19.

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Echo un vistazo hacia la entrada del comedor y avanzo hasta ahí para asegurarme que en el pasillo no se encuentre nadie. Cuando volví al lado de Max hice una mueca.

—Ante todo quiero advertirte que esta historia incluye a Allen y manipulación.

—Alguien quiere morir hoy.

—Si empiezas con eso no te voy a contar nada.

—No es como si quieres o no, lo vas a hacer.

—Bien —acepté un tanto harta—, hace unas semanas yo me encontré en una penosa situación de la cual Allen se aprovechó y me dijo que si no iba con él a un bar o algo así, le iba a contar a Amie que yo me había montado en la motocicleta de un desconocido.

—Entonces te estaba extorsionando. ¿Y cómo te libraste de esa?

—La situación es esa... no pude conseguir que me dejara en paz y lo que menos quería era que le contara eso a Amie —cuando el rostro de Max se contorsiono molesto, tuve que defenderme—. Max, tú sabes que odio decepcionar a tu madre.

—¿Te das cuenta que te extorsiono con algo malo para que hicieras algo más malo?

—Mira Max, cállate que tú no estabas ahí para medir la situación.

—Si yo hubiera estado...

—Nunca puedo contarte nada sin que te quejes.

—Bueno, ya dime —contestó poniendo los ojos en blanco.

—Fue en un bar llamado Angels. ¿Lo conoces?

—No lo creo.

—Pues... ¿Has notado que Allen y Alex tienen las mismas características físicas?

—Tal vez.

—En ese lugar casi todos son iguales, mismo color de ojos, mismo cabello negro —Max levantó una ceja un tanto confundido—. Y cuando estaba allí, vi a Chris.

Cuando recibió la noticia, optó por permanecer serio.

—Está bien, pero dijiste que era un bar, cualquiera puede ir a un bar.

—Sí, pero él fue a ese bar diferente, como todos allí.

—Espera. ¿Me estás diciendo que Chris estaba allí con ojos azules y pelo negro?

—Sí.

Se lo pensó un momento, desorientado de lo que le decía y luego trato de balbucear.

—Tiene que haber una razón.

—Una razón retorcida, creo yo —le reclamé en un murmullo molesto.

—¿Y por qué no le has dicho a mamá entonces?

Estábamos hablando en susurros fuertes, así que era incomodo comunicarnos así.

—Oh claro... ¿Cómo no se me ocurrió? Vamos ahora a decirle y cuando me pregunté qué demonios hacia ahí le diré que fue magia.

—Eres una tarada.

—Gracias por el apoyo.

—No es mi culpa...

Amie se adentró en el comedor y reaccionamos de golpe, yo tuve que tomar un vaso que había empujado y acomodarlo en su lugar.

—Muy bonitos, ellos aquí hablando y todavía faltan cosas por traer. Apúrense.

Me adelante a salir de ahí, para no verme tan culpable y hui a la cocina de inmediato.

Cuando estuvimos en el comedor todos, me senté frente a Max que parecía estar en otro mundo, le propiné una patada para que reaccionara, lo cual funciono porque me contempló molesto.

Black AngelsOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz