20. Los Koch

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Sentada alrededor de la fogata, tengo una sonrisa suave en mi rostro mientras veo a Klaus tomar la cerveza que le doy.

―Es la bebida de los dioses ―reflexiona mientras deja su lata de cerveza―. ¿Estás tratando de emborracharme, Meike?

―Por supuesto ―me burla de él.

―Oh. ―Sus cejas se levantan, luego me da una sonrisa torcida―. ¿Entonces te aprovecharás de mi cuerpecito sexy?

Dejo escapar una carcajada. —Esa es la idea —digo—. Imagínate al lobo siendo devorado por Caperucita Roja.

—Chica traviesa —me sonríe.

―Eww. Estoy aquí —se queja Joss mientras se sienta a mi lado y coloca su mano en mi muslo, su agarre es fuerte. Se acaba de duchar, y con el pelo húmedo y su loción llenando el aire que respiro.

―No te pongas celoso. Voy a emborracharte para poder aprovecharme de ti también. ―Mis ojos se posan en la camisa negra que se extiende sobre su pecho, y luego me fijo en sus piernas musculosas.

Blaz deja escapar un gemido.

Joss vuelve su mirada hacia mí, y al ver mi deseo por él en mi rostro, sus labios se curvan hacia arriba.

—No tienes que emborracharme para eso. Me ofrezco como tributo.

—Qué corderito tan bueno.

―Dios, ten piedad ―murmura Blaz mientras se lleva la cerveza a la boca.

Lo miro mal antes de ignorarlo. Sí, me ha hecho daño y —haya sido intencionado o no—, no pienso perdonarlo. Solo lo invite; porque es su casa y no puedo seguir revolcándome en la autocompasión. Necesito enfrentarme a esto de cara y ya ha pasado una semana.

Qué sienta mi frialdad mientras se revuelca en su sufrimiento. No dejaré que me engañe con sus bonitas mentiras y sus manipulaciones. Blaz me traicionó. Y por alguna extraña razón su engaño me duele demasiado. Solo me utilizó para vengarse. Además, él había ordenado a sus empleados no acercarse a mí más de lo necesario y que no entablarán ninguna conversación casual para que no me involucrara con ellos; claro, el muy maldito me quería acorralada y sola, para que solo pudiera depender de ellos tres. La rabia me inunda las venas y alimenta mi desagrado hacia Blaz.

Veo a Klaus guiñarme un ojo antes de girar los filetes que están en la parrilla. Pronto el aroma llena el aire y dejo escapar un suspiro de felicidad.

Joss presiona un beso en mi sien, y envolviendo su brazo alrededor de mí, me empuja hacia su costado.

―¿Te sientes mejor?

Asiento con la cabeza, con mi mejilla rozando su camisa.

―Mucho. Gracias por la idea de la fogata con barbacoa y cerveza.

Observo cómo bailan las llamas, disparando brasas al cielo nocturno.

Me levanto para bailar y los chicos me observan. Al oír una canción de los 90, Klaus me mira peligrosamente, se acerca a mí bailando, me agarra por la cintura con aire posesivo y pregunta: —¿Bailas conmigo, Nymphe?

Ay.. ¡Bailar es mi pasión!

Me encanta cuando se deja llevar por la naturalidad y solo piensa en el presente.

Suena la canción y comenzamos a bailar muy acaramelados sin importar las miradas de Blaz. Cuando está terminando, Klaus me toma de la nuca y me devora la boca.

Me aparto jadeando.

En este instante, Klaus está ansioso de mí. Lo sé. Lo conozco. Y, mientras pasea la vista por mis piernas y luego mis pechos, veo el morbo en su mirada. Ese morbo que me pone a mil y me hace querer gozar con él.

DesenfrenoWhere stories live. Discover now