"-Mi hermano se ha enamorado de alguien que no va a volver a ver si no entra al programa, qué bonito-
-Que no, joder. No sé qué os ha dado ahora por eso si sabéis que no me gustan los chicos. Y dejarlo ya, no quiero que le volváis a mencionar otra v...
No podría dar una explicación coherente de como pasó, pero la camiseta que llevaba Martin puesta cuando nos dormimos -en la que metí la cabeza, aprisionándome yo mismo entre la tela y su cuerpo-, la llevaba puesta yo en vez de él, que tenía el torso descubierto. No pregunté cómo llegamos a esa situación, y tampoco le di los buenos días; en su lugar, fui directamente a darle la información importante.
—¿Sabes qué?— Ocho de la mañana y su casa vacía otra vez. Separó la cabeza de mi pecho y se incorporó para mirarme. —Hoy es veintitrés— Le recordé con una sonrisa.
—¿Y qué?
—¿Enserio?— Le miré con una expresión de incredulidad.
—Que es broma, imbécil— Se acercó a mí para darme un beso corto. —Seguro que me he acordado yo antes que tú.
—No lo creo— Dije confiado con una sonrisa.
—¿No? Mira Twitter— Respondió, y a regañadientes encendí el móvil, comprobando que efectivamente, se adelantó.
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—Te odio— Dije apartando el móvil de nuevo, pero esta vez, comportándome como un niño.
—¿Justo hoy?— Preguntó saliendo de la cama.
—Sí, no hay excepción— Respondí.
—Vale, pues me voy a duchar— Dijo caminando hacia la puerta de su habitación.
—¿Puedo ir contigo?
—No, porque me odias— Respondió, y me levanté rápidamente para ir tras él.
—Era broma— Dije abrazándole la cintura por detrás, pegando mi torso a su espalda. —Nos duchamos juntos, ¿no?
—Me hubiese ofendido si no me hubieses seguido— Admitió en una risa, y salimos de su habitación, caminando con lentitud al intentar no tropezarnos por no querer soltar ese extraño abrazo.
Entramos al baño, y en cuanto cerró la puerta, le apoyé contra ella con las manos en su cintura y uní sus labios con los míos creando un pico. —Hoy me debes un minuto de besos por cada vez que estaba de mal humor en la academia.
—Entonces no acabaríamos nunca— Respondió con una sonrisa reposando las manos en mi nuca.
—Pues mejor— Volví a juntar nuestros labios en un cálido beso, que no duró mucho, ya que Martin volvió a hablar.
—¿Podemos entrar a la ducha aunque sea?— Preguntó, pero no respondí. Llevé los besos a su mandíbula, y besé la zona sutilmente. Martin, al no obtener respuesta, llevó sus manos al borde de mi camiseta -que en realidad era suya- y tiró hacia arriba de ella. En una reacción espontánea levanté los brazos y rompí el beso por no más de un segundo para sacarme la prenda por la cabeza.
—¿Es una indirecta?— Pregunté contra sus labios con los brazos reposando en sus hombros.
—Sí, para que te duches, puto guarro— Respondió y empezó a empujarme hasta conseguir meterme a la ducha, entrando después de mí y cerrando la puerta corrediza.
