Capítulo 38

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Experimento un bochorno al instante y percibo el calor recurrente por todo el cuerpo. Abrí colosalmente los ojos desubicada mientras sus labios se alejaban de los mios; había sido un beso casto y corto. Aún conmocionada sus dedos se resbalan por mis mejillas ardientes hasta perder el contacto. Me sonrojo y no hago nada más que tragar saliva cuando noto que la garganta se me seca.

Mi mirada se centra en su pecho, permaneciendo inmóvil, porque no logró reacionar ante su atrevimiento. No se si golpearlo, gritarle, insultarle o finalmente... devolverle el beso. Me odio por pensar en eso. Pero ahora no comprendo la razón. Me siento atareada.

—Espero haber sido tu segundo beso —recitó con la mirada puesta en mí. Era arrebatadora y perturbada.

—No lo siento —le confesé con desconcierto. Necesitaba reaccionar con urgencia—, fue Max. Me estaba descontaminando.

No estoy segura si haberle dicho eso estaba bien, pero no logró concentrarme. Afortunadamente para mi dicha el pinguino se nos acerca con Alex, Chase y Max a su lado, me han salvado de enfrentar lo que acaba de pasar, pero la idea de que nos hallan alcanzado a ver me hace tener un rubor mayor por el bochornoso momento. Evito cualquier contacto visual con alguno y observó el césped suficiente tiempo.

—¡Foto! —ordena Alex y algo torpe me coloco para salir, tratanto de aparecer lo mínimo posible. Miré de reojo para descubrir que Allen se ha ido directamente a abrazar otra vez al pinguino.

Max se posiciona a mí lado una vez que Allen se marcha a los vestidores y Chase y Alex prosiguen tomando fotos con la mascota del equipo. Que no logró entender como los soporta. Vamos, lo están molestando de hace ratos y sigue allí, yo habría salido corriendo.

—Una vez llamaste a un maestro "Señor Tomate" ¿cierto? Ahora te veo y se me ha venido eso a la cabeza. Chica tomate, ¿ahora que paso?

—Nada —le contesto nerviosa a Max, negando muy rápido con la cabeza. Necesito tranquilizarme en serio.

—¿Por que no me dices? Sabes que lo odio.

—En serio —replico porque no pienso por nada en el mundo decirle eso—, no pasa nada. Es solo el desastre del juego —le mentí y tras dar un suspiro prolongado le pregunté—. ¿Vamos a volver a casa ya?

—Si —respondió él tranquilo, evitando rápidamente el tema—, pero hay que esperar. Ellos nos irán a dejar.

—No creo, Chris dijo que vendría.

—No me jodas —me toma de los hombros con desesperación agitandome. Me susurra porque lo que dice no tiene que ser escuchado—, ¡es Chase! ¡No puedo negarme a Chase! ¡Soy suyo y él es mío aunque no lo sepa!

—¿Y Chris?

—Me sigue gustando, pero como es tuyo me conformaré con observarlo y fantasear. Me dedicaré completamente a Chase.

—¡Chris no es mío! —exclamé con fastidio.

—Para él sí. Pero lo dejaremos para después... ahora espera que dejen al pinguino tranquilo.

Desesperación, esa era una de las emociones que estaba atacandome en ese momento. Como una cobarde quería huir, escapar del beso. Quería irme ahora mismo y no con ellos. Todavía estaba muerta de vergüenza. ¿Que había sido eso? Odiaba que Allen me confundiera de tal manera. ¿Pero porque esto me afectaba tanto?

—¡Vamos, vamos, vamos! —anunció  Alex cuando él volvió. Se había quitado el uniforme.

Me acerqué a Max con el fin de refugiarme en él. Tomándolo con urgencia de su brazo, apegandome a él. Rogando no tener que sentarme al lado de Allen, pero cuando llegamos al auto no salió del todo bien. Chase tomó el lugar del conductor, Alex el del copiloto. Atrás Allen y Max en los lados de las ventanas. Y yo en el centro, con los nervios de punta. Sabía cuan amable era la vida conmigo.

Black AngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora