20.

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Chase no paró de luchar contra el largo de su vestido rojo.

Ni con lo incomodo de sus tacones altos.

Pero trato de hacer su mejor esfuerzo como asistente.

—Ahora —Allen se quitó su sombrero y puso su mano dentro—, sacaremos un animal y no me refiero a Chase.

Chase le sacó el dedo del centro, con una sonrisa.

Entonces Allen sacó del sombrero un ave blanca, yo me quedé perpleja porque aunque ya lo había visto aparecer una flor, aun me dejaba asombrada el hecho de que él pudiera lograrlo. Y seguía sin entender como lo hacía.

Luego hizo otra variedad de trucos con la ayuda de Chase y al final del espectáculo, les aplaudimos un montón y sacamos muchas fotos.

Y Max se sacó una foto con Chase.

Allen se quitó la capa y el sombrero, cuando se acercó a nosotros y los dejo a un lado. Luego acercó la silla que faltaba para sentarse con nosotros.

—¿Qué tan bueno estuvo el espectáculo?

—¡Fue demasiado genial! —señaló Alex, maravillada.

—Estuvo grandioso —admití y Max asintió.

Al rato, cuando Chase regresó con su ropa normal, todavía traía algo de labial rojo en los labios y trataba de quitárselo con una servilleta.

—¿Qué pasa? —le preguntó Allen.

—No puedo quitarme este labial.

Alex se rio a carcajadas.

—Es por eso que no encontré mi labial rojo hoy, ven acá —le dijo mientras buscaba en su bolso. Chase se sentó a su lado, renegando un poco—. Es un labial de larga duración, sin un desmaquillador, no vas a conseguir quitarlo bien.

Entonces le paso un líquido en los labios y con la misma servilleta le limpio el labial, todo lo mejor que pudo.

—Ni siquiera te lo pusiste bien.

—Alex, créeme que hice el mejor trabajo.

Yo solo los admire pensando realmente, en que esos dos debían ser novios, se veían tan bien y como una pareja que se quería demasiado.

Aunque al contemplar Max, noté la decepción en su expresión.

—¿Me acompañas a traer algo? —preguntó Allen y confusa le observé.

—Está bien.

Entonces se levantó y yo fui tras él.

—¿Qué tienes que traer?

—El pastel.

—Con tantos dulces y otras cosas, olvide que también podía haber pastel.

Nos acercamos a la barra, donde estaba sentada una señora mirando su celular y no había notado que ella estaba ahí, hasta ese momento. Al notarnos, ella dejó el teléfono a un lado y sonrió.

—Vengo por el pastel —le dijo él y ella asintió para ir traerlo—, es la dueña del local.

—No sabía que estaba aquí.

—Oh, están su esposo y ella aquí además de nosotros.

Asentí y cuando ella volvió con el pastel, casi grite.

—Consiguieron un pastel en forma de osito de goma —dije con admiración contemplando la forma del pastel. Era asombroso.

—Sí, ella tiene una obsesión por ellos. ¿Por qué crees que hay tantas gomitas de ositos?

Black AngelsWhere stories live. Discover now