11. Placeres morbosos

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Cuando Joss se enoja, se calla. Eficiente. Vicioso.

El tipo de calma que te aplasta sin darte cuenta. Supongo que es de eso de lo que me había advertido Klaus.

Aunque es el más joven de los hermanos Koch, también es el más sereno.

Y el más difícil de leer.

Recuerdo cuando Joss fue con los chicos a rescatarme. En ese momento de ira, en lugar de explotar, se mostró increíblemente calmado y calculador, incluso cuando le cortó la garganta a ese tipo, se mostraba gélido.

Su calma aparente es más intimidante que la ira de otros.

Al día siguiente del lío en el club escuché a Klaus y Blaz hablar de que habían encontrado al tal Simón muerto y supuse que Joss lo había matado, ya que le habían cortado la cabeza.

Hay que tener cuidado con los chicos dulces y tiernos.

Quizá otra persona hubiera sentido horror y hubiera salido corriendo de la casa. Pero sentí algo que no creí nunca sentir: protección y seguridad.

Ha pasado una semana y les he ido leyendo a los chicos todas las noches para mostrar mi avance. Y con respecto a nuestra relación, puedo decirte que nada a cambiado; Klaus me sigue robando besos, me hace propuestas indecentes y a veces termino encima de su regazo en busca de fricción. Blaz me habla solo cuando es necesario, también me ha puesto tapones anales para que esté lista cuando tenga que acostarme con los tres, y Joss duerme conmigo todas las noches luego de una sesión de besos sucios que dejan a ambos con ganas y ardiendo de deseo. No hemos hablado de lo qué pasó; bueno, le dije que se olvidará de qué pasó y que no se lo contará a los chicos; porque es de caballero no tener memoria. Ha aceptado y hemos decidido —en contra de mi voluntad—, no volver a hacerlo hasta el día de mi cumpleaños.

Probablemente piensas que estoy loca por darle mi virginidad a Joss, pero tengo un plan. El día de mi cumpleaños pienso emborrachar a todos y así nadie sabe qué ha pasado después.

Estoy durmiendo cuando un ligero movimiento me despierta en medio de la noche.

Me tomo unos minutos abrir los ojos, pero cuando lo hago, encuentro la cama vacía. Miro el lugar que Joss había ocupado durante un largo momento.

Un largo, largo momento.

Y luego mi cabeza se estira hacia el baño entreabierto, donde sé que probablemente se ha metido. Puedo dejado.

Puedo volver a dormir. Pero... yo lo deseo.

En mi estado de somnolencia y vulnerabilidad, no tengo más remedio que admitirlo.

Lo he deseado durante días.

Demonios, lo había deseado desde la primera vez que me besó, como si no hubiera nadie más para él y nada más que hubiera preferido hacer. En un unas pocas horas seré mayor de edad. Técnicamente hablando ya soy mayor de edad. Así que, me quito la enorme camiseta negra que había estado tomando prestada de su armario esas últimas noches, y voy al baño.

Cuando abro la puerta el calor me inunda cuando encuentro a Joss en la misma posición en la que había estado la última vez: una palma en la pared y la otra en su pene.

Acariciándose, más o menos.

Quiero que me vea, así que dejo escapar un suspiro lento y suave.

Su cabeza se sacude hacia un lado, y cuando esos brillantes ojos dorados chocan con los míos, se queda inmóvil.

Y permanece inmóvil mientras camino hacia él, moviéndose cuando llego cerca del inodoro.

Se queda dónde estaba, con la respiración entrecortada y el cuerpo tenso mientras yo lo rodeo, colocándome entre su pecho y la pared.

DesenfrenoWhere stories live. Discover now