CAPITULO 3 - LOS HERMANOS ROCHER

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CAPITULO 3 – LOS HERMANOS ROCHER

Belinda despertó al medio día sintiéndose descansada, quería seguir envuelta entre las sabanas y disfrutar de la cama más cómoda que había usado en la vida. Estaba consiente de estar en casa del Señor Rocher y de haber llegado dormida allí.

Miró hacia los grandes ventanales donde se apreciaba una maravillosa vista de la ciudad. Curiosa salió de la cama y se acercó a observar la belleza arquitectónica del lugar que la rodeaba. Una gran piscina y jardín del piso inferior le atrajo la atención llamándola a bajar y disfrutar del agua a causa del calor exterior.

Era extraño para ella sentirse cómoda en un lugar desconocido pero el alivio de saberse protegida era muy grande. Tal vez pecaba de confiada, pero en aquel momento su presente era más importante que el futuro. Tenía que encontrar una manera de seguir avanzando solo que aún no estaba preparada para planteárselo. Solo quería un par de días para aceptar que se había equivocado al elegir al hombre que se supone la acompañaría el resto de la vida o por lo menos lo que soportaran juntos. Todo un esquema de vida planeado y tirado por la borda, y más que todo era la impotencia de no poder arreglarlo lo que la deprimía más.

Aun en ropa interior se metió en el baño. Encontró cepillo de dientes, shampoo y toalla para su gran alivio. Se dio un baño reparador con agua fría y cuando pensó que todo estaba bien el llanto hizo presencia como eco en la habitación de baño. Terminó en cuchillas abrazándose a sí misma mientras se desahogaba, mientras se sentía terriblemente sola.

Ella odiaba aquella sensación, porque la había estado sintiendo gran parte de su corta vida.

Alguien golpeó la puerta devolviéndola a la realidad.

- Señorita ¿Se encuentra bien?

No respondió, simplemente miró sus manos, perdida.

- No quiero ser entrometida, pero voy a pasar.

Una señora de servicio entró a la habitación con semblante preocupado. Belinda trató de parecer fuerte interponiendo una máscara ante sus sentimientos logrando dejar atrás los sollozos y levantarse un poco temblorosa evadiendo la mirada de la señora que la miraba con ternura mientras la ayudaba a cerrar la llave de agua y le pasaba la bata de baño.

- Soy Micaela, la ama de llaves de la casa. Vine a ver si ya había despertado para traerle algún aperitivo antes del almuerzo.

Belinda la escuchaba atentamente pero no respondió hasta que encontró una silla donde sentarse aclarando su voz y manteniendo la compostura.

- Un gusto conocerla, Micaela. Llámeme Belinda. Gracias por la preocupación, el aperitivo estará bien.

- De nada, mi trabajo es hacer sentir cómodos a los invitados. Me preguntaba si necesitaba ropa.

- Lamentablemente, sí —respondió con un poco de vergüenza.

- Por lo que me he tomado la molestia de dejarle sobre la cama algunas prendas. Elija lo que más le guste —le regaló una sonrisa—, en los gabinetes podría encontrar algo que necesite. Con su permiso me retiro. Está en su casa.

- Gracias Micaela.

Se sonrieron ambas. Micaela la dejó sola y con un suspiro se levantó a buscar en los gabinetes del baño la secadora de cabello. Cierto que verse a los ojos a través del espejo la deprimía por lo que se dedicó a mirarse el cabello hasta que quedó perfecto. En el gabinete lateral encontró maquillaje por lo que se colocó un poco ocultando las bolsas bajo sus ojos. Se quedó sorprendida cuando vio la ropa que Micaela le había dejado sobre la cama. Todo era de marca y de su talla, se apreciaba el buen gusto y sin resistirse se probó todos. Eligió un vestido largo veraniego con tirantes negro con rosas y probó con unas sandalias negras para combinar. Se recordó agradecerle al Señor Rocher por las atenciones que tenía hacia ella.

Fascinación - Enamorada de un MillonarioWhere stories live. Discover now