5. Cautiva

5K 527 109
                                    

No sé en qué momento me duermo, pero cuando las pesadillas acuden a mí como cada noche me despierto. Miro por la ventana y veo a los hermanos y primo correr junto a sus hombres, llevan una camiseta ajustada y unos pantalones negros deportivos. Tienen las fundas de sus armas atadas al pecho.

Ni siquiera en su casa se relajan. Deben estar en cosas turbias.

«¿Podría unirme a ellos?». Pienso. Pero aún no sé si puedo deambular por la casa libremente.

Los observo hacer abdominales y saltos, es como un entrenamiento militar. Y mi cuerpo me pide eso y debo reconocer que lo que veo es tentador, tanto como para que tome la decisión de ponerme ropa de entrenamiento y salir. Es una suerte que tengan ropa de mi talla, ¿era tan obvio que iba a menterme en problemas?

Me cuesta un poco encontrar las puertas francesas que dan a la parte trasera donde están entrenando, pero cuando lo hago, me arrepiento al instante. Hay como veinte hombres además de Joss, Klaus y Blaz, todos son enormes, están tatuados y tienen cara de querer asesinar a alguien. Voy a meterme dentro cuando uno de ellos me ve y me quedo paralizada. Todos se giran y me miran.

Sonrío, llevo un top deportivo deja todo mi abdomen al descubierto, y los hombres que tengo delante me están desnudando con la mirada.

—¿Necesitas algo? —pregunta Joss, acercándose y poniéndose frente a mí—. Si buscas la cocina, está del otro lado.

—Corría todos los días, pero no podría pasar los límites de mi habitación o el burdel. Desde que me salí no lo he hecho. Los vi y pensé que podría unirme.

—¿Quieres entrenar a las cinco de la mañana con nosotros? —pregunta en un tono de sorpresa que no me gusta.

Los chicos se ríen y me los miro mal.

—¿Hay algún problema?

—Posiblemente dejes a todos los presentes con una erección matutina, pero ven, íbamos a hacer unas abdominales, puedes contarlas a ver quién hace más.

Me arrastra junto a él y todos me miran.

—Buenos días, Klaus —susurro cuando se sitúa a mi lado.

—Buenos días, Nymphe —me roba un beso.

Blaz nos interrumpe, poniéndome a hacer unas abdominales y no me deja pararme hasta que siento que mi lengua está afuera mientras jadeo.

—Vamos a hacer las dominadas —ordena uno de los Koch a mis espaldas.

Llegamos hasta dos barras y los hombres se sitúan frente a ellas. Blaz, Klaus y Joss son los primeros y llegan a hacer cincuenta sin apenas sudar.

—¿Qué tal, Dieb? ¿Te unes a la competencia de dominadas? —pregunta Blaz con una sonrisa desafiante mientras se seca el sudor de la frente.

—Creo que puedo intentarlo, aunque no prometo llegar a cincuenta —respondo con una mezcla de nerviosismo y determinación.

Los hombres se apartan para darme espacio, y me posiciono frente a las barras, sintiendo la mirada intensa de todos sobre mí. «No puedo retroceder ahora», me digo a mí misma mientras agarro las barras y me impulso hacia arriba.

Logro hacer unas pocas antes de sentir el esfuerzo en mis brazos, pero me niego a rendirme. «¿Quién dijo que sería fácil?», pienso mientras continúo con cada repetición.

Finalmente, después de un esfuerzo tremendo, me bajo de las barras, jadeando y con los músculos temblando. Los hombres me aplauden, incluso Blaz parece impresionado.

—No está mal para ser tu primera vez —comenta, ofreciéndome una botella de agua—. Pero no tomes las muestras de afecto que te enseña Joss o Klaus como muestra de cariño o interés por algo más. Estás aquí; porque necesitamos de tu boca, tu culo y tu vagina para correr. No para nada más. Solo te van coger, y te tratan así porque saben que me molesta. Lo sabes, ¿no?

DesenfrenoWhere stories live. Discover now