•Introducción•

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El armazón de su cama era suave, como con luces blancas de hadas. Con ese brillo que puede iluminar incluso el dormitorio más grande. Las cortinas llegaban hasta el suelo. El invierno de Toronto se dejaba oír, pero no ver y el color azul suave del marco en la puerta tenía un cuerpo apoyado en ella.

Siempre tranquilamente, cruzó los brazos sobre su pecho, una camiseta blanca se aferró a su pecho, sus pantalones de chándal grises colgaban lo suficientemente bajo como para revelar sus calzoncillos. La tinta negra de sus numerosos tatuajes era muy visible debajo de la camiseta. A medida que una sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labios, sus dedos se cerraron alrededor de la pequeña caja de color púrpura, los suaves gemidos comenzaron a llenar la habitación espaciosa. Incómodo, pero suave, la chica del vídeo podrían no a chillar tanto, retorcerse o estar frustrada con ella misma. Tenía sus auriculares conectados a su ordenador portátil que estaba abierto delante de ella con el sitio web que él conocía demasiado bien.

- Para que sepas, lo estás haciendo todo mal. - Su voz era baja, ronca y cansada, como si hubiera estado diambilando y de alguna forma logró tropezar con lo que se colocó delante de él. - Ah, y si piensas que esto va a funcionar, eres claramente más inocente de lo que pareces. - Dijo cerrando suavemente la puerta del dormitorio detrás de él, con los ojos brillantes persistentes en la tanga roja alrededor de sus tobillos.
Soltó una maldicion al poner otra vez su atención en el video que estaba viendo. Un pobre intento deslizando sus dedos dentro de sí misma al igual que la mujer de pelo oscuro en el video, sólo que a sus dieciséis años de edad no era tan sencillo y cada vez que lo intentaba, se sentía como si estuviera golpeando una pared que era imposible penetrar.

Kylie Monroe

Que pronto sería su cuñada. Casi al instante, sus ojos se abrieron, todo su cuerpo se tensó más de lo que ya estaba a la vista de su media hermana. Con veintidós años y prometido, estaba de pie en su habitación, con una sonrisa dibujada en su rostro, una ceja levantada, sus ojos deteniéndose en su cuerpo desnudo, con las piernas abiertas, los auriculares puestos y viendo porno.

Vergüenza absoluta le recorrió el cuerpo y sus mejillas comenzaron a arder. - ¡Oh mi Dios! - Dejó escapar de sus labios, tratando de revolver en su cama para poder cubrirse y enviando su ordenador al suelo. Un regalo que había recibido de sus padres.

-No se suponía que ...- ella apenas podía pronunciar las palabras que salían de su boca sin sentir como si estuviera en una caída libre. - Justin, no se que puedo decir...- Sintió una lágrima deslizándose por su mejilla suave, la idea de que él pudiera decírselo a su media hermana, Samantha o a sus padres, la llenaba de miedo.

Nunca iba a dejarla vivir en paz.

Justin asintió con la cabeza, lambiendo su labio inferior, sus pies se hundían en la alfombra blanca, espesa y esponjosa que había puesto alrededor de cada metro cuadrado de su amplio dormitorio, con la esperanza de no pisar ninguna de esas tablas del suelo que crujen, que despertarían al resto de la familia, y no podía permitir eso, no cuando se suponía que debía estar en la casa de invitados con su novia amorosa y no en el dormitorio de un adolescente de dieciséis años de edad, después de pillarla en un acto de masturbación.

-Oh, no debes preocuparte. - Murmuró. -Tu pequeño secreto está a salvo conmigo.- Le guiñó un ojo, de pie al final de su cama. -Se le puede llamar nuestro secreto.

Kylie se tragó el nudo en la garganta. -No se suponía que debías ver eso. - Susurró, moviendo su pelo rubio de sus ojos.

-¿Y qué no se supone que deberías estar dormida en vez de meterte los dedos? Lo siento, masturbándote a las tres de la mañana. - Justin fruncio los labios y el pequeño paquete todavía estaba en sus manos. -¡Ah y es domingo, el día del Señor! ¿Sabes que estás pecando, y es apenas incluso por la mañana?¿Sabes que Dios siempre está mirando, Kylie? - Se burló de sus padres, que eran de fe Cristiana.
Por suerte para ella, la biblia se mantiene siempre en la planta baja, y no en su dormitorio.

Secreto Sucio → j.b (+16)Where stories live. Discover now