T R E I N T A Y C I N C O

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"No me perdiste. Sabías dónde estaba,solo que no quisiste ir a buscarme".

 Sabías dónde estaba,solo que no quisiste ir a buscarme"

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El viento seguía soplando, era muy normal que ese siempre estuviera presente en cada uno de los días de su eterno castigo, y la sensación de saber que esto jamás se acabaría le hacía sentirse asfixiado. Nunca podría tener algo con otra persona y, honestamente, ya no le importaba lo suficiente como antes. Ahora entendía que posiblemente los seres humanos eran así y siempre lo serían.

Y ni siquiera podría estar con una persona que pasó lo mismo porque él conocía las astillas que dejó en él, no quería volver a enamorarse. Aunque sabía muy bien de dónde venían sus sentimientos casi instantáneos por una persona, simplemente era la manera inconsciente en que buscaba cariño.

Cariño que no recibía. Era como buscar agua en el desierto, había comido suficiente arena por la falsa ilusión de encontrar manantiales. Todo estaba en su cabeza.

Es la verdad, Tobías. Siempre busqué una manera en que pudiera justificar tus acciones, el "por qué" de tu repentino abandono. — ¿Qué? No podía ser cierto lo que el mayor decía. Era una completa estupidez.

¿Tú buscando justificarme? Nunca se te pasó por la cabeza mirar atrás y verificar cuáles eran tus acciones y palabras hacia mí. Puedes encontrar la justificación de mi actitud en la tuya — se trababa de vez en cuando, pues la adrenalina y el golpeteo de su corazón le hacían casi imposible escuchar con claridad lo que decía.

Masky no dijo nada, y Tim se había quedado sin palabras, pues era consciente de ello. Aunque no recordaba la mayoría de cosas que su otra personalidad hizo, fue consciente de que realmente le pedía mucho a una persona sin darle algo a cambio. Pues no podía juzgar a Masky. Ni siquiera amaba al castaño, era el simple hecho de sentir que perdía la llama que le quedaba cada que volvía. Esos buenos días cada vez que despertaba de su sueño eterno y tomaba el control de la situación, aunque por poco tiempo.

Tobías tenía mucho que decir, pero no continuó, pues realmente era consciente de que no era el lugar para explotar, tenía que controlarse porque tal y como las líderes dijeron: "Siempre serán compañeros". Era mejor alejarse y simplemente dejar el tema donde debería estar. Así que se alejó caminando, sus pasos no eran rápidos aunque lo parecían.

Se sentía algo atontado por la situación, mientras sus pasos hacían que el suelo dormido despertara, una mano le tomó. Tenía pensado soltarse, pero cometió un error: jamás se debe ver la cara de una víctima. Pues rápidamente lo atraparon esos ojos y las pequeñas lágrimas que, como rastros de cristal, se deslizaban por sus mejillas. Nunca había visto esta faceta en el mayor, una sensación de querer protegerle le invadió casi instantáneamente.

¿Estás bien? — murmuró, casi eclipsado por la sensación. Pasó sus dedos por las mejillas del contrario sin controlar la presión que hacía en estas, logrando que el más grande soltara un jadeo de dolor.

No te vayas, regresa conmigo pidió, su voz sonaba temblorosa. Nadie podía fingir eso, ¿o sí? De nueva cuenta el castaño era muy ingenuo.

En esta ocasión, el viento no intentó ayudarlo, no buscó advertirle de nada, ni siquiera de los ojos que les observaban a una distancia considerable. Aun cuando de manera inconsciente hizo que sus brisas llevaran el aroma de ese perfume, no fue suficiente para que Tobías supiera que en verdad estaban en peligro.

Está bien — habló, siempre había sido débil con el sentimiento de necesidad, es por ello que usaba sus gafas en cada una de las misiones, aunque estas le negaran ver bien, en realidad esa era su función. Si no lo veía, no lo sentía.

Entonces las manos del más grande se atrevieron a rodearle la espalda y atraerlo hacia él, podía escuchar el suave latido en el pecho del castaño, trayéndole una sensación de satisfacción. Le gustaba escuchar su corazón latir de manera lenta cuando estaban juntos, no quería que su presencia le trajera adrenalina. Acomodó su cabeza en el cuello del menor y, cuando sintió que este correspondía, pudo sonreír.

Una sonrisa de burla, había personas que podían llorar sin sentirlo, así como las había los que sonreían sin tener motivos.

Dicen que la paz no dura una eternidad, pero esta ni siquiera tuvo la oportunidad de durar una hora, pues cuando el sonido de la explosión llegó a sus oídos, la bala ya había impactado. El bosque guardó silencio, manteniendo la respiración.

Respiración que comenzaba a cortarse para el muchacho. Tocó su costado y, al ver la sangre que descendía sin detenerse, se atrevió a levantar la mirada. Sus ojos se encontraron de nuevo. Verde y avellana, la sonrisa en el rostro del contrario era similar a aquella que le dio por primera vez aún que había una diferencia,pues la corbatura de sus cejas daba a entender que la sonrisa realmente no era real,Sufría también. Decía lo mismo.

"¿En serio él?". Ojalá hubiera tenido la suficiente fuerza para responderle esa pregunta. Se sentía cansado, el sentimiento era diferente y por primera vez sintió dolor. Ardía demasiado, ardía la marca en su abdomen aún más que la herida de bala, en esta ocasión pudo ver a la muerte de cerca, la primera vez en años que realmente se saludaban.

Para su sorpresa, no se sentía mal, era cálido, muy cálido. No sabía realmente qué era lo que le mantenía consciente, si las palmadas rápidas que el de máscara le daba en la cara mientras presionaba su abdomen, los gritos de Kathe, o tal vez los disparos que vinieron después.

Estaba cansado, ¿podía irse ya?

—  Escúchame, Tobías. Sé que duele, pero estás bien, ¿de acuerdo? Está bien —murmuraba, en esta ocasión su voz estaba rota por el nivel de nerviosismo que cargaba, las lágrimas que soltaba eran reales. Casi como si sintiera el dolor del menor.

Esto era injusto, si tan solo le hubiera dejado irse, si tan solo no quisiera poseer algo que no amaba. Tal vez actuaba con preocupación por la culpa, tal vez no había lugar en su mente para otro muerto, menos uno como Tobías.

🌻 : Espero tengan un lindo día.

🌻 : Espero tengan un lindo día

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