Capítulo 10: Hermione oculta algo

4K 330 86
                                    

Hermione dejo el libro sobre la cama, esa era la décima vez que intentaba concentrarse en su lectura, pero simplemente no podía, porque apenas leía unas palabras, en su mente volvía a escuchar la voz de Marlene: «Enamorarte de Sirius».

—Es ilógico, sin sentido —murmuró la castaña—. Inverosímil.

Negó con la cabeza. Tenía que aclararle a Marlene que lo que ella creía no era cierto, porque no vaya a ser que se le escape decir lo mismo delante de Sirius.

Paso una mano por su rostro y soltó un suspiró. Se sentía cansada, todas esas noches sin dormir, ya le estaban pasando la factura.

Saco su pijama de su baúl y se fue a cambiar al baño. Cuando estaba guardando su uniforme, escucho a su pequeño hijo lloriquear, se acercó a él y lo tomo en brazos rápidamente.

—¿Qué te sucede, cariño? —le preguntó maternalmente, llevando una mano a su frente para comprobar que no tuviera calentura, ya que le parecía raro que su hijo lloriqueara cuando casi nunca lo había hecho. Su pequeño Remus no chillaba como otros bebés recién nacidos, es más a ella le parecía muy maduro para sus cortos meses de vida—. ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿Te duele algo, o es que solo querías la atención de mami? —y como si el bebé la entendiera la miró a los ojos, dándole a entender que sí, que necesitaba de ella—. Lamento dejarte solo todo este tiempo, pero es que... No, no hay excusa por mi falta de atención —murmuró. Beso su frente y el bebé sonrió—. Te amo tanto, mi pequeño Remus.

Lo llevo con ella a su cama, le cambio el pañal y le puso ropa limpia y abrigadora. Empezó a mimarlo, cuando escuchó que la puerta de la habitación se abrió.

Era Marlene, la cual parecía que había llorado, porque tenía los ojos rojos.

La rubia se acercó, y miró a Hermione y al niño.

—Lo lamento —dijo.

Hermione levanto la cabeza para mirarla directamente.

—¿Qué es lo que lamentas?

—Mi actitud de esta tarde y mi reclamo —la rubia respiró profundo cuando sintió que las lágrimas querían volver a salir de sus ojos—. Yo soy la menos indicada para reclamarte este tipo de cosas.

Y entonces Hermione comprendió.

—Marlene —dijo la castaña con ese tono maternal, que ahora poseía—. Tú estás enamorada de Sirius.

La rubia apartó la mirada, le dio la espalda, camino hasta su cama y se sentó en ella, llevo sus manos a su rostro... y sollozo. Sus manos se mojaron con sus lágrimas al instante.

Hermione se sintió mal por haber causado el sufrimiento de la chica. Acomodo a su hijo entre las almohadas, para que no se cayera al piso, y se acercó a la rubia. Se sentó a su lado y pasó su brazo por sus hombros. Marlene se abrazó a Hermione y lloro, lloro como nunca antes se había permitido llorar por Sirius Black.

—Es-estoy... —sollozó—, ena-morada... de... ese... i-idio-ta... desde tercer... año —confesó.

Hermione no dijo nada, quería que la rubia se desahogara, que dijera todo lo que se había guardado.

—No... p-pude e-evit-tarlo..., me enamoré... d-de él... como una to-tonta...

—No es malo enamorarse —dijo Hermione.

Marlene se separó de la castaña y la miró con ojos empañados por las lágrimas.

—No, no es malo enamorarse —suspiró—, pero enamorarse... de al-alguien como Sirius Black... sí. No sabes... lo que duele enamorarse de un mujeriego...

Reencontrándome con el Amor , pero en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora