Jelou.

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Amalia salió de casa con el pulso acelerado, el transantiago iba totalmente lleno, tenía que llegar antes de que tocaran la campana de la escuela. Alcanzó a tomarlo junto a otro pequeño grupo de personas y después de pagar con su tarjeta estudiantil avanzó más allá, donde el mismo chico de todos los días que se sentaba al lado de la ventana escuchaba música fuertemente con sus audífonos puestos cómodamente. Sentía curiosidad sobre aquel joven y la suave melodía que sobresalía del auricular, ya que no conocía a muchos varones que escucharan algo más que reggaetón o rock.

— Disculpa, ¿serías tan amable de cederle el asiento a la señora? —preguntó una chica, que por las perforaciones en su rostro y los tatuajes que llevaba en sus brazos, parecía tener la mayoría de edad—. Por favor.

Él asintió y se levantó, quedando justo al lado de ella, apretando levemente su cuerpo con el de Amalia, por el poco espacio que quedaba. Podían oler sus perfumes mutuamente y rozar sus manos, manteniendo un suave contacto. El joven, Camilo, intentaba no caer en los juegos traviesos que el aroma de ella traía al ambiente incómodo en el que se encontraban. A medida que la gente subía y solamente subía, sus sentidos parecían estar mucho más desarrollados. Una simple mirada o el roce de sus manos, hacían que la vista y el tacto despertaran mágicamente.

Ninguno de los dos se dio cuenta cuando el transporte público frenó de golpe en uno de los paraderos y Amalia tropezó, apoyándose en el acogedor pecho de Camilo para no caer. Él tragó su propia saliva al sentirla presionando suavemente.

— Lo siento —se disculpó, volviendo a sujetarse de uno de los asientos—. No fue mi intención, es que paró de repente y pensé que me iba a caer.

— No te preocupes —dijo Camilo fríamente—. Se nota que eres una novata usando la micro, los colectivos o cualquier tipo de transporte que no sea un auto que puedas manejar tú o tu padre.

— ¿Te crees vidente o es mi idea? —masculló Amalia en un tono burlón—. Y no te preocupes. Se nota que eres un profesional andando en la micro, los colectivos o cualquier tipo de transporte que no sea un auto que puedas manejar tú o tu padre.

El chico alzó una ceja, ¿lo estaba retando? Al menos eso creyó que hizo. Volvió a ignorarla, le había parecido una broma un poco ofensiva y no era de esos chicos que se ofendían fácilmente. Mientras, la joven, admiraba la vista desde las ventanas. Camilo tenía razón, no tenía mucha experiencia andando en las micros, siempre había tenido chofer privado, hasta que su familia tuvo un problema económico, nunca lo vio necesario.

El transantiago se detuvo en el paradero frente a un colegio, como Amalia observaba por la ventana, logró ver a Camilo ya abajo, saludándose a golpes con sus amigos y de beso en la mejilla con sus amigas, ella simplemente lo miró, hasta que él al localizarla, le mostró el dedo medio y soltó un chillido de indignación. ¡Vaya, qué grosero! Pensó la chica. ¿Qué hizo que le molestó tanto? Tal vez si se había enojado, porque había pasado a sujetarse en él, o quizás, se enojó por la broma inofensiva que le jugó.

Minutos después, llegó a su parada, sin dejar de pensar en aquel interesante muchacho y su mala actitud, ¿por qué le habían pasado tantas tragedias desde que había llegado a Santiago? Ella era feliz en Temuco, su padre tenía un gran trabajo, pero recordó un dicho que su mamá le repetía cada vez que estaba triste: No hay mal que por bien no venga. Y eso, la hizo sentir mucho mejor.

Mientras tanto, Camilo, no lograba prestar atención a clases, no podía olvidar la linda mirada de la chica, ni que seguramente la hizo sentir mal, o que le había mostrado un insulto. No sabía qué le hacía más falta, disculparse por ser un charlatán o el dulce y disimulado tacto que le concedía al estar rozando sus manos. Le había contado a sus amigos que había encontrado a una curiosa muchachita en la micro, bastante burlesca y graciosa, pero ellos en vez de preguntarle algo sobre ella, le dijeron que se la devolviera y él se la devolvió.

Censurados [[hemmings]]Where stories live. Discover now