C U A R E N T A Y U N O

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"Debí abrazarte más fuerte la última vez que te vi,Pero no sabía que te irías pronto".

"Debí abrazarte más fuerte la última vez que te vi,Pero no sabía que te irías pronto"

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El silencio reinó por unos minutos; nadie hablaba y apenas se atrevían a respirar. Parecía que ahora los cuatro estaban cayendo lentamente en cuenta de lo que pasaba, y claro, ninguno lo aceptaba. Aunque Rouge no había sido muy amistosa o, bueno, no había entablado una amistad con el castaño, sabía que este era joven. Pero viéndolo así, ¿de qué sirve la juventud en un lugar como este? La chica fue la primera en salir de su estado caótico y casi dejó de respirr cuando miró a sus acompañantes.

Masky estaba ligeramente más serio; aun cuando su voz intentaba sonar normal, en ella había pequeños hilos que se salían de control, pequeños quiebres en la voz y tartamudeos que nunca hubieran salido de su boca. El hombre había tomado a Cat de la chaqueta nuevamente, logrando que se levantara físicamente de dónde estaba, pero de manera emocional seguía en el piso y no planeaba levantarse.

—  Argumenta, ¿quién está muerto? —preguntó. Se aferraba a la idea de que él estuviera en un estado de culpa y que esa fuera la razón de su actitud. Pero algo en el fondo le decía que era verdad lo que su mente comenzaba a murmurar y tal vez, en esta ocasión, la muerte había sido más rápida que ellos.

El de máscara felina se negaba a hablar no porque quisiera, sino porque su lengua no se movía; parecía que su boca se había sellado. Simplemente no había palabras para decir y el solo mencionar el nombre del castaño, seguido de su estado, le hacía estremecer. No se suponía que tenía que ser así ahora.

Tobías —soltó por fin. Por suerte, había logrado estabilizarse para no caer de nuevo al piso cuando Masky le soltó. No hubo violencia de su parte; parecía ahora realmente conmocionado por la situación.

Se tomó unos minutos antes de soltar un "No" mientras arrancaba su máscara y la lanzaba lejos. Tapó su rostro con ambas manos y la culpa le recibió. El hombre corrió a la cabaña con una deliberada sonrisa que seguía esperando ser correspondida por el castaño que ambos se burlaran de la estúpida idea de su muerte.

Aunque intentaba no confiarse del otro, sabía que era verdad; lo sabía dentro de su corazón tanto como sabía que Cat no había sido el único culpable. Cuando llegó a la casa, casi derribó la puerta al entrar. No saludó a Nemesis; en su lugar, la empujó para poder ingresar.

Está muerto, Masky —habló la mujer. Ella había metido un cigarrillo en su boca y disfrutaba del estado en el que se encontraba. — ¿No crees que es un poco tarde? — murmuró al ver cómo el de máscara golpeaba intentando que el menor despertara.

Era tarde. Tobías había aceptado lo que venía y realmente le había dejado, aunque, ¿podría ser culpable de abandonarlo? No puedes ser juzgado por dejar a alguien que te abandonó primero. No puede llorarle alguien que fue el mismo que te puso la soga en el cuello.

¿Por qué? —murmuró. Su voz parecía apagarse con cada momento y el sentir la piel ya fría del castaño no le hacía nada bien.

La mujer tardó un momento en responder; no sabía qué decir o tal vez sí y solo buscaba la manera de maquillar la situación lo suficiente para que sus palabras no golpearan de manera brusca al ya lastimado hombre.

Cuando supo qué decir y aceptó que no había manera cálida de soltar las palabras que traía en la garganta, habló. Tampoco iba a mentirle y ahora estaba segura de que quería dar su punto de vista, aunque nunca lo había hecho.

¿Por qué? Esto no hubiera pasado, Masky — habló. Cuando comenzó, el hombre se aferró más a la sábana buscando no escuchar lo que ella decía. — Sabes bien por qué sucedió todo. Si tan solo hubieras sido más maduro para saber cómo reaccionar ante una situación pequeña. — parecía calmada con la situación. Como si el dolor que había sentido antes hubiera desaparecido y ahora solo quedaba ese toque de arrogancia.

— ¿Sabías que algo así iba a pasar? — murmuró apenas. Esperaba que ella negara, pero no fue así. Pudo escuchar cómo la puerta se abría de nuevo y las voces conocidas de los demás.

No, pero lo suponía —habló. Mientras estos seguían dialogando detrás de la mujer, dos caras conocidas se hicieron presentes. Los hombres que siempre estaban juntos observaban la situación.

Sus ojos cayeron al cuerpo del castaño y, por su piel ligeramente más blanca, supieron de su muerte. Aunque les sorprendió momentáneamente, no hubo una reacción más allá de un "Wow" que se escapó de los labios de uno. Más bien, la situación les parecía fascinante. Se suponía que era imposible morir, pero ahora el chico lo había logrado. Era simplemente increíble.

¿Lo suponías? — repitió. La mujer asintió. Si bien siempre intentó hacer el problema pequeño, fue Masky el que lo agrandó. Mientras conversaban, más y más personas llegaban, atraídas por el cansancio de buscar al traidor que seguía en el bosque.

Cat permanecía de pie y no se movía absolutamente nada. Rouge le tomó del brazo y le sacudió, intentando sacarlo del estado en el que estaba. No podía matarlo; le había agarrado cariño como un amigo. Pero alguien más no pensaba igual. Cuando la explosión del disparo se escuchó, la mujer tembló antes de actuar. Lamentablemente, no fue más rápida que la bala y, cuando cayó en cuenta, el segundo impacto ya había roto el pecho de su único amigo.

Kathe mantenía el arma frente a ella y su respiración no movía tanto su pecho, a pesar de ser agitada. No dijo nada y solo se fue, dejando al hombre con su dolor que intentaba ser detenido por la mujer. Ella se aferraba a él con miedo y, aún consciente de todo lo que hizo, se negó a soltarlo.

Eres un estúpido. ¿Este era tu plan? —habló. Su voz sonaba cortada y realmente quería mantenerse fuerte, pero había sido suficiente por hoy. Quitó la máscara del hombre y, aunque él intentó hablar, de sus labios solo fue capaz de salir un suspiro.

La manera en que dejaba ir el aire que tenía en sus pulmones no volvió a respirar después de ello y el color verde de sus ojos habían encontrado su otoño. La mujer le sostenía y, aunque él se había ido, se quedó a su lado. No lloraba y parecía estar sumergida en otro lugar fuera de la situación; a pesar de su ausencia emocional, su mano seguía acariciando el cabello de él, dándole consuelo a alguien que ya no sentía.

El silencio que se hizo en el bosque llegó a la cabaña; los disparos no pasaron desapercibidos por nadie, logrando ser la distracción perfecta para alejar a todos del tema y así Nemesis pudiera tomar la palabra nuevamente.

Bien, dejemos todo este asunto. Entiérralo. Mañana todos regresarán a su zona y esperaremos instrucciones —ordenó. Y así era, tan fácil como la manera en que todo acababa. Mueres y al día siguiente había un reemplazo, una cadena interminable de tortura.

Claro que escuchó a la mujer; claro que supo lo que tenía que hacer, pero aún así no se movió. Su mano atrapaba la del castaño y tenía la esperanza de que su agarre fuera correspondido, buscando aferrarse a él como un hombre que se ahogaba en su propio río de sentimientos. Si este era su castigo, realmente estaba sintiendo cada maldito minuto.

 Si este era su castigo, realmente estaba sintiendo cada maldito minuto

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