Afraid of falling in love.(Harry Styles)

XXXI. Now you are just somebody that I used to know.

Narra Mía.

 Había estado tan concentrada en salir lo más rápidamente posible de la tienda para que Harry no me siguiera que no me di cuenta cuando una chica pasó andando en bicicleta y estuvo a punto de chocarme. Para impedir que lo hiciera me vi obligada a dar un paso hacia atrás y tropecé con el cordón de la calle, cayendo sentada sobre él. La noche anterior había estado lloviendo y justo al lado mío había se había formado charco gigante.

-¿Por qué no te fijas por dónde andas?-le grité con rabia aunque ella ya no podía oírme.

-Al menos no caí sobre él.-pensé luego un poco más optimista, mirando el charco.

Me dispuse a levantarme cuando un auto pasó a gran velocidad y sus ruedas levantaron el agua fangosa.

-No, por favor no.-repetí en mi mente, pero ya era demasiado tarde: estaba completamente mojada y embarrada.

No pude evitar soltar un gemido de rabia y una lágrima comenzó a deslizarse por mi mejilla. No era por la caída, ésta casi ni me había dolido.

-¿Acaso me puede pasar algo más?-pensé maldiciendo, y al instante que esa pregunta pasó por mi mente me arrepentí de habérmela hecho.

-¡Mía! ¿Pero qué te pasó?-oí la preocupada voz de Harry a mi espalda.

-¡Genial, justo lo que me faltaba!-pensé con sarcasmo.

-Nada, solo tenía ganas de sentarme un rato. ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso hay algo de extraño en eso?-dije en cambio con la mirada clavada en el suelo, no iba a darle a Harry la satisfacción de burlarse de mí nunca más.

-Emm Mía…estás toda llena de barro. Claro que hay algo de extraño en eso.-afirmó él sentándose a mi lado.

-Bueno…pues entonces no es de tu incumbencia.-repliqué.

-Claro que lo es, todo lo que te pase a ti es de mi incumbencia.-me contradijo.

¿Por qué simplemente no se iba y me dejaba en paz? Quedándose aquí y fingiendo que estaba preocupado por mí solo me hacía que fuera más difícil odiarlo. Si directamente me confesara que solo se había interesado por mí por la apuesta todo sería más fácil. Podría echarle la culpa de todo y descargar mi bronca y frustración sobre él. Pero no, el seguía fingiendo y haciéndose el lindo conmigo. ¡Como si yo no supiera que lo único que quería era arreglar las cosas para ganar esa estúpida apuesta!

-Vamos, al menos déjame llevarte a tu casa.-se ofreció posando una de sus manos en mi hombro. Sabía que era una boba pero no pude evitar sentirme reconfortada por su tacto.

-No, déjame sola.-dije haciendo un esfuerzo para dejar de lado esos pensamientos.

-¿Pretendes que te deje ir caminando sola hasta tu casa así toda mojada? ¿Pero qué clase de persona crees que soy?-preguntó con una sonrisa, intentando bromear.

-No lo sé, quizás una a la que no le importa demasiado jugar con los sentimientos de las demás.-murmuré casi para mí misma aún sin despegar la vista del suelo.

Él no dijo nada, estaba segura de que había alcanzado a entender lo que yo había dicho.

-Vamos Mía, no seas inmadura, te vas a enfermar.-me advirtió al fin. ¿Yo inmadura?-Después hablaremos sobre lo otro, pero ahora te llevaré a tu casa y te cambiarás esas horribles prendas por unas limpias y secas.-propuso alegremente.

-¿Por qué? ¿Qué tienen de malo las prendas que tengo puestas? ¿No has pensado en que quizás me quiero quedar así?- inquirí. Sabía que estaba toda mojada y llena de barro, y que probablemente si no me ponía algo seco rápidamente me enfermaría pero estaba sentimental y no soportaba que Harry me dijera lo que debía hacer.

Lo miré de reojo, tenía una mueca de confusión en el rostro.

-Cielos Mía, ¿pero qué te ha pasado? Tú no eres así.

-No era así.-lo corregí tristemente.

-Bueno ya vasta, nos vamos.-me interrumpió él levantándose ágilmente y luego inclinándose para tomarme en sus brazos.

-¿Pero qué haces? ¡Suéltame!-chillé, pero el me ignoró.-¡Bájame, bájame!-seguí gritando pero Harry continuó su camino hasta el auto conmigo a cuestas sin siquiera responderme. Luego abrió la puerta, me lanzó dentro y la cerró con el seguro. Menos de un minuto después el motor ya estaba en marcha.

-Eso era una de las desventajas de no tener demasiada fuerza.-pensé frustrada.

-¿No vas a mirarme a los ojos nunca más?-preguntó Harry compungido, luego de varios minutos de silencio. Me limité a negar con la cabeza sin despegar mis ojos de la ventanilla.-Mía, por favor, no sé por qué no me crees. Sigo siendo yo. Soy la misma persona con la que has pasado casi todo el verano, no entiendo por qué al menos no quieres hablar.-continuó.

-Ese es exactamente el problema: pasé todo el verano con alguien que creía conocer pero que ahora me di cuenta que no es así.-dije al fin con la voz un poco rasposa.

-Mía, cielos, estás exagerando.-dijo él dando unos golpecitos de impaciencia sobre el volante.-Que me haya acercado a ti por una apuesta no quiere decir que todo este tiempo haya estado fingiendo ser alguien que no soy. ¿Acaso no lo entiendes? Todo empezó por la apuesta pero luego me di cuenta de que tú valías más. Me cuesta admitirlo pero me enamoré de ti, te amo.-agregó. Podía sentir su mirada clavada en mí pero aún así no lo miré. Sabía que si permitía que sus ojos me miraran directamente al menos por una milésima de segundo mis barreras se derrumbarían.

-Está mintiendo, solo le interesa la apuesta.-me recordé mentalmente.

-Mira hacia delante, no quiero chocar.-comenté. El suspiró.

-¿Acabo de admitir que te amo y tú me dices que no quieres chocar? ¿Qué voy a hacer contigo Mía?-respondió él, y por unos de los espejos retrovisores pude observar que estaba negando con la cabeza.

Pasamos el resto del viaje en silencio hasta que llegamos y Harry aparcó el auto enfrente de la casa de Cloe.

-Nada, simplemente no hagas nada.-dije antes de abrir la puerta y salir corriendo por ella.

Entré a la casa y las lágrimas comenzaron a ocupar mi rostro, lo cuál era algo bastante común el los últimos días.

-¿Acaso eres estúpida? ¿Nunca te habías enamorado y la primera vez tienes que venir a hacerlo de alguien que te usa?

Agarré el teléfono con una mano temblorosa: solo una llamada y podría alejarme de todo.