Capítulo 24

870 99 32
                                    

Sally

—¿No te parece un poco raro todo esto? —inquirí, rompiendo el silencio en el que nos habíamos sumergido. No era un silencio incómodo, más bien era tranquilo. Me gustó... y a mí no me gustaban los silencios.

Luego de ese beso, la extraña tensión que había entre nosotros se había esfumado por completo, y no podía sentirme más feliz por eso. El día anterior, la decepción y la humillación me abatieron por completo. Y creo que fueron esas emociones las que hicieron que me diera cuenta de que lo que sentía por ese gruñón era algo fuerte. Algo que no había sentido antes. Ni siquiera con Joshua. Y había estado comprometida con ese hombre.

Aún así, una parte de mí —la que menos me gustaba porque siempre lo sobrepensaba todo— se preguntaba si realmente todo lo que había ocurrido ese día tenía sentido. Quiero decir, ¿yo le gustaba a James? ¿De verdad? ¿Después de cómo se había comportado?... Era extraño.

—¿Raro? —repitió, mirándome confundido—. No. ¿Por qué lo preguntas?

Parpadeé y solté un suspiro. Había roto el momento mágico.

—No lo digo en un mal sentido —su ceño se suavizó—, es sólo que... Pensé que tú no... —Tenía las ideas tan revueltas en mi cabeza, que no era capaz de exteriorizar mis pensamientos.

—¿Que yo no qué? —me instó a hablar con paciencia.

Me quedé en silencio, un tanto avergonzada.

¿Desde cuándo él y yo teníamos conversaciones profundas? ¡Dios santo!, ¡hace una semana ni siquiera lo llamaba por su nombre!

—Pelirroja, no puedo adivinar lo que estás pensando... —Levantó mi barbilla, que inconscientemente había agachado, y me besó la frente con delicadeza—. Habla conmigo, por favor —pidió.

Esbocé una sonrisa ante su ternura.

—Pensé que tú no estabas interesado en mí —retomé—, por cómo actuabas. Pasamos de no hablar nada a... bueno, besarnos.

—De acuerdo, en eso tienes razón.

—¿En que no estabas interesado en mí?

—En que avanzamos a pasos agigantados —aclaró, rodando los ojos—. En el fondo..., creo que siempre sentí algo hacia ti. —Parecía que le costaba decir aquellas palabras. Como si no estuviera acostumbrado a hablar de sus sentimientos. Me gustó que confiara en mí.

—¿Ah, sí? —dije con una sonrisa burlesca. Asintió con la cabeza—. Es que soy irresistible. Ni siquiera un gruñón como tú pudo escaparse de mis encantos —bromeé.

—¿Qué dices? Si eras tú la que se moría por mí —respondió.

—No es cierto. ¿Quién ha dicho que me muero por ti?

—Yo lo digo. Lo veo en tu mirada, pelirroja.

Abrí la boca para contestar, pero se me adelantó y me calló con un beso. Sin poder evitarlo, me derretí en sus labios y enganché mis manos por detrás de su cuello. Si pensé que en nuestro primer beso habíamos derramado todo lo que sentíamos por el otro, estaba equivocada. Aún nos quedaban muchos sentimientos por compartir con el otro.

Él, por su parte, se aferró a mis caderas con fuerza. Dios, ¿cómo podía besar tan bien?

Justo después de separar nuestros labios, mi teléfono vibró.

—Lo siento, debe ser Hayley —dije.

Saqué el aparato de mi bolsillo y me congelé en mi lugar al leer el mensaje.. No era Hayley. Era mi padre. O al menos eso decía el mensaje.

El amor sí existe en WoodstockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora