‼️ Está historia fue creada tomando de inspiración la historia de @sara1d_Im660 titulada "Cambio de papeles,Ahora tu sufres".
🌻 : Solo tome la idea de la historia,Cambiare la esencia sin alejarme tanto del tema,Quiero que tengan en mente que esta o...
"Se que te encanta ver cómo mis heridas escupen sangre con tu nombre".
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Los días pasaban volando, pero ninguna de aquellas horas gastadas se llevaba su dolor y sufrimiento; se sentía asqueado aún. Ducharse era una tortura, podía imaginar sus manos frotando su cuerpo y eso le hacía estremecer. El agua no limpiaba sus huellas sin importar cuánto tiempo pasara bajo el chorro, suplicando que su mente olvidara.
Pero el tiempo era un comediante con pésimo sentido del humor; se llevaba sus súplicas y las botaba lejos, donde sus palabras jamás serían escuchadas. No tenía apetito y regularmente prefería su habitación.
Su sonrisa se había escondido; incluso de él mismo, pues por más que seguía buscándola, le era imposible encontrarla. Se miraba al espejo y no se reconocía. ¿Dónde estaba? ¿Por qué nadie le buscaba? Tal vez debía ser así ahora. Siempre creyó que realmente no valía la pena ser tan insensible. Porque creyó inocentemente que su llama lograría encender las cenizas disueltas de otras almas, pero en su defecto, solo logró quedar como ellas.
Donde alguna vez ardieron llamas, ahora la oscuridad reinaba. Se sentía tan apagado y eso era extraño; no importaba cuánto tiempo pasara mirándose, nunca lograba despertar. Se sentía aturdido, todo parecía tan irreal. ¿Cómo sabría si había muerto ya? No sentía dolor, era lo mismo.
Sus actividades se convirtieron en rutinas, rutinas que siguió monotonamente por una semana. Pelear con su reflejo era su actividad favorita. Adoraba verse mientras se perdía en sí mismo, en el oscuro de sus ojos. Jugaba a sentirse feliz aunque el juego se acabara tan solo al darle play.
Salió de su habitación, ahora su estado se veía aún más lamentable; era imposible no sentir lástima y él lo sabía, lo veía en los ojos de la chica. ¿No era acaso hipócrita? Cat había intentado hablar con él, pero siempre se negaba a siquiera estar cerca de ella. No le había visto desde hace días y realmente no extrañaba verse reflejado en esos ojos verdes.
Sus pies se arrastraban en la madera como si deseara quedarse ahí y esperar que esta le tragara hasta ser uno solo. De igual forma, no eran muy diferentes. A ambos siempre les pasaban por encima; la diferencia es que ese era el trabajo de la vieja leña, él en comparación agachaba la cabeza por estúpido.
— Tobías, al fin apareces. Llegué a pensar que te habías hecho uno con la cama — habló. Su voz no fue bien recibida y mucho menos la manera en que colgó su brazo por los hombros del castaño.
No puedes tratar a alguien de esa manera y fingir que todo está bien, aun cuando ni siquiera ofreciste un perdón. Era mejor así; igual si lo hiciera, no sería realmente sincero.
— Aléjate de mí — en esta ocasión sus palabras vinieron acompañadas de un empujón que llevó al mayor unos metros lejos. La fuerza estaba en su cuerpo y ahora no tenía miedo.
No había espacio para eso ahora. A pesar de su mirada amenazante, el felino no se inmutó. Mostró una sonrisa tan pronto como su cara quedó al descubierto, logrando que la sangre de Tobías circulara más rápido. Adrenalina.
— ¡Guau, tranquilo! Hoy estás algo pesado. — Es que era un hijo de puta, realmente necesitaba un golpe para aprender a callar — Solo venía a decirte que tienes una misión. Apúrate, tienes 2 días. Tenías 5, pero olvidé avisarte antes.
Cuando finalizó, le dio una sonrisa de burla mientras fingía un falso arrepentimiento que, aun en esa distancia, Tobías notó. No dijo nada y en su lugar se dio la vuelta, siguiendo con su camino, logrando que Cat apretara los puños. Se apresuró para jalarle.
— Grosero de mierda — se quejó. El agarre que hacía sobre la muñeca del castaño era tal que pronto dejó una marca; seguramente le hubiera causado una lesión de no ser porque en esta ocasión no se tentó.
Golpeó el rostro del contrario con su mano libre mientras sobaba su muñeca. Su mirada mostraba el rencor y odio que sentía hacia el chico. Posiblemente su corazón seguía sintiendo algo de cariño hacia él, pero en esta ocasión no cedía.
— No me toques — repitió. Nuevamente se alejó y en esta ocasión no se atrevió a detenerlo. Mientras miraba su figura alejarse, sonrió; sintió su corazón acelerarse.
¿Qué era este sentimiento? ¿Por qué ahora se sentía de esta manera? No podía evitar sonreír y ruborizarse al imaginar la manera tan oscura de los ojos color miel; verse reflejado y ser el causante de tanto odio le hacía temblar. Ojalá fuera por miedo. En realidad, le divertía la situación; podría decirse que en esta ocasión sentía algo real por el muchacho. Sin duda un enfermo.
Al salir de la cabaña, el aire golpeó el rostro del castaño, quien no se detuvo a verificar el cielo. No importaba si llovía o no, quería alejarse de esa casa y perderla de vista. Extrañamente, mientras se alejaba, el sentimiento de suciedad se alejaba de su cuerpo. Sus pasos se volvían livianos y el aire puro pasaba por sus pulmones, limpiando todo sentimiento de dolor y molestia.
Llevaba un buen rato caminando; estar en la nada realmente era una buena manera de sanar, se sentía en calma, como si nada pudiera lastimarlo ahora que el gran bosque le cubría con su sombra y lo devoraba poco a poco, escondiéndolo de todos. Su cabello hacía juego con las hojas secas del piso. Por un momento, pudo realmente soltar todo el aire que guardaba y se relajó, cerró los ojos mientras acomodaba sus cabellos que eran revueltos por las corrientes leves de aire. Estas mantenían el ambiente fresco y agradable.
— ¿Tobías? — Y justo cuando más libre se sentía, tuvo que aparecer. La mayor de sus cadenas, la que le hizo caer en ese lugar y le presionó a saltar por aquel risco aun siendo consciente de que abajo los tiburones esperaban por él.
Cat le había atrapado y aunque al comienzo fue grato el falso sentimiento de protección, pronto se arrepintió totalmente. Sus ojos se abrieron topándose con la máscara blanca. Siempre con los mismos rasgos inexpresivos tallados, algo muy contradictorio al rostro que se escondía detrás.
Masky observaba a Tobías y, mientras más tiempo pasaba sin tener respuesta, más nervioso se ponía y no entendía el porqué. De pronto, le fue complicado respirar y su garganta se cerró.
— Masky — al fin la esperada respuesta llegó. La calma abrazó al mayor aunque no fue suficiente para calmar la inquietud que sentía.
Al menos sabía que ahora estaba frente a Tobías y no le había imaginado como la infinidad de veces que creía verle o escucharle llamarlo. Esta vez era real. Él era real.
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