¡Tú!

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Tomo una sudadera con capucha y mi mochila.
Son las dos de la mañana, la hora perfecta para salir sin ser descubierta.

Abro cuidadosamente la ventana procurando no hacer ningún ruido.
Tiro la mochila y después me dejo caer aterrizando en mis dos pies y sin ningún rasguño.

Las primeras noches salía por la puerta trasera, pero después de ser casi descubierta por mi padre empecé a escabullirme por la ventana.
Debo reconocer que fue difícil. Siempre salía lastimada. Pero después de un mes me volví más ágil de lo que creí que podría ser.
Camino lentamente por las calles oscuras.
Sé a dónde voy.
Al final de la calle. Con la familia Jones, un hombre arrogante y una mujer irritante. En cambio su hijo es un gran chico.

Cuando llego voy directo al patio trasero y me acerco a la puerta.
Con un clip y un par de intentos logro abrir la dichosa puerta.

Entro lentamente cerciorándome de que no hay moros en la costa.

De mi mochila saco un cuchillo que tomé de mi casa y lentamente subo las escaleras.
Primera parada: recámara del señor y la señora Jones.

Entro, están durmiendo plácidamente. Me acerco al señor Jones y coloco el filo del cuchillo en su cuello y sin pensarlo dos veces lo deslizo a lo largo de este. La sangre sale en chorros y muere inmediatamente.
Sigue la señora Jones, la odiosa señora Jones.
La miro por un segundo. Y clavo repetidas veces el cuchillo en su pecho.

Salgo. El único que queda es Tommy.

Recorro el pasillo.
Hasta el momento no se ha cuantas personas he asesinado. Perdí la cuenta después de doce.

Hubo un momento en el que la policía dijo que se trataba de un asesino serial.
Era tanta la preocupación que haba un oficial de policía en cada jodida esquina de la ciudad.
Tuve que detenerme durante un par de semanas para que las cosas se calmaran.

Conforme me voy acercando escucho voces y risas.
Y cuando estoy a tan solo unos pasos de la habitación de Tommy reconozco esa maldita risa de psicópata.

Pateo fuertemente la puerta y entro con un solo propósito: derramar sangre.

Tommy grita asustado ese maldito imbécil clava sus garras en Tommy. Me ha ganado a mi víctima.
Pero Tommy ha dejado de ser una prioridad.

Mi atención se centra en el payaso que se está retorciendo de la risa.
Pronto él se da cuenta de que no está solo y nota mi presencia.
Deja su juego de tortura y mata al niño de una vez por todas.

Se cruza de brazos y me mira con una estúpida sonrisa de lado.

—Se suponía que estabas muerta...

Él se ríe y yo solo tenso la mandíbula y aprieto fuertemente el mango del cuchillo que tengo en mis manos.

Nos encontramos otra vez.
Él y yo.
Sólo que esta vez será distinto. Esta vez realmente le daré una pelea a este payaso nariz de pene.

—He esperado este momento por mucho tiempo —digo mirándolo fijamente.

***

Holi
¿Qué les parece el capítulo?


El Enemigo [Laughing Jack Y Tu] (Book 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora