Capítulo 7

13 4 0
                                    

                         Jash Ashford

El instituto nunca había sido tan interesante como ahora, no con el proyecto cobrando vida y Lia trabajando a mi lado. Hoy, después de clases, planeábamos reunirnos para discutir los ajustes finales antes de presentar nuestro prototipo luego de semanas de trabajo . Tenía la sensación de que íbamos a hacer algo grande, algo que realmente podría marcar la diferencia.

Mientras esperaba a Lia en la sala, revisé nuevamente los documentos y las notas. Quería asegurarme de que todo estuviera perfecto.

—Hey, Jash, ¿Listo para cambiar el mundo? —dijo Lia mientras de instalaba en el sillón con su característica energía.

—Siempre —respondí con una sonrisa —¿Trajiste los resultados de las últimas pruebas?

—Sí, aquí están. —Lia me pasó una carpeta llena de gráficos y datos —Parece que hemos logrado estabilizar las lecturas de los sensores.

—Eso es genial, ¿y qué me dices de la interfaz? —pregunté, pasando a otro tema crucial.

—Todavía estamos teniendo problemas con la interfaz de usuario. Es un poco lenta y no tan intuitiva como nos gustaría.

—Debemos simplificarla. Quizás eliminar algunas funciones no esenciales que están complicando el proceso.

—Tienes razón. Vamos a repasar lo que podemos ajustar. —Lia se acercó al ordenador y comenzó a trabajar en las modificaciones.

Mientras trabajábamos, el tiempo parecía volar. La concentración en la sala de mi casa era palpable, cada uno sumergido en su tarea, pero siempre encontrábamos un momento para discutir y decidir juntos. Era una danza de ideas, una colaboración que se había vuelto casi perfecta.

—¿Qué opinas de eliminar esta función? —preguntó Lia, señalando la pantalla.

—Me parece una buena idea. Eso debería aligerar el proceso de carga.

Después de varias horas, decidimos hacer una pausa. Necesitábamos despejar nuestras mentes para ser más productivos.

—Vamos a dar un paseo —sugerí. —Nos vendrá bien un poco de aire fresco.

—Perfecto. —Lia sonrió y guardó sus notas.

Caminamos por el vecindario, hablando de todo un poco, desde nuestro proyecto hasta planes para el futuro cercano.

—Jash, ¿Alguna vez pensaste que terminaríamos trabajando en algo así cuando nos conocimos? —preguntó Lia.

—La verdad, no. Pero me alegro de que así haya sido. -Admití.

—Yo también. Trabajar contigo ha sido... enriquecedor.

—Digo lo mismo. —Miré hacia el cielo, pensando en lo lejos que habíamos llegado y lo lejos que podríamos llegar.

Al volver a mi casa, nos sentimos renovados y listos para enfrentar los problemas con la interfaz. Trabajamos hasta que el sol comenzó a ocultarse, logrando finalmente un progreso significativo.

—Esto es mucho mejor. —Dijo Lia, no sin un suspiro de alivio.

—Sí, mucho más limpio y eficiente. —Concordé, guardando los equipos.

Antes de que nos diéramos cuenta, era hora de irse.

—¿Te llevo a casa? —ofrecí, ya que empezaba a hacerse tarde.

—No, gracias. Tomaré el autobús hoy. Pero gracias, Jash.

—Nos vemos mañana entonces. —Dije mientras recogíamos nuestras cosas.

—Sí, mañana será un gran día. —Lia sonrió antes de salir de mi casa.

Mientras miraba como se alejaba, no pude evitar sentirme agradecido por tener a alguien como Lia a mi lado. No solo había crecido profesionalmente, sino que también había encontrado una amiga verdadera. Y juntos, estábamos a punto de hacer algo realmente significativo.

Caminando hacia mi habitación, pensé en lo que el futuro podría depararnos. Estaba emocionado, nervioso y, sobre todo, esperanzado. Con Lia y nuestro proyecto, realmente creía que podríamos hacer una diferencia.

Mañana sería otro día, lleno de nuevos desafíos y oportunidades. Pero por ahora, estaba satisfecho con lo que habíamos logrado hoy.

                                

Después de un largo día de ajustes y pruebas finales en mi casa, que ya más parecía un laboratorio que un hogar, Lia y yo pudimos finalmente dar por terminado nuestro dispositivo de monitoreo de insulina. Eran casi las ocho de la noche y ambos estábamos exhaustos, pero la emoción de haber completado lo que empezamos hace semanas nos mantenía en un estado de euforia palpable.

—¿Crees que estemos listos para mañana?— preguntó Lia, mirando el dispositivo sobre la mesa con una mezcla de ansiedad y orgullo.

—Estamos más que listos — respondí, con una seguridad que esperaba fuera más contagiosa que mi cansancio —Hemos hecho todo lo que pudimos, y funciona mejor de lo que imaginamos.

Lia sonrió, sus ojos reflejando el brillo de las luces .

—Es increíble pensar en todo lo que hemos logrado, ¿no? Desde aquella primera conversación hasta ahora.

—Así es — dije, recogiendo el dispositivo para guardarlo cuidadosamente en su estuche.—Mañana solo tenemos que mostrar a todos lo mucho que nos ha costado y lo bien que ha resultado.

                                

El día de la presentación llegó con el sol brillando claramente, como si él también supiera que era un día importante. Al llegar al campus, con nuestro prototipo en mano, sentíamos una mezcla de nervios y anticipación. Nuestros compañeros de clase y profesores estaban muy emocionados por que presentaríamos nuentro proyecto, todos esperando ver lo que cada equipo había preparado.

Cuando fue nuestro turno, Lia y yo pasamos al frente de todos. El murmullo de la clase se apagó gradualmente mientras comenzábamos a explicar nuestro proyecto. Lia tomó la palabra primero.

—Lo que tenemos aquí no es solo un dispositivo médico más en el mercado; es una promesa de libertad y tranquilidad para quienes sufren de diabetes tipo 1 —comenzó Lia, su voz firme y clara. Yo asentía, pasando a la parte técnica del dispositivo.

—Gracias a un sistema de sensores avanzados y algoritmos de aprendizaje automático, nuestro dispositivo no solo monitoriza los niveles de glucosa en tiempo real, sino que también predice y ajusta la dosis de insulina necesaria automáticamente —expliqué, mostrando gráficos y datos en la pantalla detrás de nosotros.

La presentación continuó con una demostración en vivo de cómo el dispositivo funcionaba, utilizando una solución simulada para demostrar su precisión y velocidad de respuesta. El salón estaba en silencio, todos los ojos fijos en la pequeña máquina que había nacido en mi casa.

Cuando terminamos, el silencio se rompió con un aplauso ensordecedor. Miré a Lia y vi lágrimas de felicidad formándose en sus ojos. No éramos los únicos emocionados; nuestro profesor se acercó con felicitaciones, y varios compañeros también.

Al final del día, cuando el bullicio comenzó a disminuir, Lia y yo nos sentamos en un rincón tranquilo, aún con nuestro dispositivo a nuestro lado.

—¿Sabes? Nunca pensé que llegaríamos tan lejos cuando empezamos esto en tu casa — dijo Lia, mirando el dispositivo como si todavía no creyera que era real.

—Yo siempre supe que había un poco de inteligencia en tu cerebro—contesté, y ambos reímos, sabiendo que ni uno ni otro habíamos estado seguros de pofer lograrlo, pero que juntos, habíamos hecho posible lo imposible.

—Gracias, Jash, por todo esto. Por creer en el proyecto, en mí, en nosotros.

—Gracias a ti, Lia. No podría haber pedido una mejor compañera para esto. Y no se acaba aquí. Esto es solo el comienzo.—dije mientras miraba la alegría en sus ojos.

Ambos sabíamos que lo que decía era verdad. Este era solo el primer paso en un largo camino que habíamos decidido recorrer juntos.

La Dulzura De Un Dolor CompartidoWhere stories live. Discover now