Capítulo 19

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Sally

Me desperté de mi siesta a eso de las seis de la tarde. Tomé mi celular de la mesita de noche y, al desbloquearlo, vi que tenía dos mensajes sin leer. Uno de Hayley y otro del número desconocido. Por mi bien, abrí primero el de Ley.

Hayley: ¿Cómo va la asimilación de sentimientos, californiana? ¿Muy intensa?

16:37

Divertida, le contesté que estaba bien y que no podía esperar a que llegase el sábado. Luego —mucho menos divertida—, abrí el mensaje del número desconocido.

Desconocido: Espero que tus días allá sean divertidos, porque cuando te destruya como tú a mí, quiero saber que te lo arrebaté todo.

17:24

Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Ese mensaje era mucho peor que el que había recibido la noche anterior. Además, mi amenazante me estaba acusando de destruirlo, cuando yo jamás —pero JAMÁS— lastimé a alguien. Al menos, no con intención.

¿Qué diablos estaba pasando?

Inquieta, busqué en mi corta lista de contactos hasta dar con uno en especial que nunca creí que iba a utilizar. Lo tenía agendado como «posible jefe», así que lo cambié rápidamente a «James» y marqué el ícono de llamar. Me contestó al segundo tono.

—Hola —saludé, al darme cuenta de que él no pensaba hablar primero.

—Hola —contestó.

—Lamento molestarte, pero como me dijiste que...

—No te preocupes, no es una molestia —me tranquilizó. Sonreí aliviada.

—Bueno, la cosa es que recibí otro mensaje perturbador. Y, a mi parecer, es mucho peor que el de ayer —expliqué.

—A ver, reenvíamelo.

Hice lo que me pidió y esperé pacientemente a su reacción.

—Ese mensaje sí es mucho peor —coincidió—. ¿Qué piensas hacer con todo esto?

Suspiré, encogiéndome de hombros, a pesar de saber que no podía verme.

—No lo sé. Simplemente te llamé porque me dijiste que lo hiciera —admití, cansada.

—¿Crees que podrás descansar esta noche? —inquirió.

—Mh. —Lo pensé—. No lo sé. Normalmente, por las noches, mi mente divaga. ¿Y con esto de las amenazas...? Creo que no pegaré ojo en lo que queda de año —dije, soltando una risita nerviosa.

La línea se quedó en silencio unos segundos, luego se colgó.

—¿Pero...?

Miré mi pantalla, atónita. ¿De verdad el hombre me había colgado al teléfono como si nada? ¡Si estábamos conversando de lo más bien!

Molesta, bajé las escaleras, dispuesta a ahogar mis rabias/preocupaciones en té. Sin embargo, apenas puse un pie en la primera planta, mi celular vibró con un nuevo mensaje. Lo desbloqueé lo más rápido que pude, esperando que fuese cierta persona.

James: Abre tu puerta.

18:42

Sonriendo, me dirigí a ella e hice lo que me pidió. Y allí, sentado en la parte baja de mis escaleras de entrada, estaba él, mirándome.

Mentalmente, me recordé poner la rampa para él. Lo había olvidado, con todo lo que estaba pasando.

—Hola —saludé, conteniendo la emoción de verlo nuevamente.

El amor sí existe en WoodstockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora