𝐌𝐎𝐍 𝐀𝐌𝐎𝐔𝐑 - 𝗮𝗻𝘁𝗵𝗼𝗻𝘆 𝗯𝗿𝗶𝗱𝗴𝗲𝗿𝘁𝗼𝗻

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Capítulo editado

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El vividor antiguamente conocido como conde de Clyvedon ha decidido, al fin, honrar a Londres con su presencia. Al parecer ha sido visto saliendo de su casa enfadado, ¿habrá conocido ya a su hermana, Annette? Una chica encantadora a mí parecer.

Aunque todavía no se ha dignado a hacer su presentación oficial en ninguna fiesta social a pesar de que su hermana esté presentada en sociedad, han visto al nuevo duque de Hastings en White's varias veces y en Tattersall's en una ocasión. El duque ha vivido en el extranjero los últimos seis años. ¿Será sólo una coincidencia que haya regresado ahora, justo después de la muerte del viejo duque?

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
26 de abril de 1813

Annette llevaba toda la mañana moviéndose por todo el salón, nerviosa, su hermano llegaría a Londres, el cual nunca había conocido y no sabía como era, según su padre, una decepción, pero después acabó siendo un orgullo, y según Anthony un arrogante idiota el cual le caía muy bien.

Se acercó a una de las mesas del comedor, donde se encontraban diferentes tipos de dulces, agarró su galleta favorita y se la metió entera en la boca con casi imposibilidad de masticar.

Un gesto poco adecuado y vulgar para una dama, pero en ese momento poco le importaba, los nervios la carcomían por dentro y cuando pasaba eso, tenía la necesidad de comer.

—Señorita Basset— dijo Fernsby, su mayordomo entró al comedor.

Annette se giró hacía él, con la boca todavía llena.

Al mayordomo, se le escapó una pequeña sonrisa divertida, pero rápidamente volvió a su compostura, ya que tenían prohibido mostrar emociones, aunque no es que a Annette les molestara, de hecho lo contrario.

Fernsby se aclaró garganta y habló:

— El duque de Hastings está aquí — informó.

La castaña ante la sorpresa, se atragantó con la galleta, empezó a toser y a ponerse roja.

—Se-señorita— el hombre se acercó a la mesa a buscar un vaso de agua— tome, beba— dijo, dándole el vaso.

— G-gracias— respondió, mientras seguía tosiendo.

Una vez se bebió el agua y se calmó, el hombre preguntó:

—¿Quiere que le diga al duque donde se encuentra?

La chica asintió.

— Gracias, puede retirarse Fernsby — le sonrió.

— ¿Hola?— un hombre muy parecido a su padre y con ojos de color azul, apareció en el comedor.

— Hola— dijo Annette, con una sonrisa.

Se formó un silencio incómodo, con los dos sin saber que decir.

— Si quieres siéntate —ofreció la chica.

Simon fue a sentarse.

— ¿Ha sido agradable el viaje?— preguntó la chica, sentándose en un sillón.

— No mucho.

La castaña asintió la cabeza con incomodidad.

—¿Quieres tomar té?

Se levantó para ir a llamar a un mayordomo.

—No, no quiero, no hace falta que llames.

— De acuerdo — murmuró, sentándose otra vez.