Reencontrándome con el Amor , pero en el Pasado

Capítulo 5: Pesadillas

El resto de la tarde Hermione se la paso dentro de su habitación, haciendo sus deberes y con su hijo. Luego cambiarle el pañal y de amamantarlo, el pequeño se volvió a quedar dormido. Suerte que Lily aun andaba con James, pero cuando la pelirroja llego a esos de las cuatro a la habitación le había dicho a Marlene y a ella para dar una vuelta por el patio, pero ella se negó muy amablemente diciendo que estaba cansada, así que las dos, la pelirroja y Marlene salieron. Por lo que la leona ahora se encontraba tranquilamente leyendo su libro de DCAO, sentada sobre su cama.

Luego de unos minutos cerró el libro y dio un suspiro.

—Extraño a mis amigos —murmuró Hermione, pensando en Harry, Ron, Ginny, Luna y Neville—. Pero esto lo hago por ustedes. Para que tengan un mejor futuro.

¿Cómo estarán Harry y Ron? ¿Y Ginny y Luna? ¿Qué pensaran de mi desaparición y la de mi bebé? ¿Qué pensaran de la desaparición de Malfoy? ¿Lo culparan a él de nuestra desaparición? ¿O la carta que les deje les habrá bastado? No, no lo creo. Ahora deben estar furiosos, pero ni modo. ¿Qué hará la directora McGonagall ante la desaparición de dos de sus alumnos y de un pequeño? Espero que no llegue a tener muchos problemas. Porque al fin y al cabo fue nuestra decisión viajar al pasado. Todas esas eran las preguntas que se hacía Hermione.

Mientras tanto en la una de las habitaciones de la casa de Slyterin, más claros, en la habitación que Snape compartía con su nuevo compañero, se encontraba este primero sentado sobre su cama leyendo un libro de pociones avanzadas, cuando de repente entro Draco Maslow a la habitación; la manera elegante de caminar de Draco no paso de desapercibido para Snape, ya que esa manera de caminar se le hacía conocida, pero no recordaba a quien.

—Hola —dijo Draco.

Snape solo lo miró de arriba a abajo.

—Hola —dijo Snape, con tono aburrido, volviendo su vista a su libro. Draco tuvo que armarse de paciencia para tratar con su futuro profesor de pociones.

—Soy Draco Maslow —se presentó.

—Ya lo sé, dijeron tu nombre el día de tu selección —respondió Snape, con el mismo tono de voz y sin levantar la vista de su libro.

—Podrías tener la amabilidad de mirarme cuando me hablas. Parece que no tienes educación —siseó Draco.

Snape cerró su libro de golpe y dirigió su fría mirada a su compañero de habitación.

—¿Por qué habría de tener educación contigo? Solo eres uno más en este colegio —respondió Snape.

Draco apretó sus puños. No le gustaba nada que prácticamente lo ignoraran.

Soy un Malfoy. Nadie ignora a un Malfoy, pensó el rubio.

—Mira. Snape, vamos a poner las cosas claras —dijo Draco, con su clásica manera de arrastrar las palabras al hablar—. Primero, yo no tengo la culpa de tu mal humor. Segundo, si estas con ese humor por lo que te hicieron los Gryffindors, pues entonces véngate, pero a mí mantenme fuera de todo eso. ¿Te quedo claro?

Snape se quedó con el ceño fruncido a su compañero. Pero no estaba enojado por todo lo que Draco le había dicho, más bien estaba impactado por su actitud. Y ahora ya sabía a quién le recordaba.

—¿Eres familiar de Lucius Malfoy? —le preguntó Snape, dejando a Draco petrificado en su lugar.

¡Maldición! ¿Cómo se dio cuenta?, pensó Draco.

Pero luego para sorpresa de Snape, Draco soltó una carcajada.

—Sí, claro, Snape. Mi segundo apellido es Malfoy —se mofó el rubio, y Snape frunció más su ceño—. Por si no lo sabes los Malfoy son unos magos sangre pura desde hace muchas generaciones, una de las familias más antiguas en conservar aun su pureza de sangre. Y yo soy un Maslow, un mestizo —mintió—, mi madre es una bruja sangre pura y mi padre es... —Snape miraba al rubio, esperando encontrar rastros de mentira en él—, es un muggle. Un maldito muggle, un cretino que odia la magia, y por consiguiente odia a madre y a mí; y no sé porque demonios te estoy contando todo esto, pero juro que te matare si tú se lo cuentas a alguien —se acercó a Snape, amenazándolo con la varita.