T R E I N T A Y S E I S

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"Espero tanto tu visita,Querida muerte. Pero de nuevo,no tienes tiempo para mí".

El sonido de sus botas al chocar con el suelo muerto le hacía eco en la cabeza

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El sonido de sus botas al chocar con el suelo muerto le hacía eco en la cabeza. Su respiración estaba entrecortada y se sentía levemente cansada de tanto correr. Sus pulmones ardían debido a la mala respiración, pues en ocasiones respiraba por la boca, logrando que su garganta también doliera. No podía dejar de gritarle al hombre que corría frente a ella.

Podía dispararle, lo sabía mejor que nadie, pero realmente no podía hacerlo. En varias ocasiones se detuvo para apuntar y, al momento de jalar el gatillo, su corazón se volvía loco. Soltaba disparos perdidos para disimular su cobardía, esperando que de esta manera los demás pensaran que estaba en un enfrentamiento. No dejaba de maldecirse mentalmente por no poder acabar con todo; ella tenía que matar al felino, pero en verdad había algo que se lo impedía. No sabía si eran los recuerdos o los pequeños brotes de sentimientos que comenzaban a nacer en lo profundo de su pecho. Tal vez se había encariñado.

Cat, detente. — Pidió una vez más, su voz sonaba ronca y sus pies comenzaban a revolverse, señal de que estaba agotada. Últimamente había tenido una misión, de hecho, venía llegando de una.

Es por ello que se le hizo extraño no ver a ninguno de los dos. Buscó primero en las habitaciones con miedo de encontrar la misma escena que atormentaba su cabeza y conciencia. Pero para su suerte no se topó con ello; fue peor, pues el cigarrillo consumido aún encendido le dio la pista que necesitaba para saber que habían salido. Rezaba que hubieran ido juntos y no en viajes separados. Es decir, ella sabía que Cat espiaba a los demás pero nunca lo dijo. ¿Por qué? Porque él le había prometido una revelación que nunca llegó.

En este momento, ella sabía que era imposible ganarle a aquello que se escondía en el bosque. Pero realmente no era ese tipo de libertad que ella buscaba. Sus pasos se detuvieron y, casi instantáneamente, el mayor dejó de correr también. Parecía agitado, demasiado para ser las consecuencias de haber corrido grandes distancias en un clima ligeramente frío, pues a medida que el sol se iba, la luna venía acompañada de una capa de frialdad.

Kathe, ¿qué hice? — Murmuró, sus manos temblaban un poco mientras se acercaban a su rostro cubierto, retirando la máscara que le escondía el rostro.

Su cabello rápidamente cayó, tapando un poco de su cara, logrando que se pegara por las ligeras gotas de agua salada que resbalaban de sus ojos. Se sentía realmente mal, pues posiblemente sentía algo por el castaño. Tal vez el sentimiento de venganza le había sometido y era esta la principal razón de su manera de actuar. No se justificaba, pero en verdad estaba arrepentida.

Kathe le apuntó, sabía que debía hacerlo. Tenía que matar al dueño de la traición ante su amigo, en verdad tenía que jalar el gatillo, pero no lo hizo. No pudo hacerlo, no importaba cuánto gritara el viento en su oído suplicando y exigiendo que demostrara el valor de Proxy, simplemente no podía.

Debes irte, te encontrarán. — Habló mientras disparaba al cielo, dando una última señal al mayor de máscara, quien se encargaba de Tobías.

Mátame, Kathe, mátame — pidió, en verdad suplicaba, pues sabía lo que le esperaba. La manera cruel en que moriría, lo sabía y en verdad le aterraba un poco. No había a dónde más ir.

No — respondió con frialdad. Se dio la vuelta sin importarle la manera en que él suplicaba que no se fuera, que no le dejara así. Kathe no se detuvo hasta que estuvo a una distancia prudente donde seguramente Cat no escucharía sus palabras, pero realmente no importaba.

Se tentó un momento y tuvo el valor para girarse y ver la manera en que el hombre seguía suplicando. Al parecer, había entendido por qué había retomado su posición y ahora parecía regresar al mismo semblante. Manipulador hasta el último segundo.

Si fuera tú, estaría corriendo, aunque es inteligente que no lo hagas. No hay a dónde ir, Cat — habló, casi sintió cómo sus dientes se apretaban tanto que le dolió, pues la sonrisa en el rostro del contrario le había alterado.

Les mataré a todos si me dejas vivir en este momento — habló. La mujer guardó silencio y entonces acomodó su arma en su funda, dando su respuesta y siguió caminando mientras escuchaba las risas del hombre.

¡Los mataré a todos, Katherine, y cuando el bosque se inunde con sus gritos no tendrás derecho a verme desde arriba, porque eres igual de traidora que yo! — La mujer no respondió, se limitó a alejarse a pesar de los gritos dementes del felino. Este no se limitaba, pues era muy posible que tardara un día o dos en que todos llegaran.

Adelante — murmuró para sí misma. Era consciente de que no haberle matado era considerado traición, pero no le importaba realmente.

Esto tardó unos 40 minutos en llegar al lugar. El aire se sentía más pesado allí. Se acercó y tomó el pulso del castaño. Se miraba aún más pálido, que realmente sintió la necesidad de frotarle un poco de su propia sangre en el rostro para darle color. Este seguía vivo, aunque no sabía realmente por cuánto tiempo más. Estaba oscureciendo y temía que este no aguantara; una persona que jamás había sentido dolor ahora lo hacía, debía estar pasándola mal.

Así que cuando vio a Brian acercarse, realmente se sintió bendecida por los dioses. Entre los tres cargaron al castaño. Hoodie realmente estaba modificado, pues al comienzo pensaba que había sido un accidente, ya que este aún no era bueno con el arma. Pero cuando realmente supo lo ocurrido, no pudo reaccionar al instante, quedándose unos minutos procesando todo con lentitud.

Dejémoslo aquí, iré a avisar a todos — propuso el hombre de pasamontañas, pero Masky le detuvo.

Espera, Cat sigue ahí. Posiblemente esté molesto; no creo que dude en atacarte — Hoodie estaba a punto de asentir, pero alguien más habló.

No creo, le disparé. Posiblemente esté escondido — Cuando su voz se apagó, los hombres le miraron unos minutos. Después de ese tiempo, Masky dio luz verde y Hoodie salió de la habitación para buscar sus cosas.

Kathe se sentía tensa y sabía que estaba mal, pero ¿realmente era malo? Prefería no pensar en ello, por eso se sentó a un lado del muchacho. Ya le habían vendado y solo se dedicaba a mirarlo.

 Ya le habían vendado y solo se dedicaba a mirarlo

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