Una esperanza

2.1K 157 15
                                    

Lance con fuerza el celular, este se estrello contra la pared quebrandose por completo.
Odio mi vida, odio ser yo.
Quería desaparecer para siempre.

Deje que la sangre resbalara por mis brazos y lloré a mares. No podía con más humillaciones. Anna y sus amigas me habían llenado el cabello de goma de mascar, huevo y por último me cortaron el cabello. Y no bastó con eso sino que subieron un video a Internet.

Me mire en el espejo e intente arreglar el desastre. Mi cabello estaba limpio pero un lado estaba mucho más largo que otro.
Suspirando tome las tijeras y corte mi cabello tratando de que quedará del mismo tamaño.

-Elizabeth.- la voz de mi hermana Gemma se escuchó detrás de la puerta

-Mande.- apenas se logró escuchar mi voz

-¿Todo bien?.- suspire tras esa pregunta

-Si, ya salgo.- acomodé mi cabello en una pequeña coleta y salí con mi suéter

-¿Qué le ocurrió a tu cabello?.- me miró asombrada

-Me lo corte.- camine con disgusto hasta mi habitación

-¿Segura que no pasa nada?.- ahí estaba aquella mirada de lástima

La misma mirada que tanto me hacía odiarme, la que me recordaba lo malditamente jodida que estaba por ser obesa. Y por eso nunca estaba con mi familia. Porque me recuerdan lo terrible que soy.

-No.- cerré la puerta de golpe

Me lancé sobre la cama intentado contener el llanto. Y así pasé el día, aislada de todos. Evadiendo mi realidad. 

Eran las 11:47 pm cuando las luces se apagaron en mi casa. Estaba inquieta y no podía dormir. Di un par de vueltas por toda la habitación, intentado distraerme un rato. Fue ahí cuando lo vi.
Ese diminuto pedazo de papel descolorido y arrugado. Me pregunté si aún sería ese su número, y si aún se acordaría de mí. Estaba casi segura de que ambas preguntas recibirían por respuesta un rotundo, no. Desvíe mi vista hacia otro punto de la habitación, intentando ignorar lo anterior.

Sin embargo, después de un par de minutos, fui por ese pedazo de papel. Me acerqué al teléfono fijo que se encontraba en mi habitación y marque esos números, casi invisibles.
No sabía exactamente porque lo hacía. Si era por curiosidad ó si era porque necesitaba escuchar que alguien, aunque no fuera cierto, me quería.

Una, dos, tres veces sonó el celular para después escuchar una voz bastante agradable.

-¿Hola?.- la chica sonaba algo adormilada

Fue ahí cuando caí en cuenta de que estaba marcando a las 12:03 am.

-Yo... lo siento no me he fijado en la hora.-

"Carajo, no sabes ni siquiera hablar por teléfono".
Suspire y quise colgar, pero al otro lado de la línea se escuchó un pequeño grito. Me sobresalte.

-¡Eres tú!.- un grito más me alejar un poco el teléfono

-¿Disculpa?.-

-La chica del hospital, Elizabeth- respondió más calmada- Eres tú.-

Por un segundo me sentí de maravilla. Esa chica tan alegre se acordaba de mí, la chica obesa y triste. Le emocionaba el hecho de que llamara.

-¿Sigues ahí?.- reí ante tanta energía que tenía aquella chica

¿Hace cuánto tiempo que no reía?

-Si, aquí estoy.-

-¿A qué se debe tu llamada?, creí que no llamarías nunca.-

-Bueno, solo tenía curiosidad.-

"Necesitas hablar con alguien"

-No me digas que has creído que era una broma.-

"Eso mismo era lo que esperaba"

-No, para nada.-

"¿No puedes decir algo mejor?"

-Gracias por llamarme.-

"Yo debería agradecerte"

-No es nada.-

"Me salvaste la vida"

Eran las 3:49 am cuando colgué el teléfono. No podía creer lo que acababa de pasarme.

Había hablado con alguien que no me trataba mal. Y además me invito a tomar una malteada ese mismo día.
Estaba feliz, aunque seguía consciente de que podía ser solo una broma pesada.
Me fui a dormir con esa pequeña pizca de ilusión dentro de mí. Al fin quería despertar, quería vivir un día más.

Desperté a las 10:27 am. Era sábado y estaba entusiasmada.

Me preparé para mi salida, apenas eran las 2:47 pm cuando estaba lista. Aún tenía 1 hora para llegar.

Salí sin que mi madre lo notara. Lo cual fue muy sencillo ya que ella nunca me presta atención.
Tome el primer taxi que encontré y le indiqué la dirección en donde había quedado de verme con Ashly.

Los minutos parecían horas. Al fin llegue al pequeño café.
Las piernas me temblaban, sentía que en cualquier momento iba a venirme abajo. Estaba realmente nerviosa.

Con algo de temor busque a la chica, no podía encontrarla.

-¡Hola!.- me dí la vuelta de golpe y pude ver a la chica

-Hola.- apenas logró escucharse mi voz

-Ven hay que pedir nuestra orden.- camino muy emocionada y yo la seguí

Definitivamente somos muy diferentes. El único parecido entre nosotras era la estatura, aunque tal vez yo media un par de centímetros más.

-Yo quiero una malteada de vainilla ¿y tú?.- me miró sonriente

-Nada, gracias.- susurre

-¿No quieres nada?.- me miró frunciendo el ceño

-No, así estoy bien.- sonreí tímidamente

-¿Entonces solo vas a sentarte a verme tomar la malteada?.- era igual de preguntona que su hermana menor

-Si.- me miró extrañada pero no dijo nada mas

Le dieron su orden y nos sentamos en una pequeña mesa cerca de la ventana.

-¿ Y que puedes decir de ti?.- dio un sorbo a la malteada

"Soy gorda, no tengo amigos, me quiero morir, llevo 5 meses comiendo lo más mínimo posible, quiero ser tan delgada como tu, mi familia me odia, me autolesiono, tengo problemas en el instituto, es la primera vez que alguien me invita a algún lugar, suele llorar todas las noches."

-Nada interesante.- 

-Vamos debe haber algo.-

-No, nada ¿qué hay de ti?.-

-Bueno pues, me llamo Ashly, mi padre murió cuando tenía 9 años, así que mi madre tuvo que salir adelante con dos hijos y una hija más en camino, tengo 15 años y no soy de esas chicas que hacen muchos amigos tan fácilmente. Me fastidia la gente superficial y la única persona en quien confío es en mi hermano Ed.- me sorprendió su sinceridad.

Siguió contándome sobre ella, sobre su familia, sobre Ed.
Y realmente esperaba poder conocer a Ed, porque parecía ser el chico perfecto. Aunque no fuera nunca para mi.

Había encontrado una amiga. Una esperanza aparecía en mi vida.

Miss obeseWhere stories live. Discover now