Capítulo veintiocho: Inseguridades

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Narra Carla

—Voy a fuera un momento —demando levantándome del sofá bruscamente.

Siento que me ahogo y necesito respirar algo de aire fresco.

—Espera te acompaño —dice mi hermano acercándose a mi.

—No. Quiero estar sola.

Al escuchar esto, Juan frunce el ceño y arruga la nariz. Su rostro ahora mismo es una interrogación andante. Siempre vamos juntos a todos lados y el hecho de haberle rechazado le extraña muchísimo.

—Sólo voy a sentarme en el banco de enfrente. No voy a ninguna parte —digo.

De repente mi mirada se cruza con la Pedri, el cuál también mira extrañado pero sin embargo no intercambia palabra alguna, sólo deja que me vaya.

Camino hasta fuera y un frío agradable (típico de la despedida de invierno) me golpea el rostro. Me hundo un poco en la sudadera y meto mis manos dentro de las propias mangas.

Me siento en el banco de antes, en el que está al lado de la casa.

No puedo sacarme la frase de la cabeza:

'Mirate a un espejo, ella está mucho más buena que tú "

No quiero ¿vale? No soporto mirarme al espejo.
Se que no soy suficiente físicamente. No me gusta mi cara, mi cuerpo, ni nada que tenga que ver conmigo.

No estoy dolida porque haya salido de la boca de Pedri. De hecho me da exactamente igual, lo odio, y lo detesto, si hay alguien a quién no soporto es a él.
Es sólo el simple hecho de que alguien lo diga, sea quién sea, da igual, el hecho es que te están criticando.

La inseguridades me crecen desde que era una cría. Justo cuando comenzaron a hacerme bullying en el colegio; miles de insultos, amenazas, chicles en el pelo, patadas, empujones.

Me hicieron sentir menos, para ellos sentirse más.

Tener la capacidad de minimizarte a ti misma es algo horrible. Estás juzgandote a cada rato, a cada segundo.

Nunca vives tranquila.

En aquel entonces y hasta dia de hoy me siento menos, como un pequeño insecto aplastado por unos gigantes.

Ese dolor de sentirme muy pequeña.
Es injusto que por culpa de cuatro compañeros de clase ahora tenga un trauma.

Ahora ellos están tan felices consigos mismos y ahora yo; la victima; no puedo abrirme a personas por miedo a lo que me puedan llegar a hacer.

No querer ir a los sitios por miedo a que haya alguien mejor que tú. O a qué te insulten o se metan contigo. No querer salir de casa, ni socializar con nadie, por miedo a sentirte inferior.

En fin inseguridades.

Por eso soy así, tengo una coraza gigante ante mi.
Puede que parezca una borde, cortante o una repelente. Pero lo hago para alejar a las personas de mi círculo.

Pienso que si soy borde con ellos, se irán sin más.
Es como un escudo al que no dejo pasar a nadie.

Pedri lleva tres días en mi vida y ya me ha hecho sentir como lo hicieron los niños de mi colegio con el bullying.

Es normal que lo odie.

Por eso me enfoco tanto en el fútbol, es lo único que me hace sentir segura. Se que ahí no me puede superar nadie. Es en lo único que me siento la mejor.

De repente una voz a mis espaldas me hace pegar un pequeño saltito sentada.

—Llevas diez minutos sin insultarme y eso me parece muy raro —dice Pedri y luego se sienta a mi lado.

GOL ( Pedri González )Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin