Extra 04

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Me encontraba sentada en un mantel de un hermoso color rojo bordo, mientras admiraba un cielo tan puro sin nubes, eso me daba paz. El sol filtraba su luz entre las hojas, pintando así sombras irregulares sobre el mantel, la brisa era liguera y juguetona, acariciaba levemente mi piel, un murmuro silencio en el ambiente lleno de paz y pureza. sin embargo mi paz, se rompió, cuando, en la distancia dos lobos emergieron del frondoso bosque, avanzando con una velocidad feroz. No me encontraba asustada. Sabia perfectamente quienes eran.

ambos lobos se detuvieron a una distancia prudente, me observan de pies a cabeza. Parezco un presa ante sus miradas. Sin embargo la tensión se rompió cuando los niños hablaron.

—Papá, ¿Podemos bajar ya? —pregunto Simone con impaciencia, su voz llena de emoción.

Matteo rio antes de responder. —Si, si, pero con cuidado, no queremos que mama se preocupe. 

Me levanto para ayudar a que mis dulces hijos bajen de sus lomos, pero ambos niños saltaron de los lomos de sus padres antes de que pudiera siquiera extender los brazos para ayudarlos. Sus risas llenaron el aire. Y en un abrir y cerrar de ojos, la piel se deshizo en sombras, los músculos se contorsionaron y, donde antes había dos depredadores imponentes, ahora estaban mis dos esposos, Max y Dimitry. La transformación fue rápida, casi etérea, como si naturaleza misma obedeciera.       

Ambos gemelos al ver que sus padres estaban ocupados, con alegría se abalanzaron sobre mí con cuidado y precaución.

—Mamá. Mamá. No vas a creer lo que vimos —dijeron al unisonó emocionados por contarme sus cosas.

—Cuenten lo que vieron —los incitó a seguir hablando, sus voces eran melodiosas ante mis oídos .

—Vimos a muchos lobos mucha naturaleza  —comento Matteo con entusiasmo en su voz.

—Pero ningún lobo era tan grande como nuestros papás —anuncio con mucho orgullo Simone.

—Eso es porque solo sus padres son los lobos más fuertes —decreto con firmeza. 

Ambos niños estaban sonriendo, era palpable en sus rostros el orgullo que tenían por padres como ellos, pero Simone repentinamente parecía preocupado. 

—¿Nosotros... también vamos a ser lobos de grandes? —balbuceo Simone con curiosidad.

—¿Acaso te da miedo? —cuestiono Matteo con burla en su voz.

—Sabes que no es eso —se excuso Simone.

Matteo le puso los ojos en blanco, algo que a Simone le disgusto, ambos parecían querer hablar pero decidida terminó interrumpiendo su pelea.

—¿Qué es lo que te preocupa, tesoro? —pregunto con cuidado, parecía que Simone tenia un dilema con su ser algo que me preocupaba. 

La incertidumbre invadió su mirada, como si temiera a su destino.—No se si quiero ser un lobo —susurro con la voz pendiendo de un hilo—Quiero ser... normal pero tampoco quiero decepcionar a mis papás.

—Nunca nos vas a decepcionar —se anuncio Dimitry con voz firme.

—Pero tampoco puedes negar el hecho de que eres un lobo —reconozco ese lado que nunca iban a poder cambiarlo.

—Querido hijo mío, se que es difícil, ser diferente no te gusta, pero tú mamá tiene razón. No puedes negarlo. Para avanzar tienes que aceptar y aprender a vivir con eso. Además decidas lo que decidas en el futuro ninguno de nosotros va a estar decepcionado o molesto con ninguno de los dos—argumenta Max con cariño. 

Observé a Dimitry que parecía querer reírse, pero le lance una mirada de muerte que hizo que se quedara asustado y serio. Ambos niños quedaron satisfechos por la respuesta, Max los abrazo y estos luego salieron a jugar. Era impresionante como era tan dedicado, Max pasaba mucho tiempo en el trabajo o a veces estaba ocupado con la manada, en aquel momento me había contado que como su mate debía hacer algunas cosas en la manada pero me aconsejo que lo mejor para mí era la crianza de los niños.

No me queje, creo y aun sigo creyendo que eso era una responsabilidad muy grande, la crianza de mis niños también lo es pero la manada era algo desconocido para mí y creí que si aprendía iba a terminar mal las cosas. Ninguno de los dos me juzgo por tomar la decisión de criar a mis dos niños y también se que tome la mejor decisión para mí. Mis pensamientos terminan interrumpidos cuando Dimitry habla.

—¿Las... cosas en la escuela se resolvieron? —pregunto Dimitry con cautela.

—Hable con el director y le pedí que hiciera una reunión de padres —explico Max.

—¿Fuiste a hablar o lo hizo el director?.

—Tuve que hablar con los padres. Es bastante obvio que los padres chismosean de nuestra crianza y demás cosas. Les dejé en claro que no deberían estar hablando de nuestra familia.

—Así se hace—tome presa la hermosa cara varonil de Max y la llene de besos cariñosos —Pero es bueno que los niños no se vean muy afectados por los comentarios de los demás niños.

—Es verdad, son unos niños maduros.

—¿Y mis besos? —reprocho Dimitry con un puchero en el rostro.

Viendo que mi otro lobito estaba celoso procedí a cumplir con sus caprichos, tome con ambas manos su hermosa carita y también la llene completamente de besos, Dimitry rio con cosquilleos, sin embargo me separe y me volví a acomodar sobre la manta. Hace poco Matteo y Simone recibieron varios comentarios de sus compañeros dijeron que al principio eran leves pero poco a poco se volvieron agresivos con respecto a quien era su verdadero papá, porque muy a simple vista se nota como Dimitry no es el padre biológico de los niños. Aún así los niños saben que Max es su padre pero para ellos los dos lo son y no le interesan mucho quien es más y quién no.

De repente Max y Dimitry posaron sus manos sobre mi abultado vientre, esperando que la bebe se moviera por su tacto, con sus ojos llenos de expectación, esperaron, en silencio, hasta que la pequeña patada llego, sutil pero definitiva, ambos sonrieron, y en ese instante supe que, sin importar de quien fuera hija, seria amada por los dos. 

—¿Qué hacen? —pregunte conteniendo mi risa.

—Veo si la mini tú está bien —responde con tranquilidad Dimitry.

—Hago exactamente lo mismo —reconoce Max con dulzura. 

—Creo que es momento de saber si eso funciona, ¿No lo crees Max? —consulto Dimitry con tono pícaro. 

—Tienes razón Dimitry. 

Ambos se dieron vistazos cortos, miradas cargadas complicidad, sin ningún pudor sus manos se deslizaron por debajo de mi vestido, tocando con suavidad mis muslos. ¿Qué mierda estaba sucediendo?.

—Los niños están con nosotros, pueden regresar en cualquier momento —intente sacar sus manos pero era imposible.

—No te preocupes, Alex y Joaquín los van a cuidar  —se acerco sigilosamente a mi oído y suspiro extasiado —Solo disfruta. 

Dimitry me guía y me incita a recortarme sobre la manta, Max con movimientos rápidos y ágilmente se posiciona entre mis piernas, mi vestido se levanta, algo que me termina llenado de vergüenza, estamos al aire libre haciendo cosa que como adultos responsables no deberíamos. Siento esa sensación de que mis bragas son corridas, y la extraña sensación de que esta observando mi vagina por mi abundante vientre no puedo ver que hace exactamente Max. Sin embargo luego de un tiempo determinado algo viscoso se pasea por mi zona baja, involuntariamente el gemido escapa, dándome un placer inexplicable.   

"Gracias a todos por el amor y apoyo a esta historia. Ha sido un viaje increíble, y me alegra haberlo compartido con ustedes. Sus comentarios, llenos de humor y cariño, han iluminado mis días y me han impulsado a seguir adelante. Nos vemos pronto. Con cariño, Val."


Una rosa para dos hombresWhere stories live. Discover now