Capítulo 4

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Estaba al tanto de que era una muy mala idea traer a Frederick a mi casa, después de todo nunca había traído a alguien que no fuera Cassie y mucho menos a alguien del género opuesto, estaba segura de que mi mamá iba a hacer un escándalo al igual q...

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Estaba al tanto de que era una muy mala idea traer a Frederick a mi casa, después de todo nunca había traído a alguien que no fuera Cassie y mucho menos a alguien del género opuesto, estaba segura de que mi mamá iba a hacer un escándalo al igual que cuando me vino mi primer periodo, pero él había insistido en que necesitábamos un lugar tranquilo en donde hablar sobre esto —no sé muy bien por qué— y no tuve más opción que aceptar meterlo en mi casa pese a que sabía lo que me esperaba luego,  después de todo lo necesitaba, a él no, pero si a su valiosa información y eso lo hacía mucho más molesto de lo que ya era.

El trayecto hasta mi casa fue lo más incómodo que experimenté en mi vida, si bien de por sí no era alguien muy sociable con desconocidos, siempre encontraba la manera de evitar que haya silencios incómodos, pero con Frederick las cosas no eran tan sencillas, odiaba su actitud engreída y prácticamente acababa de chantajearme para que seamos compañeros luego de decirme que no iba a poder resolver esto por mi cuenta. Más que no saber de qué hablar con él no quería hacerlo, no tenía ni la más mínima intención de convertirme en su amiga y mientras nuestras conversaciones se limitaran al caso íbamos a estar bien, después de todo era para lo único que lo necesitaba.

Apenas ingresé a mi casa, la cara sorprendida de mi madre saliendo de la cocina lo dijo todo, parecía apunto de desmayarse.

—¿Quién es el muchacho? —preguntó con amabilidad mientras se quitaba los guantes de animal print que usaba para lavar los platos.

—Es Frederick de la escuela, tenemos que hacer un trabajo. Vinimos para empezar una parte ahora porque es bastante —mentí con descaro, era la única habilidad buena que tenía—. Te mandé un mensaje para avisarte.

—No sé dónde quedó mi teléfono, lo deje en una mesa después de hablar con tu tía, pero no sé dónde —dijo despreocupadamente, yo en su lugar estaría entrando en pánico—. ¿Se queda a cenar?.

—No, muchas gracias, mi mamá me está esperando y no nos vamos a quedar mucho tiempo —respondió Frederick con una amabilidad digna de un príncipe de Disney, no podía creer que pudiera actuar así, yo solo conocía su actitud grosera—. Hoy nos juntamos solo para arreglar unos detalles, ¿no?.

—Si, eso que dijo —coincidí con él.

Luego de que mi mamá le hiciera una entrevista exclusiva a Frederick sobre su vida personal, me las ingenié para escabullirnos a mi habitación. Pero en lo único que podía pensar era en el cuestionario que me esperaba una vez que esté idiota engreído abandonara mi casa, mi mamá se iba a hacer un festín.

Por fortuna mi habitación estaba mucho más ordenada que lo que recordaba, si bien mi cama estaba deshecha y había algún que otro almohadón tirado, no había ropa en el suelo y mi escritorio estaba impecable. De todas formas, Frederick no tenía derecho a criticarme, no estaba esperando visitas, no era mi culpa el desorden.

—Y según tú venir aquí iba a ser horrible —dijo sarcásticamente mientras dejaba su mochila en el suelo.

—Para ti no, para mi si, lo que me espera cuando te largues, lo que espero que sea pronto —dije corriendo el cabello de mi cara—. Más te vale tener la información que dijiste o te mato.

Una investigación por BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora