¿Suicidio?... no lo creo

2.2K 164 12
                                    


Tenía más de dos meses sin comer caso nada, mi alimento se basaba en una fruta de vez en cuando. Me encontraba pálida y solía estar mareada todo el tiempo, hacia ejercicio constantemente. Pero lo cierto era que no había bajado de peso en lo absoluto. Eso solo me hizo odiarme un poco más.
Me amarre el cabello en una coleta y suspire. A veces no entiendo porque me esfuerzo tanto, nunca podré ser delgada y bonita.

-Mi niña ¿que haces despierta? es muy temprano y hoy es sábado.- mi padre se acercó delicadamente hacia mi

-Quiero salir.- me aleje de él, quería salir de ahí

-¿Qué pasa, por qué actúas de esta forma conmigo?.- me sujeto del brazo y lo mire con ironía

-Aunque te lo dijera jamás lo entenderías.- suspiró y me miró

-Se que te sientes mal por todo lo que dice tu madre, pero tu eres hermosa de cualquier manera.- mis ojos se cristalizaron

-Deja de decir mentiras, ni siquiera tu piensas eso.- lo enfrente

-Por supuesto que lo pienso cariño.- intento acercarse pero me aleje aún más

-¡No, no quiero que finjas que me aceptas, quiero que realmente me aceptes, quiero que alguien me quiera por ser como soy!- grite con rencor- ¡Pero todos en este mundo son unos malditos mentirosos!.-

Salí lo más pronto que pude, no quería verlo a él, no quería ver a nadie. Y como era de esperarse, lloré, porque soy demasiado débil  para afrontar aquello, soy demasiado débil para todo.

Pase mi mano por debajo de las mangas de mi suéter, podía sentir los cortes que, con el tiempo habían sido imposibles de cubrir con pulseras. También era demasiado débil para suicidarme. Vaya tonta.
¿Por qué tuve que nacer? me cuestione caminando con cansancio, un tremendo cansancio de seguir con vida.
"Solo acaba con esto de una buena vez", no soy tan valiente para eso. "Piénsalo un instante, ya nadie podrá hacerte daño" y esa voz dentro de mi cabeza tenía razón. No era más que cuestión de segundos para terminar con todo ¿por qué no?.
Miré un autobús que se acercaba con velocidad, me límite a caminar con lentitud hasta llegar al punto donde este pudiera pasarme por encima.
Un golpe me hizo caer, mi vista se nubló hasta que quede en completa oscuridad.

Desperte completamente adolorida, mis ojos se abrieron con lentitud, una luz hizo que nuevamente los cerrara. Lleve mis manos a mi cabeza, espere a que mis ojos se acostumbraran a la luz para abrirlos por completo. Mi cuerpo estaba lleno de rasguños, golpes y una que otra cortada, además llevaba un vendaje en la cabeza. Me incorporé con cierta dificultad.

-¿Te encuentras bien?.- una pequeña voz se escuchó en el pasillo

Volví mi vista hasta el lugar donde había salido esa voz, para encontrarme con una niña de aproximadamente seis años.

-Estoy bien.- le sonreí

-¿Qué te pasó en la cabeza?.- se acercó corriendo hasta mí

-Me he dado un buen golpe.- la pequeña se colocó en puntas

-Mi hermana Ashly se ha caído y le pusieron una de esas en su pie.- la niña me contó todo lo que pasó y la escuche atentamente

-Alison.- una nueva voz se hizo presente

Ambas dirigimos la mirada hasta la puerta. Un chico entró y miró a la niña, después me miró a mi y sonrió. Era realmente guapo, con una sonrisa preciosa y un par de ojos que enamorarían a cualquiera. Él era esa clase de chicos que no se enamoran nunca de alguien como yo.

-¡Ed!.- la pequeña corrió a los brazos de aquel chico

-Te he estado buscando por todas partes, debemos irnos.- la tomó en brazos

-¿Ashly ya esta bien?.- la niña era realmente curiosa como la mayoría de los niños

-Ella está bien.- el chico le regaló una preciosa sonrisa

-Mira conocí a una chica.- me miró sonriente Alison

La niña bajo de los brazos del chico y corrió de nuevo hasta mi. Él se limitó a reír un poco y caminar detrás de ella.

-Hola, disculpa que te haya molestado, es algo traviesa.- el chico tenía su mirada clavada en mí

-Descuida no hay ningún problema.- desvíe la mirada

-Ella es mi amiga y se llama- Alison intento presentarme pero olvidó que no sabia mi nombre- ¿cómo te llamas?.- el chico soltó una carcajada y yo sonríe

-Elizabeth.- pronuncie sin dejar de sonreír

-Si, Elizabeth y él es mi hermano Ed.- Alison parecía muy emocionada

-Mucho gusto Elizabeth.- el chico me extendió la mano

Con cierta desconfianza tomé su mano. Fue demasiado amable, o al menos eso parecía. "Todos mienten, ¿acaso no recuerdas a tu padre?". Aleje mi mano de la suya.

-Tienes una linda sonrisa Elizabeth.- lo mire incrédula

-Gracias.- susurre y una pequeña ilusión se formó en mí

"Sólo está fingiendo, te tiene lástima". Quite mi sonrisa de golpe, ¿por qué ni si quiera yo misma me dejaba ser feliz un segundo?

-Mira, Ed, es Ashly.- una preciosa chica castaña, un bolso colgando de su hombro, con un yeso en el pie izquierdo y un par de muletas, atravesó la habitación con agilidad

-Me han dejado sola.- se quejo

-Mira Ash ella es Elizabeth, mi amiga.- esa niña me hacía sentir bien de alguna forma

La castaña me miró detenidamente, también sonrió. Y yo no comprendía porque lo hacían, tal vez se burlaban de mí; como todos los demás.

-¡Hola soy Ashly!.- pronunció entusiasmada

-Hola.- conteste con una actitud contraria a la de ella

-Bueno debemos irnos, es tarde.- Ed las miró a ambas

Alison corrió a abrazarme, me sentí aliviada, hace mucho que necesita un abrazo. Ed nuevamente tomó mi mano. Sin embargo Ashly tomó un bolígrafo y un papel, escribió algo en el y también me abrazo fuertemente después de entregarme el papel.

-Me gustaría ser tu amiga.- susurro y un nudo en mi garganta se formó

Los hermanos salieron con tranquilidad, dejándome completamente sola y desconcertada. ¿Qué ocurría? ¿Por qué me trataron de esa manera? ¿Acaso era una broma?. No pude responder ninguna pregunta. Mi padre apareció por la puerta unos minutos despues.
Su mirada era triste, me llevo a "casa". Ninguno de los dos dijo una sola palabra. El parecía demasiado cansado, triste, molesto. Y yo, estaba ausente, distraída, asustada. No me extraño que ni madre no se hiciera presente, en su vida yo sólo representaba una carga, un error. No importaba que pasara conmigo, ella nunca estaría presente.

Las semanas pasaron sin ningún cambio, no había vuelto a intentar suicidarme, pero los cortes seguían aumentando con el paso de los días. Todos los días recordaba a aquella familia que me trato de una forma encantadora. Todos los días miraba aquel papel con un número celular escrito en tinta rosa. Todos los días me obligaba a no marcar ese número y hacer que había olvidado todo lo sucedido. Aunque yo sabía perfectamente que tarde o temprano no soportaría mi soledad y el dolor, sabía que terminaría llamando a aquella desconocida que me dio tanto cariño en un par de minutos.

Nuevamente me aislé de todos, nuevamente continúe con mi agotadora vida. Incluso suicidarme me salía mal. Estaba claro que yo no podía vivir; pero morir tampoco.

Miss obeseWhere stories live. Discover now