4. El trato

5.6K 607 163
                                    

—¿Cómo saben que estamos relacionados? —pregunta Blaz.

Cuando llegué a su casa Joss me había enviado a una habitación que al parecer ya era mía, incluso el closet está lleno de ropa de mi talla. Me han preguntado con quién he hablado, qué he dicho de ello y ahora me están interrogando sobre todo.

—No lo sé, y si le preguntan a sus mascotas que se han pasado todos esos días siguiéndome verán que solo he salido para buscar trabajo. Además, apenas hoy me enteré de sus apellidos es Koch, y Klaus es Müller —le digo—. Ni siquiera sabía que Klaus era su primo, ¿y por qué iba a decir que los conocía cuando faltaba tan poco para mi libertad? —suelto ante la frustración—. Ustedes tres tenían más ganas de filtrar la información que yo.

—En eso tiene razón, pero yo no he dicho nada —cuerda Klaus.

—Ni yo —asegura Joss.

—Bueno, quizá dejar tanto guardia detrás de ti haya llamado la atención —termina por decir Blaz—. ¿Cuánto dinero gastaste?

Su pregunta me sorprende. —Dos millones.

—¿En cinco días? —Klaus parece sorprendido.

—Quizás se me fue un poco la mano, pero no tengo documentos y como necesitaba documentos para que pudiera comprar el departamento tuve que recurrir al dinero y a uno de tus hombros.

—Nosotros pudimos haber conseguido tus documentos gratis —dice Joss.

—Lo hubiera pensado si no hubieran amenazado con tenerme en todos los sentidos si tuvieran que ayudarme.

—Igual ya te tenemos —dice Blaz—. Y nos debes dos millones.

—¡¿Qué?!

—Dos millones, dos años —habla Klaus como si estuviera hablando de un día de verano.

—¿Dos años de qué o haciendo qué? —chillo.

—Dos años con nosotros —continúa Joss.

—Dos años siendo nuestra —agrega Blaz con posesividad.

—No dijeron eso cuando dieron el dinero.

—Siempre lee las letras pequeñas, Dieb —se burla Blaz.

—Ve el lado positivo de esto. Tendrás nuestras protección de ahora en adelante. Pero hay un precio que pagar por mi protección —dice Klaus mientras mira a los chicos—. Por nuestra protección y el único pago que aceptaremos es tu cuerpo y tu alma.

Blaz me mira con burla: —Ahora ponte de pie.

Sentado en el sofá de cuero Blaz se inclina hacia delante y apoya los codos en las rodillas. Sus ojos se clavan en los míos como si estuviera llamando a que la obedezca sin tener que decir una palabra.

Hay algo de animal en la forma en que me mira. Casi como un león antes de atacar a su presa, atrayéndome con sus ojos y su comportamiento cautivador.

Miro a Joss y a Klaus y ambos tienen la misma expresión, poniéndome más nerviosa y mojada.

—¿Crees que todo es un juego? ¿Huh? Quítate la ropa.

Niego con la cabeza. —¿Qué?

—¿He tartamudeado? Quítate la ropa, Meike. Veamos si tienes lo que se necesita para ser nuestra puta. Déjanos ver por qué estamos pagando.

—Yo... yo... yo soy... yo...

—¿Qué pasa?, ¿no salías en tanga delante de de un montón de hombres? ¿Eh? —Él entrecierra los ojos hacia mí con una expresión muy sexy y arrogante que quiero golpear en su cara.

DesenfrenoWhere stories live. Discover now