Capítulo 16

3 1 0
                                    

                         Lia Beelmar

Era una de esas tardes perfectas de primavera cuando Jash y yo decidimos disfrutar de un paseo por el parque central de la ciudad. El aire estaba lleno del aroma de las flores recién florecidas, y la brisa era justo la adecuada, ni muy fría ni demasiado cálida.

—Te apuesto cinco dólares a que no puedes correr hasta aquel árbol antes que yo —lo reté, señalando un roble grande a lo lejos.

—Es un robo fácil, Lia. Sabes que tengo piernas de velocista —contestó Jash con una sonrisa confiada.

Estábamos a punto de empezar nuestra pequeña carrera cuando el sonido de su teléfono interrumpió el momento. Jash frunció el ceño ligeramente al ver la pantalla antes de contestar.

—Disculpa, tengo que tomar esto —dijo, alejándose unos pasos.

Me quedé observando, viendo cómo su expresión se tornaba en una mezcla de sorpresa y seriedad. Tras unos momentos, colgó y volvió hacia mí con una sonrisa un tanto forzada.

—Era del trabajo, necesito ir a la oficina por un asunto urgente —explicó, su voz mostrando un toque de disculpa.

—¿Trabajar? Nunca me has contado en qué trabajas exactamente —comenté, sintiendo una mezcla de curiosidad y sorpresa. Jash siempre había sido misterioso sobre su profesión.

—Es una historia larga, ¿Y sabes qué? ¿Por qué no vienes conmigo y ves por ti misma a qué me dedico? —propuso con una sonrisa traviesa.

—¿Ir a tu trabajo? Eso suena... completamente irracional y loco —reí, aunque la idea de descubrir el misterio de su empleo era tentadora para mi curiosidad.

—Vamos, será divertido. Además, puedo mostrarte por qué siempre estoy en tan buena forma —dijo, guiñándome un ojo.

Acepté su oferta, intrigada y emocionada por la aventura improvisada. Caminamos hacia su moto, y durante el trayecto, la conversación fluyó fácilmente, salpicada de burlas ligeras.

—Espero que tu oficina no esté en un sótano oscuro o algo así—bromeé mientras nos acercábamos al edificio donde trabajaba.

—Trabajo en el ático, el lugar más sombrío de todos—respondió con sarcasmo, haciendo que ambos riéramos.

—Pues espero que no sea como en las películas donde el asesino lleva a su víctima a un sótano oscuro y la ma... —fui interrumpida por el pelinegro.

—¡Cállate, Beelmar! No es nada de eso, idiota.

— ¿Entonces de qué se trata?

—Lo sabrás cuando lleguemos.

—Esto está alimentando mi curiosidad. Sólo una pista ¿Si?

—Lia, tu curiosidad es algo que detesto en otras personas... pero por alguna razón es algo que me gusta de ti.

—Entonces ¿Me darás una pista?

—No.

—Pesado.

—Tonta.

—¿Por qué?

— Porque acabo de decir algo que me gusta de ti y me dices "pesado".

—Solo dame una pequeña pista.

—Está bien. —rió— Es algo sobre moda.

—¿No dirás nada más?

—Con eso te he dicho mucho.

—En lugar de disminuir mi curiosidad la aumentó. —exclamé

La mitad del camino paso en un silencio profundo pero cómodo. Rompí el silencio, ya que mi mente sólo generaba preguntas y más preguntas.

La Dulzura De Un Dolor CompartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora