CAPÍTULO 29 - EL ADIÓS, ES UN HASTA PRONTO

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CAPÍTULO 29 - EL ADIÓS, ES UN HASTA PRONTO

Se tambaleó hacia atrás tembloroso de miedo por su egoísmo. Él la amaba, jamás le haría algo que ella no deseara.

- Tienes mucha ropa – ella comentó con una media sonrisa que le quitó el aliento.

- Tú también... - dijo mientras se quitaba la camisa. Le siguieron los zapatos, el cinturón, el pantalón y la camisetilla interior, mientras miraba como lentamente ella se despojaba de las finas prendas y soltaba su cabello del moño alto que llevaba.

- Eres impresionante... - susurró ella cuando él estuvo completamente desnudo.

- Y tú eres tan deliciosamente sexy que quiero lamerte completa. – susurró sobre sus labios cuando se unió a ella en la cama.

- Yo quiero que me lames. Mójame toda.

- Oh nena. Estoy tan loco por ti.

La besó y se dejó perder en la sensación de tenerla debajo correspondiendo a cada beso, a cada caricia. Bajó por su cuello a sus senos y los atendió concienzudamente. Ella se estremecía con cada lamida, y gemía con cada mordida murmurando su nombre.

Bel acariciaba su cabello y él bajaba más y más por su cuerpo cumpliendo lo prometido, besando y mordiendo sus muslos, creando círculos con su lengua detrás de las rodillas, o chupando los dedos de sus pies. Cuando terminó de lamerla casi toda, puso total atención al placer de su mujer lamiendo entre los labios de su sexo para escucharla jadear en sorpresa. Bell murmuró una pequeña suplica que le persuadía de parar. Ella lo quería moviendo la lengua sobre su clítoris y hundiendo los dedos en su dulce coño, y eso fue lo que hizo. Bell explotó de placer y él degustó sus jugos antes de subir sobre su cuerpo y besarla en los labios.

Posesionándose entre las piernas la mujer que amaba, sin esperar una aprobación penetró el caliente coño de Bell, que lo envolvió y lo hizo sentirse en casa. Degustó el momento antes de moverse en un vaivén interminable, intercalando entre lentos y rápidos, suave y duro.

- ¡Dios mío, Mad!... hmmm... ahhhh... sí... así... - gemía ella.

- ¿Te gusta, amor? – preguntó también sin aliento a punto de perder el control al verla tan encendida.

- Si... amo... esto... más... dame... - dulces palabras para sus oídos.

- Todo lo que quieras – y se sintió bien darle lo que su chica quería.

Verla explotar de placer solo le daba aún más placer a él. Se corrió dentro de ella todas las veces que pudo, haciéndose adicto a marcarla con su semilla. Sintiéndose como un animal y un tanto primitivo. A dejar su olor impregnado en las profundidades de ella. Queriendo ligarla él a cualquier costo, más incluso a través del sexo.

Terminaron dormidos y saciados. Cada vez que despertaba la tomaba nuevamente, sin prisas, envueltos en una nube de placer que los dejaba despreocupados del mundo. Maddox recordó las palabras de ella de que Collín la fuera a ir a recoger, y mirando el reloj se dio cuenta que era pasada la media noche. Así que sospechaba que su mujer había mentido.

- ¿Era mentira que Collín venía a recogerte? – le preguntó mientras la abrazaba y le acariciaba la espalda. Ella suspiraba ante su toque y se metía más entre sus brazos.

- Si. Solo pude comunicarme con mi madre y le inventé una excusa de mi ausencia. Es difícil lidiar con ella y su control.

- ¿Y que estará pensando Collín al no encontrarte?

- Le mandé un mensaje. Le dije que me quedaría con tus hermanos. No tengo señal, así que no puedo saber cuál fue su opinión.

- ¿Qué vas a hacer con la boda? – preguntó después de un largo silencio.

Tenía miedo de preguntar, pero él sentía que no debía quedarse con la duda. La notó tensa y se aisló por un instante que a él no le gustó, pero le dio tiempo para pensar.

- No hablemos de ello ahora. Quiero dormir abrazada a ti – ella lo miró a los ojos y le sonrió. Él no se dejó engañar, ella le ocultaba algo. Ella aun no confiaba en él.

- Quiero hablar de ello ahora – insistió.

- Aparte de todo lo demás, debo casarme – respondió ella con un suspiro desganado.

- Cásate conmigo, entonces. – dijo luego de pensarlo un poco. Solo no quería que ella se casara con otro hombre. Que perteneciera a otro hombre.

- Ni siquiera has dicho que me amas. Casarme contigo tendría un concepto muy diferente Maddox y no quiero ser juzgada por tu familia. No soy tan fuerte.

- ¿Porque diferente? yo no dejaría que nadie te faltara el respeto.

- Me lastimarías mucho si encuentras a otra mujer, me lastimaría mucho porque todo lo que quisiera de ti es amor – dijo ella sentada a su lado con las manos entrelazadas. – Además la madre de tu hijo aun está en tu familia. No quiero que me odien por querer estar a tu lado.

Él no podía garantizarle nada porque no creía en el felices para siempre. Así que no sabía cómo responder a ello. Y el tema de Anne aun no lo resolvía, porque su hijo estaba en una edad donde les necesitaba a ambos constantemente. Por eso no alejaría a Anne de su dulce hijo. Aunque le constaba aceptarlo, Bel tenía razón. Ella besó sus manos y el sintió la profundidad de sus palabras. Era sincera.

- Es verdad que no puedo prometerte algo así, pero no soy un hombre que cambie de opinión y sentimientos fácilmente. Y si prometo protegerte y adorarte es porque así lo haré. Sea lo sea que nos golpee en el futuro.

- Esa no es la garantía que quiero de ti...

- Pero es la que tienes con Collín – gruño molesto tapándose los ojos con el brazo para tranquilizarse.

- Lo que siento por Collín es diferente a lo que siento estando contigo – susurró ella sobre su pecho. Sintió los delicados dedos de ella acariciar sus labios y no pudo sentirse más abrumado de lo que se sentía.

- Si no me das la oportunidad, no puedo hacer nada... nunca te obligaré a hacer lo que no quieres. Y me doy cuenta de que no me quieres.

Un par de lágrimas rodaron de sus ojos, pero no la dejó verlas. Tenía su orgullo. Bell se subió sobre él y lo abrazó fuertemente. Sentía su llanto silencioso en su cuello y solo pudo corresponderla. Pensó que cuando ella estuviera preparada la dejaría ir definitivamente.

- Puede que este cometiendo el mayor error de mi vida no estando contigo. Pero nunca, nunca dudes que te quise, que te quiero, y te querré por siempre.

Él no respondió, no tenía ganas de seguir expresando sentimientos en vano. Decidió que amaría su cuerpo tanto como pudiera, y eso fue lo que hizo los siguientes días.

La dejó frente al hotel donde se hospedaba la madre que coincidencial-mente era el mismo donde la vio por primera vez. Se despidió con solo un beso en la mejilla y un "cuídate mucho", Bell le sonrió melancólica antes de bajarse del auto con sus compras del día que la secuestró. Esperó a que entrara y ella regresó sobre sus pasos y tocó su ventanilla.

- ¿Qué pasa? – preguntó confundido. Ella se inclinó y le besó apasionadamente. Quería empujarla dentro del auto, pero no podía.

- Nunca será suficiente un beso en la mejilla como despedida. Ni cualquier otro que tome de ti. – pronunció Bell sobre sus labios antes de alejarse corriendo.

- Ni para mi... Por eso prometo que, si la vida nos vuelve a juntar, te tomaré sin importar que.

Prometió observándola en la distancia hasta que desapareció de su vista. Arrancó el auto y no volvió a mirar atrás. En ese instante en que ella lo besó la esperanza volvió a él. Sabía que debía esperar. Sabía que tenía que cuidarla en las sombras hasta que Collín diera un paso en falso y allí tomaría ventaja y se la robaría. La tomaría devuelta y no la volvería a dejar ir. Pero tenía que ser paciente.

Muy paciente.

Fascinación - Enamorada de un MillonarioWhere stories live. Discover now