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C U A T R Ø

"Siempre que hablo contigo acabo muriendo más,Aún más".

El viento chocaba con las ventanas casi de manera violenta. Era un día en el que podrías estar todo el tiempo en cama y no notarías el paso del reloj; engañoso así era el día.

Tal vez podría pasar todo el día en su habitación, hundiéndose en su miseria unas horas más, pero no podía. Tenía que cumplir su deber.

La noche anterior, Masky había salido de la casa sin decir nada, como de costumbre, y había vuelto dos horas más tarde, perdido, con dolor de cabeza y una nota en la chaqueta. Esta nota traía la nueva misión de hoy. Es desalentador: Masky es el único que mantiene contacto con el Operador y, a pesar de verse, nunca recuerda todos sus encuentros con seguridad.

Gracias a esto, el castaño había llegado a pensar que tal vez todo esto era obra de Masky, que en realidad no existía un líder de 8 metros sin rostro y tentáculos. Pero hace unos meses tuvo la mala fortuna de toparlo.

Dejó de dudar.

Esta vez, Brian leyó la nota. Decía muy bien relatado todo lo que tenían que hacer, pero en su lugar había una miseria de información sobre las víctimas. Casi siempre eran ellos quienes elegían con quién ir a dicha misión. Dependiendo de la complejidad de esta, era el número de personas que iría.

En esta ocasión, solo era necesario que dos personas acudieran. Adivinen quién sigue lastimado por el incidente de hace unos días: Brian, quien para desgracia del más pequeño no podrá acompañarlos.

—¿Están seguros? Puedo acompañarlos —dijo el de pasamontañas. La sensación de sentirse inútil le incomodaba.

—Sí, hombre, solo quédate en casa, volveremos pronto —soltó Masky. Brian no estaba insistiendo en ir porque en realidad amara hacer misiones, no, no; simplemente era consciente.

Sabía bien qué pasaría. Conocía la mirada en los ojos de Tobías, casi tan bien como conocía la sonrisa en el rostro de Masky.

Incertidumbre y burla.

—¿Estás bien con ello? En verdad puedo sustituir a Tobías para comodidad de ambos —propuso una vez más. Ahora, gracias a esa insistencia, había logrado molestar al de máscara, quien no escondió esta actitud. Es más, pareciera que casi quiso gritarla.

—Que sí, Brian, basta con esta estúpida insistencia. No sé por qué mierda quieres venir. ¿Tienes miedo por él? Déjate de pendejadas, "hermano" —el tono de voz era de todo menos uno que te relajara. Sonaba más como advertencia que como cualquier otra cosa.

—No importa, Brian, si tenemos suerte volveremos hoy mismo en la noche. Encárgate de cuidarte y para la próxima puedas ir tú. Estoy consciente de cuánto disfrutas grabar todo —comentó el muchacho de las hachas. Había notado que su tono de voz no había relajado para nada a Brian—. Aunque sigo pensando que es algo fetichista —soltó una vez estuvo cerca de él. De esta manera, al menos había hecho reír al de capucha.