Gorda, gorda, gorda

5.5K 259 100
                                    

-Mira haya va la gorda.-

-Está hecha una marrana.-

Apreté los ojos con fuerza e intente ignorarlas, me sabía sus insultos de memoria pero aun así dolían demasiado.
Tome mi ropa y comence a vestirme, esta es una de las razones por las que odio gimnasia, las duchas son obligatorias.

-Quitate, estas tan gorda que no me dejas pasar.- me di la vuelta para encontrarme con Anna y sus amigas

-¡¿Es que a parte de gorda estas sorda? te dijeron que te quitarás!.- me grito una de ellas

Baje la mirada y me hice a un lado. Ellas pasaron pero, Anna, al pasar me golpeó con su brazo. Levante la mirada hacia ella.

-¿Qué tanto me miras obesa?.- me observó con asco

-Nada.- susurre mientras desviaba la mirada

-Escúchame bien maldita cerda, tu no eres nadie.-

-Estas llena de grasa.- hablo otra de sus amigas y todas rieron

-Tu nunca vas a poder ser como nosotras, siempre seras una marrana.- nuevamente todas se hecharon a reír

Sus insultos resonaban en mi cabeza, y aunque no deberían dolerme, me dolían, mis ojos se cristalizaron, no quería llorar frente a ellas, yo sabía que ellas tenían razón, soy gorda. Todas estaban a mi alrededor, riendo, burlándose de mi.

-Desde ahora, te nombrare "señorita obesa" la reina de las gordas.- pronunció Anna y las risas no tardaron en aparecer

Anna tomó una botella con jugo y me vacío encima el contenido que había en ella. Todas carcajearon para después salir de los vestidores, no sin antes recordarme por milésima vez que soy un estúpida gorda.
Me deje caer lentamente hasta tocar el piso, abrace mis pernas tratando de protegerme, y lloré, aun cuando no debería. Lloré por mi, porque no sabía que es lo que malo que había hecho para merecer aquello, no entendía porque tenia que sufrir a causa de mi peso. Me derrumbe por algo que se supone no debería importarme, todos dicen que debes quererte tal y como eres, y eso es fácil para las personas guapas y delgadas, pero cuando eres una obesa como yo, cuando todos te hacen sentir menos que nada, es difícil quererse.

Me lave el rostro y espere a que mi rostro dejara de estar sonrojado y mis ojos menos hinchados. No había entrado a ninguna otra clase, y ya era hora de irme a casa. No me agradaba mucho la idea de ir a casa, ya que si saldré de este maldito infierno pero solo para entrar a otro. Porque en casa me espera una madre que, al igual que todos, me detestaba por mi cuerpo, y dos hermanas mayores con cuerpos perfectos, que, a pesar de que no lo dijeran, se lamentaban por su fea y gorda hermana. Sin importar esto, me gusta llegar a casa cuando mi padre se encuentra, el es la única persona que no siente asco ni lástima por mi, el único que me quiere a pesar de mi estado físico. "Los hombres preferimos a las chicas con muchas curvas". Es lo que el siempre me dice. "Si papá, les gustan las que tienen curvas pero no en el estómago, yo parezco una pelota". Siempre era mi respuesta. "Pero si estas preciosa". Insiste. Y yo no respondo nada. Porque por más que intente explicarle como es que me siento, nunca lo entenderá. Jamás comprendería lo que es mirarse en el espejo y sentir asco de lo que ve. O intentar sentirse atractivo pero en vez de eso sentirse la persona más estúpida de todas porque sabes perfectamente que no es verdad. El no sabia lo que es ser una maldita obesa de mierda.

Entre sin muchos ánimos a casa, camine prácticamente arrastrando los pies con cansancio, no quería encontrarme con mis hermanas y sus miradas de lástima al preguntarme como había estado el instituto, mucho menos quería hablar con mi madre y escucharla nuevamente decir que estaba a punto de reventar, que ni siquiera tengo la molestia de arreglarme un poco más para disimular mi peso, como si eso fuera a servir de algo, tampoco quería escucharla hablar sobre calorías o que mi ropa era un asco al igual que yo. No tenía fuerzas suficientes como para seguir escuchando insultos y reclamos de nadie, solo quería perderme, desaparecer para siempre, deseaba irme lejos de todos ellos. Tan sólo quería por una sola vez, que nadie me criticara, un instante sin insultos, solo pedía un día sin que los demás me tratarán como si fuera menos que una mierda. Quería que por una vez en mi vida, nadie me despreciara por tener sobre peso. Quería sentirme bien conmigo misma, que me tratarán como tratan a una chica bonita y delgada, necesitaba sentirme segura de mi misma, tener un poco más de autoestima, necesitaba sentir que alguien me quisiera por ser lo que soy, que me dijeran que soy linda, no por obligación o educación, sino porque realmente lo piensan. Pero eso es mucho pedir, porque yo no tengo un buen autoestima, no soy delgada y tampoco bonita. Solo soy una chica gorda más, sin gracia, ni siquiera tengo un buen sentido del humor, soy todo eso que nuestra sociedad considera como "feo", "asqueroso", "repugnante", "aburrido", soy todos los defectos que ninguna chica considerada guapa tiene, soy lo que da asco, lo que nadie nunca tomará en cuenta, todo lo que nadie quiere, soy todo lo que no me gustaría ser y por eso me odio, porque no puedo ser como todas esas chicas que aparecen en revistas, con cuerpos perfectos y una sonrisa hermosa, no hay nada de atractivo en mi. Por más que intento encontrar algo bueno en mi sólo encuentro más defectos, más desastres, y por eso no puedo quererme. Yo nunca podré alcanzar las espectativas que nosotros mismos hemos impuesto como belleza, siempre seré sólo esto. Y todos tienen razón al decir que no soy nada, porque absolutamente nadie quiere a una chica como yo, una cerda, una maldita cerda. Todos tienen razón al decir que nunca nadie querría a una gorda.

Miss obeseWhere stories live. Discover now