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V E I N T I N U E V E

"Entonces entendí que hay personas que no buscan pareja,Si no una víctima".

Impotencia. No había otra palabra para describir el sentimiento que sentía. Las manos ajenas se movían por su cuerpo, tocando cada zona como si de esta manera gritara su pertenencia sobre él. No supo en qué momento su sistema se había dado por vencido; no luchaba. Permanecía inerte ante el abuso; quería luchar, pero su cuerpo permanecía dormido en un trance. Cerró sus ojos. Si no veía, no sentía, una mentira que acarrió desde su infancia.

El frío de afuera no se comparaba con lo helado que estaba su cuerpo; tal vez, del miedo, su sangre se había vuelto más lenta. No se sentía excitado; estaba asqueado. Se sentía utilizado, y cómo no hacerlo, si la persona que amaba le había mentido, le vio la cara y ahora estaba haciendo algo tan bajo como obligarle a tener intimidad. A pesar de los vagos intentos del adulto por intentar darle calor al cuerpo del castaño, parecía que sus actos iban a la basura, pues ni siquiera causaban en él alguna reacción física.

No correspondía a sus besos; sus labios se mantenían cerrados, callando los gritos que quería soltar. Se odiaba, odiaba que se hubiera rendido tan rápido; aún siendo un asesino, se sentía la víctima, y es que realmente lo era. No era más que la víctima en esta situación, no importa nada más. Si estás siendo obligado, no está bien y no debería haber justificación para ese tipo de actos.

Lo peor es que Tobías lo sabía. Recordaba aquellas pláticas que su madre tuvo con él sobre cómo tratar a las personas, mayormente a aquellas del sexo femenino. Sabía que actuar por un impulso sexual no lo haría muy diferente a un animal. En realidad, no era ese tipo de persona; no tendría sexo con alguien que no amara y no haría llorar ni obligaría a alguien que ama.

Entonces, si era consciente de que el amor no debía doler, ¿por qué lo soportó todo? Tal vez buscaba recibir algo de cariño en los brazos equivocados o posiblemente tenía tanta mala suerte para encontrarse con personas totalmente enfermas, o simplemente solía olvidar el lugar en el que se encontraba y al que ahora pertenecía. No había personas buenas ni malas, solo almas infelices intentando sobrevivir.

En esa situación no existe la familia o el amor; cuando sientes que te ahogas, la desesperación te hará ahogar a aquel que se lance a salvarte. Era un ejemplo drástico pero real. Su mente parecía viajar a recuerdos del pasado para olvidar el presente.

Cada caricia era una sonrisa que aparecía en la cabeza del menor; recordaba su cumpleaños. La manera en que su hermana sonreía atrapando la cámara en sus pálidas manos, esto venía de herencia, aunque realmente la mala alimentación que ahora sufría Tobías empeoraba todo de sobremanera. Pues su piel era pálida, casi tirando a un color amarillento; de pura suerte no podía morir. De otra forma, seguramente la leucemia le hubiera matado.