Capítulo 7: Guerra

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Todos se encontraban en el Gran Comedor, desayunando para luego dirigirse a sus clases.

En la mesa de Gryffindor, una castaña estaba un poco ausente, por lo que no se daba cuenta de la mirada penetrante que Sirius le dirigía. Pero ahora Sirius no era el único que miraba con insistencia a Hermione, Remus tampoco le quitaba la vista de encima.

No sabía cómo explicarlo, pero Remus sentía que estaba un poco más unido a Hermione después de pasar esa noche juntos en la sala común, aunque ella no lo supiera.

Y el desayuno continúo así, James y Lily sentados juntos hablándose en susurros, Peter comiendo, Marlene platicando con otra compañera de clase, y Remus y Sirius mirando a una distraída Hermione, que solo se dedicaba a revolver su desayuno.

—¿Te encuentras bien, Hermione? —se atrevió a preguntar Sirius—. ¿Hermione? —volvió a hablar el animago al no obtener una respuesta de la castaña.

—¿Eh? ¿Me hablabas, Sirius? —preguntó Hermione, parpadeando.

—Sí, te preguntaba, si te encontrabas bien, aunque viéndote creo que no.

—No es nada malo... es solo que no pude dormir bien... eh... mi hermano estuvo inquieto toda la noche —mintió Hermione.

—Pues yo no escuche nada raro a noche —dijo Marlene, que había escuchado la conversación de Hermione y Sirius.

—Estabas profunda —dijo Hermione, tratando de salir de esa situación.

Marlene no replico nada, y Sirius pareció creerle, pero Remus era el único que sabía que Hermione mentía, aunque no la delataría.

Minutos después el desayuno había terminado y los Gryffindor y los Slytherin se encaminaron a su siguiente clase, DCAO.

—¿Por qué tenemos que compartir clases con las serpientes? Ayer también fue lo mismo —se quejaba Sirius.

—Sirius llevamos compartiendo clase con Slytherin desde nuestro primer curso —dijo Lily, como si tratara de explicarle a un niño de cinco años que dos más dos es cuatro—, ya deberías estar acostumbrado.

—Pues nunca nos acostumbraremos, pelirroja hermosa —dijo James, y Lily y Marlene rodaron los ojos, mientras que Peter sonreía, Remus miraba de reojo a Hermione, y esta solo caminaba pensativa.

Cuando llegaron al salón de DCAO, entraron y como de costumbre los leones y las serpientes se sentaron por separado. El profesor ya estaba allí, esperándolos para empezar su clase.

Un carraspeo saco a Hermione de sus pensamientos, y ahí recién la castaña noto al profesor, el cual era alto, de cabellos negros entre canos, de unos cuarenta años y de rostro duro.

—Allí está el muy presumido —susurró Marlene a Hermione—, es un arrogante, se cree mucho solo porque es auror.

—Buenos días, alumnos —dijo el profesor, con aire altivo. Algunos respondieron al saludo, y otros no. y sin que esto le importara al profesor, continuó—, pónganse de pie —ordenó.

Marlene resopló con fastidio. Pero se levantó de su silla, al igual que todos los demás.

—Vamos que esperan, pónganse a un lado —volvió a ordenar, y Hermione comprobó que lo que decía Marlene era cierto. Y cuando todos se pusieron a un lado, el profesor con un movimiento de varita ordeno las carpetas y las sillas a un costado del salón—. Bien, ahora empezará el duelo —dijo con voz arrogante, y una sonrisa de suficiencia se formó en sus labios—. Silencio —dijo cuándo los murmullos se empezaron alzar.

Reencontrándome con el Amor , pero en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora