capitulo 41

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(𝑫𝒊𝒎𝒊𝒕𝒓𝒚 𝑺𝒊𝒎𝒐𝒏𝒆)

El cuerpo me pesa, una punzada me penetra la piel, y el frío me congela los huesos. Puedo sentir como alguien me está moviendo y a lo lejos escucho un ruido distorsionado de la voz de alguien. Reúno todas mis fuerzas para lograr abrir mis pesados parpados, y gracias a mi insistencia lo logro.

Logro identificar, el agua mecerse, y los brazos de alguien, quien gracias a su aroma logro percibir que es Max. Trata de nadar sobre el agua conmigo encima. No sé en qué piensa este estúpido. Trato de moverme pero una punzada dolorosa se instala en mi lado derecho del torso.

—Casi llegamos a la orilla —respira con dificultad.

Trato de decir algo pero las palabras no salen, tengo la boca seca, ¿Cuánto tiempo lleva nadando?, levanto un poco la vista y cerca del horizonte el sol se asoma. El amanecer. Se que hace unas horas antes era de noche pero no logro recordar más que eso. Estuvo nadando hasta el amanecer.

Está loco.

Pronto observo como se acerca a la orilla, a la orilla de alguna playa. No tengo ni idea de dónde es esto. Está desierta. Poco a poco se acerca y aún conmigo en su ancha espalda logra ponerse de pie y camina hasta lograr dejarme en el suelo arenoso.

En el momento que me mueve un quejido de dolor sale de mi pecho. Max se nota preocupado y con cierta dificultad para respirar. Pero yo estoy más preocupado cuando veo que tiene sangre en el brazo y en la pierna. Porta ropa oscura y aún así veo otro color más oscuro que traspasa la tela.

—Nos dispararon con balas de plata.

Tiene razón puedo sentir ese aroma a metal, tan asqueroso.

—El olor es tan repugnante —logro pronunciar.

—Tengo que sacarte la bala —Explica.

—No te preocupes por mi —me incorpore, el movimiento dolía Pero me contuve—Tú eres el más afectado, tienes dos balas.

—No, Dimitry, escúchame —trato de recostarme de nuevo—Necesito sacarte la bala.

—Mierda, Max, estás delirando.

Note que quería tomarme de los brazos y recostarme a la fuerza. Así que decidí ser más rápido y lo tumbe primero. El movimiento me generó un dolor inmenso, horrible, pero Max era mi prioridad. Lo deje cargarme inconsciente y además apenas lo toque sentí un calor que provenía de el que no era propio de nuestros cuerpos.

Estaba con fiebre.

La bala de plata comenzaba a hacer efecto. El trataba de levantarse de nuevo pero se lo impedía además estaba delirando y balbuceando debido al metal. Arranque su manga derecha, Max se quejo debido a la brusquedad pero habia decidido salvarlo.

La herida de bala quedó expuesta y mejor para mí vista. En su brazo había un hueco del cual brotaba sangre rojiza, mucha para ser más preciso. Que más podía hacer ahora, estaba en la playa, desierta y sin instrumentos para sacar la bala.

Revise los bolsillos de los pantalones de Max con la esperanza de encontrar algo afilado que me ayudara a sacarle la bala. Pero no encontré nada. Revise mis pantalones y tarán.

Un maldito cuchillo de plástico, no tengo ni la puta idea de como llego eso ahí, pero me podría servir o eso creo. Me acomodo cerca de su brazo derecho y me posicionó. Lo agarro con una mano y estoy listo para clavarle el cuchillo.

Lo incrustó en el hueco de la herida, mientras meto uno de mis dedos para lograr localizar la bala. Y acto seguido de la herida brota más sangre de lo que me esperaba. Solo necesito encontrar la bala y sacarla, eso ayudará a que la herida sane, lo va a hacer lento pero sanará, y el derrame de sangre ya no importará.

Muevo mi dedo índice en la herida, Max gruñe, se queja del dolor insoportable pero continuo, me duele hacerlo pero es necesario. Luego de unos minutos más por fin mi dedo toca algo que lo quema levemente pero no me importa así que introduzco otro de mis dedos y lo agarro. Agarro esa bala de plata.

Quema, arde.

Logro sacar la bala de un tirón, y cuando mi mano sale tiro la bala al suelo arenoso. La herida deja de expulsar sangre la hemorragia paro, así que agarro la manga que había roto hace unos momentos y la amarro en su brazo con fuerza.

Me voy a su pierna izquierda y con mi fuerza rompo el pantalón, hago el mismo procedimiento que antes pero para este momento el cuchillo de plástico se rompe, trato de seguir usándolo pero es imposible. A Max de la frente le caen gotas de sudor.

Es la fiebre que lo hace sudar, pero tiene una expresión de dolor y sufrimiento, eso me frustra. Un poco más, resiste un poco más, le repito pero el parece no escucharme. Y por fin logro encontrar esa bala.

Se la saco Max chilla pero eso es todo, pronto se pondría mejor, vuelvo a romper la tela del pantalón y se la amarro a la pierna para detener la hemorragia. Max muestra alivio en el rostro y después de tanto esfuerzo se desmaya.

Ahora solo falta revisar mi herida, me levanto la camiseta, la tocó y un quejido se escapa, introduzco los dedos en la herida de la cual no tarda en  brotar la sangre, muevo mis dedos en la herida tratando de localizar la bala perdida. Paso unos minutos más hasta que logro tocar algo que vuele a quemarme, aún que duele la tomo en mis dedos y la saco de un tirón, grito con voz ronca.

Pero logré liberarme de una carga, quiero desmayarme en este instante pero no es momento para eso, cargo a Max en mis hombros y camino sin rumbo por la playa.

Una rosa para dos hombresWhere stories live. Discover now