Capítulo 13

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                         Jash Ashford

La tarde se deslizaba hacia el crepúsculo cuando llegué a casa de Lia para recogerla. Había elegido un pequeño restaurante que descubrí hace unas semanas, no muy lejos de donde vivimos. Un lugar acogedor y un tanto escondido, perfecto para conversaciones largas y sin prisas. A pesar de mi intento por mantenerme tranquilo, no podía negar la oleada de anticipación que sentía por la noche que nos esperaba.

Lia salió de su casa vestida de manera simple pero elegante, con un vestido que capturaba el último resplandor del sol poniente. La vi y sentí que algo en mi pecho se expandía. Cada vez que estaba con ella, todo parecía cobrar más vida, más color.

—Te ves muy bien —le dije sin poder ocultar mi admiración. Realmente lo pensaba. Cada detalle en ella parecía un poema visual.

—Gracias, Jash —respondió ella con una sonrisa que me hizo sentir como si todo estuviera en su lugar. —Tú también te ves bien.

El camino al restaurante transcurrió entre risas y anécdotas compartidas. Me gustaba cómo podíamos saltar de un tema a otro con una facilidad que nunca había experimentado con nadie más. Hablábamos de arte,teatro, libros que habíamos leído recientemente, y pequeñas trivialidades de nuestras vidas diarias que, por alguna razón, parecían fascinantes cuando las compartíamos.

Al llegar, el restaurante nos recibió con su cálida iluminación y el murmullo suave de otros comensales disfrutando de sus cenas. El lugar estaba decorado con cuadros de paisajes y tenues luces colgantes que creaban un ambiente íntimo y acogedor. Nos sentamos en una mesa apartada, en un rincón semi-privado que parecía hecho a medida para la noche.

—Este lugar es un hallazgo maravilloso —dijo Lia, mirando a su alrededor con apreciación. —Me encanta.

—Me alegra que te guste. —Respondí, sintiendo un calor agradable al ver su aprobación. Pedimos y la cena comenzó con platos sencillos pero deliciosos. Todo acompañado de conversaciones que fluían tan naturalmente.

Mientras hablábamos, no pude evitar notar cada pequeño detalle en ella: la manera en que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de algo que la apasionaba, cómo se mordía ligeramente el labio inferior cuando pensaba en su respuesta, y la risa sincera que llenaba el espacio entre nosotros. Cada gesto, cada expresión, se grababa en mi memoria con una claridad asombrosa, miraba con atención cada parte de su rostro.

—¿Sabes? —dije en un impulso — Creo que estos pequeños momentos son los que realmente importan. No grandes eventos o celebraciones... sino cenas tranquilas y conversaciones genuinas.

—Estoy completamente de acuerdo —respondió ella, sus ojos fijos en los míos por un momento más largo de lo habitual.

El tiempo pareció detenerse. En ese instante, algo tan simple se sintió significativo, como si estuviéramos tejiendo hilos invisibles que nos unían de manera profunda y compleja. No era solo una cena; era la sensación de descubrir un refugio en otro ser humano o por lo menos lo era para mí.

—Jash, realmente agradezco que hayas planeado esto. —Su voz tenía un tono de sinceridad que tocó algo profundo dentro de mí.

—Y yo agradezco que hayas aceptado. —Confesé, sintiendo una verdad simple pero poderosa en esas palabras.

Nos detuvimos a hablar sobre nuestros planes y sueños futuros, y aunque no lo dije en voz alta, una parte de mí imaginaba esos sueños compartidos, entrelazados de alguna manera con los suyos. La noche avanzó suavemente hacia su fin, y cuando llegó el momento de despedirnos, sentí una resistencia a dejarla ir.

La llevé a su puerta y nos quedamos allí, bajo la luz suave del porche.

—Gracias por una noche maravillosa, Lia. —Mis palabras sonaban a despedida, pero cada fibra de mi ser deseaba prolongar ese momento.

La Dulzura De Un Dolor CompartidoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin