ofreció por su parte una misteriosa media sonrisa a la cantante de ópera. Luego estiró el brazo y le recogió tras la oreja un mechón suelto de su pelo azabache.

𝐌𝐎𝐍 𝐀𝐌𝐎𝐔𝐑 - 𝗮𝗻𝘁𝗵𝗼𝗻𝘆 𝗯𝗿𝗶𝗱𝗴𝗲𝗿𝘁𝗼𝗻Where stories live. Discover now