🪻┆No sere tuyo

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Mi boca estaba inundada por su sabor. Tenía los labios de Jungkook acariciando los míos. Su mano me apretaba detrás de mí cintura ¡Señor! ¿Qué me está pasando? Traté de empujarlo, pero él seguía firme. No podía permitirle continuar, no debía, esto no estaba bien, esto… Pero las fuerzas me abandonaron, mis manos resbalaron, mientras sentía los flashes de las cámaras en mi rostro.

— Ah… —separando su boca. Él rápidamente me apartó como si quemara. Su rostro fue directo a las cámaras, quienes satisfechos nos dejaron continuar.

—¿Qué fue todo eso? —me dije en la mente, llevando mis dedos sobre mis labios aún cálidos.

Bajando mis dedos a mi pecho, apreté la mano con un puño de rabia. Esto sólo había sido un estúpido juego. Maldición, me usó y yo no tuve tiempo a resistirme.

— Vámonos —me dijo abriendo la puerta del auto.

Aún con las cámaras detrás de nosotros, yo me quedé fuera sin hacer un solo movimiento.

— Jimin —me miró con frialdad—. He dicho que vámonos. Sube ahora.

¿Quién se creía? ¿Con qué derecho pensaba que le obedecería? Mostrando mi ceño fruncido, retrocedí un paso.

— Jimin…

— No eres mi dueño, ni yo soy tu maldito juguete —murmuré, dejándolo en medio de todos las cámaras.

— ¡Jimin! —lo escuché llamarme una vez más. Sin embargo, sólo perdía su tiempo.

No soy esa clase de hombre que se pondría a llorar delante de un idiota. Estos seis años sirvieron para endurecer mi corazón y definitivamente el ingreso de él estaba prohibido. Como el ave Fénix, resurgí un día de las cenizas para desechar el recuerdo y sentimiento de ese amor que nunca fue correspondido ¿En serio? creía que sería tan débil como para seguirle. Que volviera a nacer, porque yo no tengo dueño.

Tras haber tomado un taxi, le pedí que me llevara a un lugar que tenía desde hace meses en mente

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Tras haber tomado un taxi, le pedí que me llevara a un lugar que tenía desde hace meses en mente. Aún estaba débil por el desmayo de esta mañana, pero al demonio, me sentía tan preparado como para darle en la cara a ese estúpido que creía que con un beso me podía dominar. Sí, estaba ardiendo en rabia, pero no voy a permitir que lo note. Jamás iba a dejar que viera el efecto que tenía en mí. Nunca.

— Llegamos señor —me dijo el buen hombre.

Le pagué con un billete que saqué de mi bolso y él se fue más que feliz.

Aspiré hondo frente al lugar. El momento en que Jimin se hiciera ver como lo que era, había llegado.

 El momento en que Jimin se hiciera ver como lo que era, había llegado

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