Capítulo 10

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                        Jash Ashford

El despertador sonó abruptamente, rompiendo la quietud de la madrugada, pero ya estaba despierto. La emoción y la ansiedad hicieron innecesario el repiqueteo de la alarma. Hoy no era un día cualquiera; era el día de la presentación de nuestro proyecto en la feria de innovación tecnológica de la universidad, un evento anual que atraía no solo a académicos sino también a importantes figuras de la industria.

Lia llegó puntual a mi casa, lo cual era increíble ya que ella tenía problemas para oír el despertador, mientras que yo era muy puntual.

—¿Acaso estoy soñando? ¿Eres un holograma? —en con una sonrisa burlona.

—No, claro que no idiota.

—No puede ser verdad que la grandiosa Lia Beelmar esté parada en la entrada de mi casa tan temprano —refiriéndome con sarcasmo a su pequeño problema .

-Tú no sabes lo difícil que es ser puntual cuando tienes un problema así, Niño reloj.

—¿Niño reloj? Ese apodo es muy raro —comenté riendo.

—Igual que tú Jash, ese apodo te cae como anillo al dedo —dijo uniéndose a mi con una risa muy agradable para mis oídos.

—Me vengaré, buscaré un apodo que sea igual o más raro que ese.

—Como digas Niño reloj.

Su rostro reflejaba una mezcla de nerviosismo y determinación,que era espejo de mis propias emociones. Revisamos juntos el prototipo una última vez, asegurándonos de que todo funcionara perfectamente. Era el resultado de incontables noches sin dormir y trabajo incansable, y ambos sabíamos que teníamos algo especial entre manos.

El viaje hasta el lugar del evento transcurrió entre repasos de última hora y bromas para aliviar la tensión. Al llegar, el campus se veía diferente, transformado por la emoción y la expectativa del día. Nuestros compañeros y profesores se mezclaban con visitantes de diversas partes del sector tecnológico, creando un zumbido de conversaciones que llenaba el aire con energía y expectativas.

Al entrar en el auditorio, el tamaño de la audiencia realmente nos golpeó. Era una cosa hablar de nuestra presentación en la seguridad de nuestro taller, y otra muy distinta enfrentarse a la mirada de cientos de personas. Sin embargo, al sentir el peso del prototipo en mis manos, un objeto ahora casi familiar, una ola de calma me invadió. Estábamos listos.

El anuncio de nuestra participación fue un llamado a la acción. Lia y yo intercambiamos una mirada de complicidad y subimos al escenario. Mientras Lia comenzaba a hablar, mi mente repasaba cada detalle técnico que debía cubrir. Su voz, clara y segura, llenaba la sala, y su pasión por nuestro proyecto era evidente.

Después de su introducción, tomé la palabra para adentrarme en los aspectos técnicos. Mientras hablaba, podía ver las caras de interés, algunas cejas levantadas en escepticismo y otras en claro asombro, a medida que los datos y gráficos ilustraban la funcionalidad de nuestro dispositivo. La demostración en vivo fue el punto culminante; el auditorio entero observó en silencio primero y con aplausos estruendosos después de ver como nuestro dispositivo procesaba y respondía a los estímulos de glucosa simulados.

La ovación al final nos tomó por sorpresa. Era un reconocimiento no solo a nuestra presentación de ese día, sino a todos los días que habíamos dedicado al desarrollo del proyecto. Los elogios de nuestros profesores y la validación de el resto del público fueron abrumadores. Incluso algunos visitantes de la industria se acercaron para discutir posibles aplicaciones futuras y oportunidades de colaboración.

A medida que la tarde avanzaba, y las entrevistas y conversaciones fluían, el cansancio comenzó a hacerse notar, pero fue un cansancio satisfactorio, el tipo que solo viene después de haber dado todo de sí. Cuando finalmente el bullicio comenzó a disminuir, Lia y yo encontramos un rincón tranquilo para reflexionar sobre la jornada.

La Dulzura De Un Dolor CompartidoWhere stories live. Discover now