Epílogo

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3 años después

El viento soplaba con fuerza chocando contra mi cara y el cielo amenazaba con comenzar a llover, era un día triste, aunque la mayoría de mis días eran triste sin importar el clima. Hacía años que me sentía miserable, la necesitaba, más que a cualquier cosa en el mundo, quizá por eso aun después de saber la verdad continuaba visitando el cementerio y me quedaba ahí durante horas, a pesar de que ella ni siquiera estuviera enterrada debajo de toda esa tierra, necesitaba algo de ella y eso era todo lo que tenía.
Me cubrí el cuello con el abrigo y comencé a frotar mis manos para calentarlas.

-Hace frío, ¿no lo crees?- Sonreí mirando su nombre y guardo silencio un momento como fuera a responderme-.

-Hoy fue un día bastante tranquilo, ya sabes la rutina de los domingos- mencioné animado, sabía que parecía un loco ahí hablando sólo, como la extrañaba joder-.

-No, no sé la rutina de los domingos- susurraron detrás de mí, mi corazón se aceleró- Aunque creo que parte de esa rutina es venir a hablar con la tumba de una chica aun cuando sabes que no está muerta- desvíe la mirada hasta la dueña de aquellas palabras, esa voz, esa boca, esas pecas, esos ojos, sus ojos, claro que era ella-.

-Eso es parte de la rutina de todos los días- respondí-.

Sonreí, ella también lo hizo, yo no pude esperar un segundo más y la tomé entre mis brazos con fuerza, como si en algún momento fuera a desaparecer y a dejarme sólo nuevamente pero eso no paso. En vez de eso ella me rodeó con sus brazos para corresponder mi abrazo.

-Te he extrañado demasiado- dije mientras saboreaba su aroma nuevamente-.

-¿Seguías viniendo a pesar de saber la verdad?- deshizo el abrazo y un escalofrío recorrió mi cuerpo entero-.

-Yo, necesitaba de ti, algo, lo que fuera- suspire y la miré-.

-La culpa es grande, ¿verdad?- centró sus ojos sobre mí-.

-Eso creo- asentí-.

-¿En dónde está ella?- cambió de tema-.

-No creo que sea bueno que vayas a buscarla- trague saliva con dificultad-.

-¿Por qué no? Vine aquí de nuevo por ella- se mordió el labio y me miró de nuevo-.

-Yo... Le mentí, no le entregué la carta- confesé- Sabe que no estás muerta, pero ella piensa que la odias y por eso te fuiste- su cara enrojeció ante mis palabras-.

-¿Por qué? ¡¿Por qué hiciste eso?!- me empujó-.

-Porque me pareció muy injusto- respondí seco-.

-¡¿Injusto?!- se alteró aun más- ¡Injusto es haber querido con todo tu ser a un persona, darle todo, cambiar para al menos verte un poco bonita, llorar durante meses por no poder ser suficiente y que a cambio esa persona te trate con basura, que nadie te quiera sólo por tu peso, eso es es injusto! ¡No tenías derecho a mentirle solo porque estabas molesto porque a ella la quiero y a ti ya no, eres un egoísta!- sus mejillas estaban coloradas por el coraje, su respiración era agitada y su mirada estaba clavada sobre mí-.
-¡Era injusto porque de haberle dado esa maldita carta ella no hubiera descansado hasta encontrarte, era injusto porque mientras tú sanabas ella estaría muriendo y aun así jamás te encontraría, era injusto porque le habrías amargado la vida más de lo que ya estaba!- le grité y ella abrió la boca para reprochar- Y si la quisieras tanto como dices, no la habrías abandonado-.

Ella se cubrió el rostro y grito con fuerza. Luego me miró.

-¿Ella es feliz?- me preguntó después de varios minutos.

Asentí.

-¿Me odia?- me miró aterrada.-

Negué.

-Ella te adora- dije observando su rostro relajarse, ella asintió y comenzó a caminar lejos de mí. Me arrepentí,  ¿realmente estaba dispuesto a separarlas de nuevo?-.

-¿Me aseguras que ésta vez no te irás? ¿No vas a dejarla?- dije lo suficientemente fuerte para que me escuchara, ella se dio la vuelta-.

-Puedo jurartelo- respondió con firmeza-.

Comencé a caminar junto con ella, su sonrisa no desaparecía, se veía emocionada, feliz. Estuvimos caminando un rato sin decir nada, habíamos salido del cementerio y la lluvia había comenzado a caer. Ninguno llevaba paraguas así que estábamos empapados de pies a cabeza, la miré de reojo. No había cambiado mucho, seguía teniendo el mismo rostro y hacía las mismas muecas, recorrí su cabello mojado, le había crecido, no había bajado mucho de peso, no lo suficiente como para parecerse a las chicas que ella deseaba, sin embargo ahora se veía feliz, alegre.

-¿Irte te sirvió?- pregunté sin dejar de mirarla de vez en cuando-.

-Si, no a bajar de peso excesivamente como quería, me ayudo a algo mejor- se encogió de hombros-.

-¿A qué?- me intrigó-.

-A quererme- dijo segura- Así que bajé lo suficiente para estar en mi peso adecuado, por salud, y me quise-.

-Debió ser difícil- susurré-.

-Lo fue, estuve un tiempo en el hospital, fui a terapia, y muchas otras cosas, hice amigos lo cual fue muy bueno para mí, mejoré bastante- admitió-.

-¿Y como fue que saliste adelante? Me refiero al dinero-.

- Tenía algo de dinero ahorrado, robe dinero a mis padres también y cuando estuve ahí conseguí un empleo- se encogió de hombros-.

- ¿No les dijiste nada a tus padres?- me mordí el labio, seguro estaba molestándola con tanta pregunta-.

-Hace dos años, llame a mi papá, me ayudó a poder volver a la escuela- me sonrió cálidamente, se veía preciosa-.

-Vaya- respondí tontamente-.

Ella asintió y nuevamente nos invadió un enorme silencio, la mire por milésima vez ¿Cómo rayos no había visto lo linda que era?

-Quizá, un día tú y yo podríamos salir- sugerí y ella de inmediato negó con la cabeza-.

-No he vuelto aquí por ti y no quiero nada contigo, sólo eres alguien a quien alguna vez conocí, es todo- sus palabras eran secas y seguras, yo no dije nada más-.

Pasaron más minutos, bastante incómodos después de que ella me rechazó, no sabía que decir o hacer, lo merecía, lo sabía, sin embargo dolía, dolía bastante. Supongo que ahora puedo entenderla.

-Es aquí- la detuve sujetando su brazo-.

Me acerqué con rapidez hasta la puerta y toqué con fuerza, ella se colocó detrás de mí, nerviosa.
La puerta se abrió de par en par.

-Ed, pensé que irías a...- la detuve-.

-Necesitan hablar contigo- le sonreí tiernamente-.

-¿Conmigo? ¿Quién?- comenzó a cuestionarme, entonces ella salio detrás de mí-.

-Sigues exactamente igual que como te recuerdo- susurro-.

-Tú....- los ojos de mi hermana brillaron al verla, una sonrisa se dibujo en su rostro y puedo jurar que estaba a punto de gritar-.

-Te he echado mucho de menos-.

Miss obeseWhere stories live. Discover now