Capítulo 3

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Lia Beelmar

La clase estaba usualmente ruidosa aquel lunes por la mañana,el frío del invierno envolvía a la ciudad, pero un silencio expectante cayó cuando el profesor Welmen se puso de pie. Sus ojos barrían el aula como faros en una tormenta mientras se preparaba para hablar frente a todos.

-Espero que todos estén contentos por sus resultados del semestre anterior, todos estuvieron muy bien, ahora tendrán un nuevo proyecto, esto será la nota que determinará todo su desempeño y la pareja con el mejor proyecto irá a una exposición de ciencias médicas para presentar su proyecto revolucionario. Los temas se los dejo a su elección. Suerte a todos -mencionó aquel sujeto calvo con lentes.

No era algo que emocionara al resto de la clase, más bien parecía preocuparlos a muchos, pero al voltear a ver a Jash noté en su expresión una gran alegría, sus ojos decían lo mucho que le gustaba la idea mientras su amplia sonrisa iluminaba todo el salón. Al terminar la clase, Jash y yo decidimos hacer el proyecto juntos, pero antes de ir a la siguiente clase decidí ir a la cafetería después de dos horas de escuchar a ese hombre calvo con lentes decir los detalles y requisitos que necesitaría cumplir el proyecto a realizar. Al acercarme a la barra para pedir un café noté por el rabillo del ojo que una melena negra pasaba por el pasillo, por un momento dudé que fuera Jash, él estaba en el salón revisando sus apuntes y preparándose para la siguiente clase, cuando me decidí a voltear noté que no había nadie con cabellera negra, mi curiosidad me llevó a salir de la cafetería y seguir aquellos pasos que se escuchaban en el pasillo, cuando me di cuenta me encontraba en el parqueadero, miré a todos lados y cuando encontré al pelinegro noté que estaba en una moto y corrí hacia él.

-¡Jash! -grité mientras recuperaba el aire -¿Qué haces? Quedamos en que después de clases íbamos a organizar nuestras ideas para el proyecto.

-Lo siento, Lia, pero tengo que irme -respondió sin expresión en su rostro mientras yo trataba de buscar el brillo en sus ojos, la sonrisa que lo caracterizaba.

Se puso su casco y se marchó, quedé atónita, pero me preocupaba qué era tan urgente para que Jash se marchara de esa forma. ¿Será que le sucedió algo a sus padres? No lo creo, debió ser otra cosa, traté de restarle importancia al asunto y seguir con las clases, pero no pude, durante el resto del día pasé pensando qué había sucedido con Jash. Al llegar a casa inmediatamente me dirigí a la cocina tras captar aquel delicioso olor que inundaba la casa, ¿Acaso mi madre estaba cocinando? Eso era imposible ya que ella salía muy tarde de su trabajo. Cuando llegué a la cocina tuve la respuesta a mi pregunta, mi madre estaba cocinando mi platillo favorito, eso era algo que no esperaba después de un día tan difícil como el de hoy. Durante la cena mi madre y yo hablamos del proyecto que el profesor Welmen nos había dejado, era demasiado importante para mí, este proyecto tenía que ser perfecto.

Subí a mi habitación y tomé mi libreta y comencé a dibujar la expresión que Jash tuvo antes de irse, aquella mirada fría y opaca, su expresión seria y fría me dejó preocupada. No podía dejar de pensar en el pelinegro pero ¿por qué?

Jash no asistió al instituto durante dos días y tampoco respondía mis mensajes, ¿Qué le pasaba? ¿Acaso pensaba desaparecer para siempre? Definitivamente se había comportado como un imbécil al irse y no darme una explicación, al salir del campus decidí ir a la casa del pelinegro. Cuando llegué toqué el timbre y como era de esperarse, Jash abrió la puerta con una expresión seria, pero fue reemplazada por una alegre al verme, antes de que pudiera decir una palabra lo interrumpí:

-¿Por qué te comportas como un imbécil? No asistes al instituto por dos días e ignoras mis mensajes -grité enojada- ¿Dónde está el chico dulce y amable que conozco? Ni siquiera apareciste para poder hablar del proyecto, ni siquiera para eso, es más, no sé qué hago aquí diciéndote esto -dije asentando con fuerza las últimas palabras.

Antes de que el pelinegro pudiera hablar, una voz dulce le habló.

-¿Quién es, Jash? -preguntó.

-Es una amiga -contestó serio mientras se apartaba de la puerta para permitirme pasar.

-Hola, soy Rosie, tú debes ser Lia ¿verdad?

-Sí, soy Lia. Pero ¿cómo es que sabes mi nombre?

-Fácil, eres la única chica de la cual Jash se la pasa hablando, nunca ha tenido amigos, nunca habla de personas y eres la única chica que ha tenido salidas con Jash -respondió mientras yo sonreía al escucharla.

-¡Cállate, Rosie! -dijo el pelinegro mientras que el color carmesí se apoderaba de sus mejillas.

-¿Quieres quedarte un rato? -dijo un poco tímido.

-Sí, me gustaría platicar contigo -sonreí.

Jash se dirigió a la cocina y yo me quedé en la sala con Rosie.

-Lo siento.

-¿Por qué me dices eso, Rosie?

-Por mi culpa Jash te dejó abandonada -confesó triste -Mira, me fracturé la pierna aquel día, Jash pensó que me había pasado algo mucho más grave y fue a verme al hospital. Él es muy dramático, le dije que estaría bien, pero es tan terco que decidió quedarse a cuidar de mí.

-¿Jash se quedó por ti?

-Sí, le dije que no era necesario, pero se negó y no me quedó de otra; él es muy serio, no le gusta hablar de otras personas y mucho menos preocuparse por ellas, pero si eres importante para él, se quedará a tu lado siempre.

Al escuchar eso, sentí cómo el rubor carcomía mis mejillas; me sentí apenada por todo lo que le dije a Jash. Él había estado cuidando de su hermana y yo lo traté tan mal. Me dirigí a la cocina y al entrar di con él, estaba tan relajado mientras servía dos tazas de té. Tomé fuerzas y me dirigí a él con pasos cortos:

-Jash -dije suavemente

-¿Qué sucede, Lia?

-Quiero pedirte disculpas por lo que te dije hace un momento. Rosie me contó lo que sucedió. Me siento muy avergonzada por todo lo que te dije -mis mejillas ardían de la vergüenza.

-Lia -dijo en tono suave-Yo soy quien debe pedirte una disculpa por irme sin explicación alguna. ¿Te parece si para recompensar mi repentina huida hacemos el proyecto en mi casa?-mencionó

-¿Seguro? Creo que a Rosie no le agradará que esté tanto tiempo en tu casa.

-De hecho, hablé con ella hoy en la mañana y le encanta la idea.

-Entonces, mañana después de clases ¿Ok?

-Ok.

-Oigan, tortolitos, dejen sus discursos de amor para otro día, ¿Sí? Tengo ganas de tomar una taza de chocolate y no veo que llegue a mis manos.

-¡Rosie! -el pelinegro estaba totalmente apenado, al igual que yo.

Al terminar de beber el té, decidí irme a casa. Jash se ofreció para acompañarme a casa, pero me negué ya que tenía que cuidar a Rosie; él me pidió que me quedara un rato más, pero no quería llegar tarde a casa. Quería quedarme toda la noche para poder seguir disfrutando con ellos o tal vez con Jash; me daba tanta tranquilidad estar con él. Al estar en la puerta, Jash y yo nos estábamos despidiendo, pero la voz de Rosie llamó nuestra atención.

-Si se besan, me vomito -dijo la pequeña con una sonrisa lobuna.

-¡No lo haremos! -contestamos al mismo tiempo.

-Ajá, fingiré que les creo.

La Dulzura De Un Dolor Compartidoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن