Capítulo cincuenta y cuatro: La casa de Pedri

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Narra Carla

Hace quince minutos desde que Gavi y yo partimos hacia la casa de Pedri.

Mientras que apoyo la cabeza en la ventanilla observo como los bloques de casas desaparecen y entramos en una de las urbanizaciones más caras y ricas de la ciudad de Barcelona.

De repente es como si nos adentraramos en un mundo totalmente distinto. Hay un portero de seguridad vigilando que nos deja pasar en cuanto ve a Gavi.
Cuando pasamos hacia dentro, se puede observar como las viviendas sobresalen debido a su altura y están rodeadas por grandes muros blancos de hormigón. Hay árboles, plantas y sobre todo coches de última gama aparcados en las aceras.

Me reincorporo en el asiento para verlo todo mucho mejor aunque intento que Gavi no se de cuenta de que estoy alucinando.

—Esta es mi casa —dice señalando a una de las primeras mientras que conduce.

La observo durante unos segundos antes de que sigamos avanzando con el coche.

—¿Y que pasa? —le digo mirando de reojos.

—Lo digo por si acaso algún día quieres pasarte o por si te pierdes ya sabes... O simplemente por si ahora te aburres en casa de Pedri —contesta con una sonrisa pícara sin dejar de mirar a la carretera.

Sonrio y ruedo los ojos porque no me puedo creer que sea tan descarado.

De un momento a otro me doy cuenta de que lo estoy observando más de la cuenta. Tiene un perfil extrañamadamente bonito; la mandibula marcada, y la nariz perfecta. El flequillo se le cae por la frente, a pesar de que se ha peinado antes de venir ya tiene el flequillo tan largo que apenas se puede mantener en un tupé.

Mi mirada continúa bajando por su cuerpo y de pronto mi mente de queda en blanco. Como la camiseta del FC Barcelona que lleva puesta es antigua, le queda algo estrecha y pegada, se le ajusta a los músculos de su pecho y a su brazos de una forma casi dolorosa. Noto un cosquilleo desagradable en el estómago e intento pensar en otra cosa pero no funciona. Este chico me atrae y bastante.

De repente Gavi gira su cabeza y su mirada se encuentra con la mía ya que aún sigo observandole y, aunque de primeras parece sorprendido, sus labios de pronto forman una sonrisa burlona. Mierda. Doy un respingo y me apresuro a mirar hacia otra parte.

—Ya hemos llegado —dice Gavi mientras se acerca a una de las últimas casas de la calle.

Cuando la veo me quedo con los ojos de par en par. Es un chalet enorme blanco; con tres pisos, patio delantero, trasero y una piscina enorme. Si es así por fuera me imagino como debe de ser por dentro.
Lo que prima de ella son sus grandes ventanales que hacen que la vivienda parezca aún más inmensa.

Ahora me da un poco de vergüenza; Pedri ayer estuvo en mi casa para la cena de mis padres y comparar la mía con la suya... Es deprimente. Me pregunto que habrá pensado cuando vio el cuchitril donde yo vivía comparado con su mansión.

Gavi al ver que llevo un cuarto de hora mirando a la casa de Pedri, carraspea e intenta hacerme volver.

—¿Puedes bajar del coche solita? O... ¿Te tengo que abrir la puerta como a las princesas? —dice con un tono burlón.

Ruedo los ojos y le digo que no hace falta. Cuando estoy apunto de abrir la puerta del coche me frena para que aún no salga de el.

—¿Por que no pasas de ir a casa de Pedri y te vienes a la mia?

Su voz ronca y el tono egocéntrico me hacen que tengas ganas de tirarme de cabeza a su casa, pero no puedo, tengo que ir a hablar con Pedri, quiero que sepa lo enfadada que estoy con él.

GOL ( Pedri González )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora